PREFACIO de VIRGINIA ESSENE
Hay algunos de entre nosotros que sirven como
historiadores y narradores celestiales, sacando a la luz
percepciones internas escondidas por mucho tiempo
dentro de la psique humana, así como información que
ayuda a explicar la vida en la Tierra, con sus grandes y
pequeños misterios. Si estás buscando una conciencia
mayor, te invitamos a traer tu naturaleza espiritual y una
mente abierta a medida que vamos viajando por conceptos
no tradicionales que siguen influyendo en la vida humana
en la actualidad.
Desde 1986, la Compañía de Publicidad S.E.E. —
parte de la Fundación sin ánimo de lucro COMPARTIR—
te ha ofrecido un amplio espectro de información
inspiradora y canalizada en formato libro. Ahora, en
nuestro décimo libro, presentamos a una extraordinaria y
poderosa mujer llamada Ana, que concibió en la luz a su
hija María, y le enseñó las filosofías y forma de vida
esenias para que María pudiera cumplir su papel de
madre del esperado Mesías, Jesús.
Aunque los lectores de los materiales de Edgar
Cayce pueden saber algo de los esenios y la importancia
espiritual de Ana para María, su nieto Jesús, María
Magdalena, y otros, uno debe preguntarse por qué las
biblias y los libros de historia rara vez mencionan su
papel esencial. ¿Cómo es posible que Ana haya sido
olvidada o ignorada por las dos religiones principales
durante tanto tiempo? Por este motivo te presentamos a
Ana y a un grupo pequeño y secreto de judíos que creó
deliberadamente una comunidad de servidores de la santa
luz, capaces de apoyar el plan divino conocido como «la
historia más grande jamás contada».
Al examinar la literatura judaica para encontrar una
respuesta, descubrimos que se ignora completamente el
papel vital que Ana jugó en esos profundos tiempos
bíblicos antes del nacimiento de Jesús. Ya sea que la
mayoría de los antiguos judíos rechazó la importancia de
todo el grupo de los esenios en general, o simplemente a
Ana porque era mujer, no se sabe. Tal vez, al igual que la
Iglesia Católica Romana, que finalmente canonizó a Ana
como Santa Ana, ambos eran simplemente ignorantes de
su verdadero papel en los acontecimientos acaecidos en la
Tierra Santa hace dos mil años. Increíblemente, la
reciente Enciclopedia Católica rechaza a Ana con el
siguiente comentario: «De la madre de la Virgen no se
conoce nada con seguridad; incluso para determinar su
nombre y el de su marido Joaquín tenemos que depender
del Evangelio apócrifo de Santiago, el cual, aunque en sus
formas más tempranas es muy antiguo, no es un documento
digno de confianza».
Aunque oficialmente santificada, la importancia de
Ana parece muy diluida dentro de la Iglesia Católica
Romana hasta más adelante en el siglo VI, cuando el
emperador Justiniano I le dedicó un santuario. Después, a
principios del siglo 700, se dice que el Papa Constantino
introdujo la devoción a Ana en la iglesia de Roma. El
posterior silencio sobre su vida continúa hasta los siglos
XIV y XV, cuando su popularidad parece brillar una vez
más. Esta conmovedora apreciación de Ana es expresada
artísticamente por el famoso artista, Leonardo Da Vinci
(1425-1519 a. D.) en su pintura titulada: «La Virgen y el
Niño con Santa Ana y San Juan Bautista», ahora en la
Galería Nacional de Londres. En este retrato de grupo,
Ana se muestra justo detrás de su hija María, con la mano
de Ana obviamente apuntando hacia arriba, hacia a un
boceto de la Ciudad Santa, tal vez reconociendo a Ana
como fuente espiritual de la familia, así como la
importancia del Niño Jesús y de San Juan Bautista.
