Páginas

domingo, 24 de febrero de 2013

UN MENSAJE DE MARIA LA MADRE DE JESUS



La electricidad es la fuerza del ceder. El magnetismo es la fuerza del tomar. La electricidad traslada; el magnetismo acerca. La electricidad irradia hacia afuera; el magnetismo empuja hacia adentro. La electricidad es empujar; el magnetismo es tirar. La electricidad es negativa; el magnetismo es positivo hasta cierto grado, porque no podemos llevar demasiado lejos esta hipótesis. La electricidad es una fuerza; el magnetismo es un campo.

Soy la Inmaculada Concepción.

Fui concebida por la unión de la chispa inmaculada de la electricidad y la fuerza atrayente del magnetismo. Concebir es ser. Ser concebido es hacerse.

Todo en la creación se hace. Si se hace a través de las fuerzas inmaculadas de la electricidad y el magnetismo se concibe en equilibrio.

El esperma masculino atraído por el óvulo opera bajo los principios de la electricidad y el magnetismo.

La creación de María, la Madre de Jesús, fue inmaculada, con un equilibrio perfecto de electricidad y magnetismo entre esperma y óvulo.

La creación de un espécimen perfecto se logra con el equilibrio perfecto de electricidad y magnetismo. Si lo masculino es demasiado dominante o en situación de violación, la fuerza del campo magnético femenino no está presente, y la unión de la electricidad y el magnetismo no está en estado de equilibrio.

En un periodo de la historia en que se le dio a la Tierra el término “Inmaculada Concepción”, la humanidad lo asimiló al término “pecado”. Todo era “pecado” o era “no pecado”. Por lo que no era posible que la humanidad entendiese cómo era posible la concepción sin “el pecado original”, como se le llamó.

Al no haber pecado en la Madre de Jesús, se dio la enseñanza a la humanidad para guiarla por el camino de la rectitud con el objeto de darle la oportunidad de que supiese que alguien podía nacer sin pecado.

La lección no fue asimilada como debiera. Ahora la humanidad puede comprender que la Inmaculada Concepción significa la unión perfecta de la electricidad y el magnetismo en un perfecto equilibrio de armonía.

Desde este día en adelante, cada niño concebido podría ser una Inmaculada Concepción si el padre y la madre viviesen en perfecto amor con Dios centrado en sus corazones, y si su unión física fuera perfecta (en cuerpo, mente y espíritu). Habría grandes hijos e hijas en los días venideros, porque la humanidad sólo procrearía por la unión de fuerzas positivas.

Las fuerzas negativas en una unión física pueden ser el miedo, el orgullo, los celos o la lujuria. Estas son fuerzas eléctricas que pueden estar presentes tanto en lo masculino como en lo femenino. Son fuerzas de descarga, podríamos decir. Son vibraciones negativas.

Para estar cargados positivamente, una semilla u óvulo deben cargarse con la cantidad apropiada de electricidad y la cantidad apropiada de magnetismo. El magnetismo debe ser una forma o fuerza de atracción, y la electricidad debe ser una fuerza de cesión. El desequilibrio en cualquier dirección no será una concepción inmaculada.

Haber nacido de Dios es ser concebido en equilibrio. Haber nacido en pecado original es ser concebido en esa entidad en un momento de la concepción en que los atributos o desequilibrios o chispas negativas están presentes.

La carga eléctrica masculina de ceder puede cargarse con fuerzas de crueldad u orgullo, celos o codicia, y esa longitud de onda particular o característica única constituirán el carácter o la vibración de la nueva entidad.

La fuerza magnética o de atracción en equilibrio creará vibraciones de amor, gentileza, paz y armonía. Estas son las fuerzas magnéticas. En una unión adecuada, esas fuerzas positivas que atraen, o que empujan a alguien hacia otra persona, son las fuerzas que emanan de la madre.

Las fuerzas dominantes, de poder, de control, son las fuerzas masculinas, mientras que las fuerzas cooperativas, gentiles, amorosas y magnéticas son las fuerzas femeninas.

Una personalidad que tiene equilibrio eléctrico-magnético, o electromagnético, es una personalidad equilibrada. Yo, María, tenía ambas hasta tal grado que el Arcángel Gabriel me dijo. “bienaventurada seas entre las mujeres, y bienaventurado será el fruto de tu vientre”.

Puede decirse esto de alguien que ha nacido de una unión perfecta. Le indica a la gente que ésta es la Era de la Pureza. Toda persona mirará al auténtico “ser” de la otra. Si mirases a los ojos de una persona y no mirases sus amaneramientos, sus riquezas, su nivel de vida o su tamaño físico, estarías mirando a su auténtico “ser”.

En esta era, el mundo tiene la oportunidad de ver el valor real de cada ser humano. Los accesorios o los arreglos o los adornos exteriores se pierden cuando una persona mira con clarividencia a otra. Esto se llama percepción. La percepción es el regalo de ver a una persona como realmente es. Si mirases a Jesús cuando era un niño verías a un chaval de ojos azules que era feliz, colaborador e inquisitivo. Estaba tan equilibrado como sus padres. La armonía y la paz le rodeaban. Era una mezcla de amor y amistad.

Recuerda la mezcla de amistad entre un padre y un hijo. Para empezar bien, mira a tus hijos con humildad –como criaturas de Dios, y como personas EN PROCESO.



Canalizado por: Helen Engel