El Flujo de Recibir en Vuestra Vida
Pamela canaliza a la Tierra
Traducción: Sandra Gusella
Queridos hombres y mujeres:
Soy la Tierra
quien habla. Los saludo desde mi corazón, un corazón que late dentro de
ustedes. Yo fluyo a través de vuestro cuerpo y estoy con ustedes, y
quiero apoyarlos y darles lo que necesiten. Ustedes están conectados
conmigo en y a través de vuestro cuerpo y yo continuamente les envío
señales como una invitación. Escúchenme – les estoy hablando a través de
vuestro cuerpo. Ahora tómense un momento de descanso y relajación para
que puedan sentir mi presencia en ustedes.
Vuestra
conciencia es Luz, y pueden imaginarla como una especie de haz. Este eje
de Luz puede enfocarse de varias maneras para permitir que la Luz
resplandezca. Vuestra conciencia es una concentración de conciencia que
es neutral en sí misma, porque en ella no hay proceso de pensamiento, en
el sentido de juzgar u ordenar. Es un modo más objetivo y neutral de
ser, y ustedes son esa conciencia.
Esa conciencia
ha descendido dentro del cuerpo que ustedes tienen ahora, aquél a través
del cual viven en este momento. Llenen vuestro cuerpo con vuestra
conciencia, comenzando con vuestros pies. Dejen que vuestra atención
fluya a través de vuestros pies, sin ningún motivo o expectativa. Para
vuestros pies es maravillosa esa atención; ellos se bañan en vuestra
conciencia. Sientan la luz fluir a lo largo de la planta de vuestros
pies y a través de vuestros talones y los dedos de los pies. Sientan
como la Luz los relaja. Dejen que viaje hacia arriba a medida que
ustedes enfocan vuestra atención en vuestros tobillos, vuestras
pantorrillas y rodillas, y arriba a través de vuestros muslos hacia
vuestra cadera y pelvis. Y permitan que la Luz fluya dentro del área de
vuestro abdomen. Tómense su tiempo para hacer esto, para que realmente
se sientan anclados en vuestro cuerpo. Sientan la Luz de vuestra
conciencia fluir en suaves corrientes, ondulando a través de vuestras
piernas y vuestro abdomen. Sientan como vuestra mente se detiene, y sean
totalmente conscientes de que ustedes son conciencia – ustedes son Luz.
Si hay
pensamientos, dense cuenta de ellos del mismo modo en que se darían
cuenta de los sonidos externos, tal como el ladrido de un perro afuera.
Ustedes no son el ladrido de un perro y ustedes no son vuestros
pensamientos. Ustedes son la conciencia que está consciente. Sientan el
espacio abierto que es vuestra conciencia. Ustedes son ese espacio, el
espacio entre vuestros pensamientos, entre las muchas sensaciones y
estímulos en vuestra cabeza y en vuestro cuerpo. Sientan cuán libre es
esta conciencia. Observa todas estas sensaciones y lúdicamente
interactúa con ellas. Cuando vuestra Luz es tan casual y libre, cuando
se conecta con apertura con vuestro cuerpo, vuestra parte de la Tierra
es nutrida. Ésta es la Luz más sanadora que jamás puedan recibir, la Luz
de vuestra propia alma, de vuestra propia conciencia. La Luz tiene
poder sanador, entonces permítanle que fluya a un lugar en vuestro
cuerpo donde hayan acumulado tensión, el lugar que ustedes reconozcan
como un punto vulnerable en vuestro cuerpo. Nuevamente, sin ningún
juzgamiento y muy objetivamente, dejen que la Luz fluya hacia ahí. Así
es como se recupera el equilibrio.