Con el paso de los siglos y los motivos cada vez
menos éticos de la Iglesia Católica, algunos teólogos y
filósofos acusaron abiertamente a la Iglesia y desafiaron
sus comportamientos. A medida que los movimientos de la
Reforma continuaron sus acusaciones, fue el mismo
Federico el Grande quien escribió en el año 1790 d. C.:
«Jesús realmente era un esenio: estaba imbuido de la ética
de los esenios». Menos de un siglo después, cuando el
cuestionamiento y el fervor religioso continuaban, Earnest
Renan escribió un libro sugiriendo que «el cristianismo es
un esenismo que ha logrado un enorme éxito».
Cualesquiera que sean las razones de esta escasez
de información del pasado, te invitamos ahora a abrir un
nuevo capítulo en la historia bíblica al conocer a Ana y a
los esenios. Es hora de reconocer que el complejo plan de
ayuda de los reinos celestiales requería la encarnación de
voluntarios espirituales para ayudar a anclar y cumplir las
antiguas profecías de la venida de un Mesías a la vida
física. Nuestra opinión es que la abuela de Jesús, Ana,
voluntariamente cooperó con muchos seres celestiales
para ayudar en el acontecimiento divino de traer a María,
Jesús, María Magdalena, y otros, al planeta Tierra. Esto
fue únicamente posible gracias a la presencia de
miembros disciplinados y devotos de la comunidad esenia
del monte Carmelo en Israel, como matriz receptiva de la
energía. (Véase mapa frontispicio.)
La pregunta es: ¿quiénes eran estos esenios
secretos? Los únicos comentarios que el antiguo mundo
occidental tenía sobre la existencia de los esenios
provenían de escritores clásicos como Josefo, Filón y
Plinio el Viejo. Desafortunadamente, aunque sus
comentarios son interesantes, creo que estos autores
estaban describiendo un asentamiento esenio diferente en
Qumrán, no la comunidad de Ana en el monte Carmelo.
Aunque la forma de vida de todos los esenios se basaba
en una comunidad disciplinada, agrícola y espiritual de
individuos ascetas, solitarios, pacifistas, y separados de
la corriente principal de la práctica judaica religiosa,
social y política, había grandes diferencias y similitudes
entre las distintas comunidades.
Los esenios del monte Carmelo eran conocidos por
mantener una pureza estricta y ritual, por compartir sus
bienes en común, por trabajar duro y no tener esclavos.
No buscaban placer ni riqueza, y elegían a sus propios
líderes de entre ellos mismos. Debido a sus estrictos
hábitos alimenticios y de salud, a su negación a ofrecer
sacrificios de animales como hacían otros judíos, y a la
utilización de un calendario solar y no lunar, sus
contemporáneos los consideraban muy extraños. Algunos
esenios tenían la reputación de poder incluso predecir el
futuro.
Lo que esos primeros escritores no se dieron cuenta
fue de que había varias comunidades esenias, y que fueron
los miembros de un pequeño grupo místico en el monte
Carmelo quienes se dedicaron e implicaron intensamente
en traer al Mesías al planeta Tierra. Ninguno de los
autores al parecer se dio cuenta de que la sabiduría que
Ana compartió con su hija María, y más tarde con su nieto
Jesús, eran profundas enseñanzas e iniciaciones
espirituales cuya influencia ayudaría a formular la
creencia cristiana posterior.
En las páginas de este libro llegarás a conocer a
Ana en su papel de jefe de la comunidad espiritual esenia
del monte Carmelo, el enclave secreto de la Escuela de
los Profetas, que le permitió compartir su conocimiento
celestial con todos aquellos que fueron confiados a su
tutela. Una mujer extraordinaria, capaz de extender su
vida física por más de quinientos años, Ana revela la
intimidad de la comunidad de los esenios y sus relaciones
personales en oposición al contexto de la ocupación
Romana de la Tierra Santa. Descubrirás sus inusuales
facultades y responsabilidades, incluyendo la concepción
en la luz y el nacimiento de María, y la propia concepción
en la luz, nacimiento y crianza de Jesús por parte de
María. Este panorama que explica lo que los esenios
hicieron por Jesús, María Magdalena y por otros
discípulos y ayudantes de renombre en el drama de Cristo,
hace hincapié en el papel esencial que desempeñaron al
ayudar a Jesús a cumplir su parte como el Mesías.
