María
de Nazareth
“Este
es un gran tiempo de revelaciones”
Por
María Ruso – Adehenna
18-6-2015
(Rezando
el santo Rosario, ya casi llegando al último misterio, Mi Santa Madre, se hace presente, con su inconfundible perfume a rosas).
Desciendo
amada niña, Soy tu mama del Cielo, María de Nazareth, y de todas las criaturas de la Tierra, y me
manifiesto al mundo para traer la verdad, este es un tiempo de revelaciones, para traer la Fe.
Cada
Testimonio de Fe, puede hacer
mucho, en sus vidas cotidianas, puede dar un
impulso para creer que el amor salvara a la humanidad.
Las
revelaciones están dando luz, a los
hechos oscuros, que unos pocos han deseado ocultar imponiendo razones, que solo convenían a sus interés ocultos.
Muchos
siglos y siglos, han pasado,
y en mis apariciones he develado
secretos, a través de mis canales
inmaculados, y continuo enviando
mensajes de esperanza, y amor, para estos tiempos que mis corazones de
rosas, han llegado a vosotros, para abrir los corazones de las almas. Yo soy vuestra madre, y también
la madre de mi amado Jesús, y tan solo he sido una criatura, una mujer, y
en mi
misión como redentora de las
almas, les revelo, la importancia infinita, que vosotras tenéis, las mujeres, en especial,
renaciendo el flujo, de la
vibración femenina, el surgimiento de la diosa,
en vosotras, sois diosas,
porque de vuestro fruto, se
definen las nuevas generaciones de almas
nuevas, ya no las viejas almas que
vuelven a nacer, ya no, los niños futuros, mis niños también, nacen
con un nuevo código diamantino
en sus corazones, ya no tendrán, que aprender,
solo recordar, quienes son, esos niños son reliquias del cielo, mis pequeños, almas inocentes, que a veces sin saber su origen
se entregaran para la salvación de la humanidad, toda bondad,
y ternura, ya están impresas en
sus corazones. Ellos provienen de las estrellas, del universo, de las diferentes
galaxias, nunca antes han encarnado,
y vosotras, seréis el seno donde
daréis vida, y el hogar lleno de amor
que mis niños, deben recibir.
Yo vuestra madre, María de
Nazareth, obrare en vosotras,
los ángeles y arcángeles, ya
están prestos, para realizar el llamado.
Por
esto, amadas niñas, Madres, abuelas,
tías, es el tiempo de reconocer la nueva santidad de estas almas nuevas,
inmaculadas, que debemos preservar,
guiar y proteger.
Estos
nuevos maestros, os deslumbraran, por su
sabiduría, sus silencios, y su capacidad asombrosa dedicada al mas puro
amor.
No
conocen, las miserias oscuras, los latidos de corazón, y la intuición son
los elementos que los llevaran a
accionar, respetando las leyes del
universo, que ya son innatas,
en su ser, se saben
confiables y amables, pero muy
rectos en sus convicciones, la fe y la confianza en Dios Creador, será incorruptible, y unidos a la
Fuente, desarrollaran su labor,
traerán conocimientos del
universo, y se manifestaran con
una fluidez impecable.
Estas amorosas criaturas, serán guiadas por los ángeles y arcángeles del
cielo, y el vínculo con ellos,
no se perderá jamás, porque traen
consigo una vibración celestial.
En los tiempos que vienen, serán
algunos pocos, muy especiales, pero se harán notar,
luego vosotras, madres, sentiréis
en vuestro corazón,
una sensación diferente cuando os
será anunciado que en vuestro
vientre, seréis madres de un alma nueva, quedaran en el
anonimato, y seréis vosotras las que experimentareis las maravillas de la obra
de Dios Padre.
El
hombre nuevo, nacerá y reinara aquí en
el Cielo como en la Tierra.
Podéis
imaginar mis adorados niños de mi corazón,
como fue mi vida junto a mi niño Jesús, tenia en mis manos sus manitas pequeñas, y sabia que era Dios mismo, sus manecitas estaban frías,
porque afuera hacia frio, y
trataba de abrigarlas con mi calor.
Cada niño, es un sol,
una estrella, que nos se ha encomendado a nuestro cuidado, es parte de nosotras, pero TAMBIEN es parte
del universo y de DIOS.
En mis tiempos, cuando el Ángel me hablo, su voz era cálida y pausada, podría haberme
asustado, pero el amor invadía mi ser,
tenia confianza, era traslucido,
brillante, y su anuncio estaba
lleno de felicidad y gozo, y un rayo
atravesó mi ser, mi entrega era absoluta, desde ese instante conocía la
grandeza de Dios, mi amor de Madre broto
sin darme cuenta, y era tan solo un pequeña mujer de Nazareth, al igual de las otras, viviendo una vida simple, pero llevando la
Luz, y aprendiendo de mi niño Jesús.
En Nazareth,
mi vida era en apariencia, como la que vivían los demás,
pero vivía emocionada, todo el
tiempo, EL era Dios, y a la ves es mi
Hijo, y el Hijo de Dios Mismo, era demasiado grande a veces para
comprender, en aquellos tiempos, pero mi fe es tan inmensa que nunca dude, la divinidad,
la veía en los ojos de mi niño, en su
rostro, en sus palabras, en la luz que irradiaba, su presencia era
divina.
En Nazareth,
hacia, lo mismo, que hacían las mujeres de la época, cosía,
tejía, amasaba el pan, en mi casa siempre había olor a pan, y cuando
horneaba el pan, mi niño estaba sentado en
su silla que le había hecho
José, esperando su panecillo.
Nunca
podre olvidar su carita, sus ojitos
llenos de felicidad.
Tan
solo amor, el amor que no se
ve, el amor que se siente y hace vibrar
el alma.
Amados
niños de mi corazón, corazones de
rosas, os envió, llenos del más puro amor, os cubro con
mi Manto.
Yo soy
Maria de Nazareth.