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viernes, 8 de enero de 2021

Extracto del libro de Anna La abuela de Jesus

 





PREFACIO de VIRGINIA ESSENE


 Hay algunos de entre nosotros que sirven como historiadores y narradores celestiales, sacando a la luz percepciones internas escondidas por mucho tiempo dentro de la psique humana, así como información que ayuda a explicar la vida en la Tierra, con sus grandes y pequeños misterios. Si estás buscando una conciencia mayor, te invitamos a traer tu naturaleza espiritual y una mente abierta a medida que vamos viajando por conceptos no tradicionales que siguen influyendo en la vida humana en la actualidad. Desde 1986, la Compañía de Publicidad S.E.E. — parte de la Fundación sin ánimo de lucro COMPARTIR— te ha ofrecido un amplio espectro de información inspiradora y canalizada en formato libro. Ahora, en nuestro décimo libro, presentamos a una extraordinaria y poderosa mujer llamada Ana, que concibió en la luz a su hija María, y le enseñó las filosofías y forma de vida esenias para que María pudiera cumplir su papel de madre del esperado Mesías, Jesús. Aunque los lectores de los materiales de Edgar Cayce pueden saber algo de los esenios y la importancia espiritual de Ana para María, su nieto Jesús, María Magdalena, y otros, uno debe preguntarse por qué las biblias y los libros de historia rara vez mencionan su papel esencial. ¿Cómo es posible que Ana haya sido olvidada o ignorada por las dos religiones principales durante tanto tiempo? Por este motivo te presentamos a Ana y a un grupo pequeño y secreto de judíos que creó deliberadamente una comunidad de servidores de la santa luz, capaces de apoyar el plan divino conocido como «la historia más grande jamás contada». Al examinar la literatura judaica para encontrar una respuesta, descubrimos que se ignora completamente el papel vital que Ana jugó en esos profundos tiempos bíblicos antes del nacimiento de Jesús. Ya sea que la mayoría de los antiguos judíos rechazó la importancia de todo el grupo de los esenios en general, o simplemente a Ana porque era mujer, no se sabe. Tal vez, al igual que la Iglesia Católica Romana, que finalmente canonizó a Ana como Santa Ana, ambos eran simplemente ignorantes de su verdadero papel en los acontecimientos acaecidos en la Tierra Santa hace dos mil años. Increíblemente, la reciente Enciclopedia Católica rechaza a Ana con el siguiente comentario: «De la madre de la Virgen no se conoce nada con seguridad; incluso para determinar su nombre y el de su marido Joaquín tenemos que depender del Evangelio apócrifo de Santiago, el cual, aunque en sus formas más tempranas es muy antiguo, no es un documento digno de confianza». Aunque oficialmente santificada, la importancia de Ana parece muy diluida dentro de la Iglesia Católica Romana hasta más adelante en el siglo VI, cuando el emperador Justiniano I le dedicó un santuario. Después, a principios del siglo 700, se dice que el Papa Constantino introdujo la devoción a Ana en la iglesia de Roma. El posterior silencio sobre su vida continúa hasta los siglos XIV y XV, cuando su popularidad parece brillar una vez más. Esta conmovedora apreciación de Ana es expresada artísticamente por el famoso artista, Leonardo Da Vinci (1425-1519 a. D.) en su pintura titulada: «La Virgen y el Niño con Santa Ana y San Juan Bautista», ahora en la Galería Nacional de Londres. En este retrato de grupo, Ana se muestra justo detrás de su hija María, con la mano de Ana obviamente apuntando hacia arriba, hacia a un boceto de la Ciudad Santa, tal vez reconociendo a Ana como fuente espiritual de la familia, así como la importancia del Niño Jesús y de San Juan Bautista. Con el paso de los siglos y los motivos cada vez menos éticos de la Iglesia Católica, algunos teólogos y filósofos acusaron abiertamente a la Iglesia y desafiaron sus comportamientos. A medida que los movimientos de la Reforma continuaron sus acusaciones, fue el mismo Federico