Vemos cómo la resurrección de Jesús permitió la
formación de una iglesia que deificó a Jesús como un
salvador, no como un maestro y sanador esenio que
enseñó a cada persona a expresar su propio Cristo
interior. Así es como comenzó el crecimiento del
Cristianismo como teología y entidad organizativa, y el
esenismo se dejó de lado.
Es interesante observar que hasta 1928 había poca
información escrita que describiera las enseñanzas de los
esenios para el público en general. En ese momento, un
dedicado lingüista e investigador, Dr. Edmond Burdeaux
Szekely, fue capaz de encontrar y traducir un sorprendente
manuscrito arameo del siglo III y un texto en eslavo
antiguo. Este material contenía una amplia información
acerca de un grupo espiritual poco común llamado los
esenios, y enfatizaba su profunda dedicación a las
prácticas de salud y curación tal como las personificó
Jesús. Durante cincuenta años, el Dr. Szekely continuó su
trabajo de traducción y publicación de estos escritos
esenios auténticos en 26 idiomas diferentes y
generalmente en pequeños folletos económicos. Su trabajo
llevó las creencias esenias a una mayor atención mundial,
y el Dr. Szekely fue capaz de cofundar una organización
internacional esenia con Romain Rolland, místico del
siglo XX y ganador de un Premio Nobel.
Sin embargo, no se hizo ninguna mención particular
a Ana o a su hija María en los escritos del Dr. Szekely.
Más bien, los temas centrales fueron las enseñanzas y las
prácticas curativas de Jesús contenidas en los evangelios
esenios, y eso capturaría la atención del público. En uno
de sus libros, El Evangelio de los Esenios, el Dr. Szekely
relató el siguiente Prólogo a la Adoración Esenia:
«Cuando Dios vio que su pueblo perecería porque
no veía la Luz de la Vida, escogió lo mejor de Israel para
que pudieran hacer brillar la Luz de la Vida delante de los
hijos de los hombres. Y los elegidos fueron llamados
esenios, porque enseñaban a los ignorantes, sanaban a los
enfermos, y se reunían en la víspera de cada séptimo día
para regocijarse con los Ángeles».
Sin embargo, no fue hasta la década de los años 30
y 40 que se reveló en Estados Unidos la primera
descripción fascinante de la comunidad de los esenios del
monte Carmelo. A través de estados de trance
autoinducidos, el psíquico Edgar Cayce habló de Ana y de
los esenios en sus 14.000 «lecturas». Describió a los
esenios como miembros de una pequeña secta judía
espiritual que comenzó cien años antes del nacimiento de
Jesús, en el siglo segundo antes de Cristo, y continuó unos
68 años después de la crucifixión de Jesús y la
destrucción del templo judío. Las lecturas de Cayce sobre
los esenios confirmaron que había una conexión definitiva
entre la familia y los amigos de Jesús y las comunidades
de los esenios.
Después de definir el término esenio como
«esperanza», Cayce aclaró que los judíos se habían
dividido en varias sectas, como los fariseos y los
saduceos, y también un pequeño grupo llamado los
esenios. Este último grupo representaba a los judíos que
apreciaban a las personas que habían sido visitadas por lo
sobrenatural o que habían tenido experiencias inusuales en
sus sueños, visiones o voces interiores. Cayce informó
que estos designados esenios eran una consecuencia de las
enseñanzas de Melquisedec, extendidas a través de Elías,
Eliseo, y Samuel, y que consecuentemente, se ofrecieron
como canales para recibir información espiritual de
origen divino. Los esenios se unieron en una comunidad
de amor y devoción para vivir una vida santa y realizar
buenas acciones, y honrar a las mujeres igual que a los
hombres. Por encima de todo, los esenios creían en un
plan divino para la evolución humana y deliberadamente
se preparaban para ser dignos de recibir a un Mesías para
el mundo.