Hoy quiero
hablar acerca del flujo de recibir en vuestra vida. La forma más
profunda de recibir es aceptarse como uno es. Con la Luz que está en
ustedes, ustedes observan vuestra humanidad, vuestros sentimientos,
vuestras emociones, vuestros miedos o vuestra terquedad. Los rodean con
vuestra Luz apacible y objetiva. Sólo entonces ustedes crean el lecho
fértil que se necesita para recibir. El deseo más profundo en un ser
humano es ser abrazado, ser visto amorosamente, ser reconocido, ser
acogido en los brazos de una madre amorosa incondicional. Eso da
seguridad y tranquilidad. En esa seguridad, en ese reposo reparador,
ustedes comienzan a irradiar. Son quienes son, naturalmente, como una
flor que emerge desde el brote. Cuando su lecho es fértil, la flor surge
y comienza a florecer naturalmente con su propio resplandor.
Está destinado a
que sea en esta vida cuando comiencen a sentir ese amor incondicional
por ustedes mismos. Éste es un gran desafío porque en los seres humanos
vive una tendencia arraigada a buscar amor fuera de ellos mismos.
Ustedes tratan de nutrirse por medio de energías externas, para así
sentirse satisfechos, sentirse abrazados y pertenecer. Pero vuestro
camino es uno diferente. Vuestro mandato más profundo y sagrado es
aceptarse a ustedes mismos a pesar de todas las influencias externas, a
abrazarse con esa Luz amorosa que ustedes son. Y eso incluye aquellas
capas profundas y oscuras que ustedes más bien esconderían y que no
quieren experimentar. El instrumento con el que pueden amarse, aceptarse
y abrazarse ya está dentro de ustedes. Es la Luz de la que hablé antes,
la conciencia que ustedes son. Siéntanla por un momento profundo en
vuestro abdomen. Es una Luz que está más allá de este mundo, y no está
ligada al tiempo y al espacio o la forma. Es una Luz eterna que es
completamente vuestra y única. Sientan vuestra propia Luz.
Ustedes han
permitido que la Luz de vuestra conciencia circule a través de vuestras
piernas y dentro del área de la pelvis y el abdomen. Ahora les pido que
lleven la Luz más arriba, al área de vuestro plexo solar, el cual corre a
través de vuestro estómago. Permitan que la Luz fluya por aquí muy
calmada y objetivamente. El plexo solar es un centro muy importante.
Hace unos días hablé acerca de cómo ustedes están actuando como un
intermediario entre el poder del Cielo y el de la Tierra, entre el flujo
de vuestra alma y el de vuestro cuerpo. Vuestro plexo solar
literalmente es el centro de esa interacción. De una manera, es el
mediador. La personalidad terrenal que ustedes son encuentra aquí sus
cimientos.
Quisiera
hablarles acerca de esa personalidad terrenal. En un sentido, la
personalidad terrenal es una especie de navegante que tiene que tratar
con muchas influencias diferentes, y quien tiene que integrar, de un
modo equilibrado, la inspiración que viene de arriba, del alma, con las
fuerzas emocionales del niño interior. El cuerpo terrenal tiene que
asimilar todo eso junto con las influencias externas: las personas, las
situaciones, los desafíos.
La última vez
que hablé, discutí sobre las dos clases de influencias que pueden
hacerles perder el equilibrio y causarles un trastorno. Una era el miedo
y la otra era el control, el deseo de manipular. Si ahora observan el
centro del plexo solar pueden imaginar que éste es el asiento del ego,
la parte de ustedes que debe mediar entre todas estas influencias y
flujos y tomar medidas en este mundo del tiempo y del espacio, de la
forma material. Yo no veo al ego como algo malo. Lo veo como una
necesidad, dado que es necesario en este mundo para poner todos los
flujos diferentes de energía en equilibrio de modo que puedan expresarse
aquí en este entorno terrestre. Les permite dar y recibir.