el Grande quien escribió en el año 1790 d. C.: «Jesús realmente era un esenio: estaba imbuido de la ética de los esenios». Menos de un siglo después, cuando el cuestionamiento y el fervor religioso continuaban, Earnest Renan escribió un libro sugiriendo que «el cristianismo es un esenismo que ha logrado un enorme éxito». Cualesquiera que sean las razones de esta escasez de información del pasado, te invitamos ahora a abrir un nuevo capítulo en la historia bíblica al conocer a Ana y a los esenios. Es hora de reconocer que el complejo plan de ayuda de los reinos celestiales requería la encarnación de voluntarios espirituales para ayudar a anclar y cumplir las antiguas profecías de la venida de un Mesías a la vida física. Nuestra opinión es que la abuela de Jesús, Ana, voluntariamente cooperó con muchos seres celestiales para ayudar en el acontecimiento divino de traer a María, Jesús, María Magdalena, y otros, al planeta Tierra. Esto fue únicamente posible gracias a la presencia de miembros disciplinados y devotos de la comunidad esenia del monte Carmelo en Israel, como matriz receptiva de la energía. (Véase mapa frontispicio.) La pregunta es: ¿quiénes eran estos esenios secretos? Los únicos comentarios que el antiguo mundo occidental tenía sobre la existencia de los esenios provenían de escritores clásicos como Josefo, Filón y Plinio el Viejo. Desafortunadamente, aunque sus comentarios son interesantes, creo que estos autores estaban describiendo un asentamiento esenio diferente en Qumrán, no la comunidad de Ana en el monte Carmelo. Aunque la forma de vida de todos los esenios se basaba en una comunidad disciplinada, agrícola y espiritual de individuos ascetas, solitarios, pacifistas, y separados de la corriente principal de la práctica judaica religiosa, social y política, había grandes diferencias y similitudes entre las distintas comunidades. Los esenios del monte Carmelo eran conocidos por mantener una pureza estricta y ritual, por compartir sus bienes en común, por trabajar duro y no tener esclavos. No buscaban placer ni riqueza, y elegían a sus propios líderes de entre ellos mismos. Debido a sus estrictos hábitos alimenticios y de salud, a su negación a ofrecer sacrificios de animales como hacían otros judíos, y a la utilización de un calendario solar y no lunar, sus contemporáneos los consideraban muy extraños. Algunos esenios tenían la reputación de poder incluso predecir el futuro. Lo que esos primeros escritores no se dieron cuenta fue de que había varias comunidades esenias, y que fueron los miembros de un pequeño grupo místico en el monte Carmelo quienes se dedicaron e implicaron intensamente en traer al Mesías al planeta Tierra. Ninguno de los autores al parecer se dio cuenta de que la sabiduría que Ana compartió con su hija María, y más tarde con su nieto Jesús, eran profundas enseñanzas e iniciaciones espirituales cuya influencia ayudaría a formular la creencia cristiana posterior. En las páginas de este libro llegarás a conocer a Ana en su papel de jefe de la comunidad espiritual esenia del monte Carmelo, el enclave secreto de la Escuela de los Profetas, que le permitió compartir su conocimiento celestial con todos aquellos que fueron confiados a su tutela. Una mujer extraordinaria, capaz de extender su vida física por más de quinientos años, Ana revela la intimidad de la comunidad de los esenios y sus relaciones personales en oposición al contexto de la ocupación Romana de la Tierra Santa. Descubrirás sus inusuales facultades y responsabilidades, incluyendo la concepción en la luz y el nacimiento de María, y la propia concepción en la luz, nacimiento y crianza de Jesús por parte de María. Este panorama que explica lo que los esenios hicieron por Jesús, María Magdalena y por otros discípulos y ayudantes de renombre en el drama de Cristo, hace hincapié en el papel esencial que desempeñaron al ayudar a Jesús a cumplir su parte como el Mesías. Vemos cómo la resurrección de Jesús