El señor Cayce menciona específicamente que Ana
estaba en la Tierra Prometida en los días anteriores y
justo después de la entrada del Príncipe de la Paz al
mundo físico. Él la describe como una vidente y profetisa
perteneciente a una organización que podía interpretar el
tiempo y el lugar de acuerdo a las estrellas y podía
calcular los efectos de la numerología en la vida física.
Ella fue, al parecer, muy bien considerada entre los
esenios, e inició a innumerables personas, incluyendo las
doce doncellas cuya pureza fue lo suficientemente alta
como para recibir las energías de la concepción en la luz
necesaria para concebir al Mesías. Ana misma dio a luz a
María a través del proceso de concepción en la luz, y
también ayudó a María a hacer lo mismo. De esta manera,
y de muchas otras, ella fue una mujer santa que participó
activamente en la preparación de la llegada del Mesías.
Es fascinante que parte de lo que describen las
lecturas del señor Cayce fue en realidad descubierto
físicamente en Israel en 1947. En efecto, debido al
descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto en Qumrán,
Israel, los arqueólogos descubrieron un esqueleto
femenino en el mismo lugar en el que la lectura de Cayce
predijo que lo harían. Esta evidencia científica corrobora
las declaraciones de Cayce de que los esenios en realidad
existieron, y de que las mujeres formaban parte de la
comunidad, incluso en Qumrán.
Se ha tardado cerca de dos mil años en encontrar la
evidencia de los Rollos del Mar Muerto, probando que
los esenios realmente existieron y que jugaron un papel
clave en la historia humana. Como voces del pasado, estas
800 piezas de descubrimiento arqueológico en el Israel
moderno demuestran que había esenios viviendo en
comunidad en Qumrán.
Puede que hayas oído o leído acerca de los Rollos
del Mar Muerto, que ahora se consideran la evidencia
bíblica más antigua que existe. Si no es así, te recomiendo
su lectura, como prueba de que los esenios existieron. Sin
embargo, se centran principalmente en la comunidad de
Qumrán, y no se identifica necesariamente el trabajo de la
comunidad del monte Carmelo. Entre los tesoros
descubiertos en los frascos que se encontraron en la
primera cueva explorada cerca de la antigua comunidad
de Qumrán, había siete pergaminos casi intactos, listos
para traducir. Uno de ellos era un rollo totalmente legible
que contenía la escritura del Antiguo Testamento del libro
de Isaías, y que precedía al ejemplo judío más antiguo de
la misma fuente bíblica. Así es como se generó una gran
expectación y temor entre los teólogos e historiadores en
cuanto a lo que esto significaría para nuestras actuales
concepciones religiosas. (Cuando visité Jerusalén en
1984, se había construido un hermoso edificio, llamado el
Santuario del Libro, para guardar los rollos en un lugar
seguro y mostrar el maravilloso antiguo manuscrito de
Isaías detrás de un vidrio humedecido, en un rollo
continuo alrededor de toda la habitación circular. Fue
emocionante ver un pedazo de esa escritura antigua,
aunque no pude leer las palabras).
Lo curioso de este extraordinario hallazgo es que ha
sido un proceso de traducción continuo y laborioso por
parte de muchos profesionales de diferentes naciones y
religiones. Tanto la confidencialidad del contenido de los
rollos, como el largo proceso de la traducción de los
materiales, han causado indignación académica,
acusaciones y discusiones en todo el mundo, coloreadas
con actitudes competitivas y a menudo no cooperativas de
los involucrados. Sin embargo, hoy en día el público
puede finalmente leer algunas de las traducciones de lo
que los esenios escribieron hace dos mil años, incluyendo
textos reales de algunos evangelios contenidos en los
manuscritos. Lamentablemente, los rollos no fueron
individualmente firmados por los escribas, ni aparece el
lugar o la fecha en el que el trabajo fue realizado; todavía
quedan muchos misterios. Sin embargo, para cualquier
persona interesada en este tema existe una profusión de
información disponible en libros, un sinnúmero de
artículos, ¡y más de 19.000 listados de páginas de Internet
sobre los Rollos del Mar Muerto!
Extracto del libro ANNA LA ABUELA DE JESUS