permitió la formación de una iglesia que deificó a Jesús como un salvador, no como un maestro y sanador esenio que enseñó a cada persona a expresar su propio Cristo interior. Así es como comenzó el crecimiento del Cristianismo como teología y entidad organizativa, y el esenismo se dejó de lado. Es interesante observar que hasta 1928 había poca información escrita que describiera las enseñanzas de los esenios para el público en general. En ese momento, un dedicado lingüista e investigador, Dr. Edmond Burdeaux Szekely, fue capaz de encontrar y traducir un sorprendente manuscrito arameo del siglo III y un texto en eslavo antiguo. Este material contenía una amplia información acerca de un grupo espiritual poco común llamado los esenios, y enfatizaba su profunda dedicación a las prácticas de salud y curación tal como las personificó Jesús. Durante cincuenta años, el Dr. Szekely continuó su trabajo de traducción y publicación de estos escritos esenios auténticos en 26 idiomas diferentes y generalmente en pequeños folletos económicos. Su trabajo llevó las creencias esenias a una mayor atención mundial, y el Dr. Szekely fue capaz de cofundar una organización internacional esenia con Romain Rolland, místico del siglo XX y ganador de un Premio Nobel. Sin embargo, no se hizo ninguna mención particular a Ana o a su hija María en los escritos del Dr. Szekely. Más bien, los temas centrales fueron las enseñanzas y las prácticas curativas de Jesús contenidas en los evangelios esenios, y eso capturaría la atención del público. En uno de sus libros, El Evangelio de los Esenios, el Dr. Szekely relató el siguiente Prólogo a la Adoración Esenia: «Cuando Dios vio que su pueblo perecería porque no veía la Luz de la Vida, escogió lo mejor de Israel para que pudieran hacer brillar la Luz de la Vida delante de los hijos de los hombres. Y los elegidos fueron llamados esenios, porque enseñaban a los ignorantes, sanaban a los enfermos, y se reunían en la víspera de cada séptimo día para regocijarse con los Ángeles». Sin embargo, no fue hasta la década de los años 30 y 40 que se reveló en Estados Unidos la primera descripción fascinante de la comunidad de los esenios del monte Carmelo. A través de estados de trance autoinducidos, el psíquico Edgar Cayce habló de Ana y de los esenios en sus 14.000 «lecturas». Describió a los esenios como miembros de una pequeña secta judía espiritual que comenzó cien años antes del nacimiento de Jesús, en el siglo segundo antes de Cristo, y continuó unos 68 años después de la crucifixión de Jesús y la destrucción del templo judío. Las lecturas de Cayce sobre los esenios confirmaron que había una conexión definitiva entre la familia y los amigos de Jesús y las comunidades de los esenios. Después de definir el término esenio como «esperanza», Cayce aclaró que los judíos se habían dividido en varias sectas, como los fariseos y los saduceos, y también un pequeño grupo llamado los esenios. Este último grupo representaba a los judíos que apreciaban a las personas que habían sido visitadas por lo sobrenatural o que habían tenido experiencias inusuales en sus sueños, visiones o voces interiores. Cayce informó que estos designados esenios eran una consecuencia de las enseñanzas de Melquisedec, extendidas a través de Elías, Eliseo, y Samuel, y que consecuentemente, se ofrecieron como canales para recibir información espiritual de origen divino. Los esenios se unieron en una comunidad de amor y devoción para vivir una vida santa y realizar buenas acciones, y honrar a las mujeres igual que a los hombres. Por encima de todo, los esenios creían en un plan divino para la evolución humana y deliberadamente se preparaban para ser dignos de recibir a un Mesías para el mundo. El señor Cayce menciona específicamente que Ana estaba en la Tierra Prometida en los días anteriores y justo después de la entrada del Príncipe de la Paz al mundo físico. Él la describe como una vidente y profetisa perteneciente a una organización que podía interpretar el tiempo y el lugar de acuerdo a las estrellas y podía calcular los efectos de la numerología en la vida física. Ella fue, al parecer, muy bien considerada entre los esenios, e inició a innumerables personas, incluyendo las doce doncellas cuya pureza fue lo suficientemente alta como para recibir las energías de la concepción en la luz necesaria para concebir al Mesías. Ana misma dio a luz a María a través del proceso de concepción en la luz, y también ayudó a María a hacer lo mismo. De esta manera, y de muchas otras, ella fue una mujer santa que participó activamente en la preparación de la llegada del Mesías. Es fascinante que parte de lo que describen las lecturas del señor Cayce fue en realidad descubierto físicamente en Israel en 1947. En efecto, debido al descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto en Qumrán, Israel, los arqueólogos descubrieron un esqueleto femenino en el mismo lugar en el que la lectura de Cayce predijo que lo harían. Esta evidencia científica corrobora las declaraciones de Cayce de que los esenios en realidad existieron, y de que las mujeres formaban parte de la comunidad, incluso en Qumrán. Se ha tardado cerca de dos mil años en encontrar la evidencia de los Rollos del Mar Muerto, probando que los esenios realmente existieron y que jugaron un papel clave en la historia humana. Como voces del pasado, estas 800 piezas de descubrimiento arqueológico en el Israel moderno demuestran que había esenios viviendo en comunidad en Qumrán. Puede que hayas oído o leído acerca de los Rollos del Mar Muerto, que ahora se consideran la evidencia bíblica más antigua que existe. Si no es así, te recomiendo su lectura, como prueba de que los esenios existieron. Sin embargo, se centran principalmente en la comunidad de Qumrán, y no se identifica necesariamente el trabajo de la comunidad del monte Carmelo. Entre los tesoros descubiertos en los frascos que se encontraron en la primera cueva explorada cerca de la antigua comunidad de Qumrán, había siete pergaminos casi intactos, listos para traducir. Uno de ellos era un rollo totalmente legible que contenía la escritura del Antiguo Testamento del libro de Isaías, y que precedía al ejemplo judío más antiguo de la misma fuente bíblica. Así es como se generó una gran expectación y temor entre los teólogos e historiadores en cuanto a lo que esto significaría para nuestras actuales concepciones religiosas. (Cuando visité Jerusalén en 1984, se había construido un hermoso edificio, llamado el Santuario del Libro, para guardar los rollos en un lugar seguro y mostrar el maravilloso antiguo manuscrito de Isaías detrás de un vidrio humedecido, en un rollo continuo alrededor de toda la habitación circular. Fue emocionante ver un pedazo de esa escritura antigua, aunque no pude leer las palabras). Lo curioso de este extraordinario hallazgo es que ha sido un proceso de traducción continuo y laborioso por parte de muchos profesionales de diferentes naciones y religiones. Tanto la confidencialidad del contenido de los rollos, como el largo proceso de la traducción de los materiales, han causado indignación académica, acusaciones y discusiones en todo el mundo, coloreadas con actitudes competitivas y a menudo no cooperativas de los involucrados. Sin embargo, hoy en día el público puede finalmente leer algunas de las traducciones de lo que los esenios escribieron hace dos mil años, incluyendo textos reales de algunos evangelios contenidos en los manuscritos. Lamentablemente, los rollos no fueron individualmente firmados por los escribas, ni aparece el lugar o la fecha en el que el trabajo fue realizado; todavía quedan muchos misterios. Sin embargo, para cualquier persona interesada en este tema existe una profusión de información disponible en libros, un sinnúmero de artículos, ¡y más de 19.000 listados de páginas de Internet sobre los Rollos del Mar Muerto!


Extracto  del libro ANNA LA ABUELA DE JESUS