Ahora, a
grandes rasgos, hay dos trampas para el ego, el cual está centrado en
vuestro plexo solar. El ego puede hacerse muy pequeño así como también
hacerse muy grande. Si se hace muy pequeño, se retira energéticamente
dentro de vuestro plexo solar y se halla en un estado de miedo, de
ansiedad y de preocupación. Constantemente piensa que “no puede”, que no
es lo suficientemente bueno, que ustedes necesitan a los demás, y que
son incapaces. Miren dentro de ustedes mismos para ver si reconocen ese
tipo de ego. Vean si en medio de las mayores influencias que encuentran
en la vida – el poder del alma, las ansias emocionales del niño
interior, las presiones del mundo externo – a menudo tienen la sensación
de que todo es demasiado para ustedes. Vean si vuestro ego evoca miedo y
quiere esconderse, o si ustedes tienen dificultades para establecer un
espacio personal, o si buscan escusas o modos de escapar de esta
realidad. Ésas son formas de un ego demasiado pequeño que está dominado
por el miedo, o que a veces incluso está traumatizado.
Ahora también
está la posibilidad de un ego demasiado grande. Eso también se hace
sentir en el área del plexo solar. Un ego demasiado grande se siente
algo hinchado y forzado – quiere demasiado. Un ego demasiado grande
sobreestima su habilidad para establecer las cosas a su manera, para
moldear y dirigir el mundo. Continuamente piensa: “tengo que organizar
esto, quiero establecer esto, o las cosas no funcionarán sin mí”. Quiere
mantener el control y de esta manera limita sus propias posibilidades.
Porque cuando el ego quiere ejercer demasiado control, irrevocablemente
cierra el flujo de los impulsos del alma. Pueden decir que hay
anteojeras o visión túnel cuando quieren controlar las cosas demasiado
desde un ego muy grande. Además, un ego grande a menudo tiene poca
conexión con el niño interior. Las emociones y las señales emocionales
que emergen desde el niño con frecuencia son ignoradas o vistas como muy
pesadas. El ego quiere moverse hacia adelante hacia sus metas. Los
mantiene atascados en su visión túnel. Observen dentro de ustedes para
ver si reconocen este rasgo. Vean si ha habido épocas en vuestra vida
cuando se aferraban a los objetivos de vuestro ego, temerosos de soltar.
Usualmente,
ambos aspectos del ego son encontrados en la mayoría de las personas. A
veces es el caso que para una persona hay un mayor énfasis en el aspecto
de un ego demasiado pequeño, mientras que para otro es el aspecto de un
ego muy grande lo que está jugando una mala pasada. Pero en ambos
casos, finalmente ustedes llegarán a estar desconectados de vuestro
corazón, de vuestra alma y de vuestras emociones. La forma de regresar a
vuestro centro, de permitir la restauración del equilibrio y la
reapertura del canal hacia el alma y hacia el niño interior, es
observando lo que están haciendo amorosamente y desprendidamente, de un
modo objetivo. ¿Se alimentan a ustedes mismos con pensamientos
despectivos y opresivos? ¿Se hacen pequeños? Entonces crean una historia
alrededor de la idea de que las cosas no pueden ser de otra manera y
que está bien de ese modo.
Examinen la
historia en detalle. Obsérvenla cuidadosamente para ver cómo esa
historia está dominada por el miedo, por un ego que no se atreve a
ocupar espacio personal, a confiar en sí mismo y en su propia fuerza.
Rodeen a ese ego con amor, con comprensión y con dulzura.
Cuando vuestro
ego va demasiado en la otra dirección, cuando rechaza soltar e insiste
en determinar y dominar todo, entonces sean conscientes de esta
estructura de creencias, pero háganlo con una mirada benévola y
comprensiva. Ríanse de cómo hacen un lío de las cosas cuando tercamente y
obstinadamente se pegan a la visión túnel. Permítanse ser
placenteramente sorprendidos por nuevas posibilidades. Recuerden que a
menudo es una virtud no saber algo, estar abierto a lo nuevo.
¿Por qué hoy
hablo sobre estas dos formas de un ego desequilibrado? Porque es la
clave para ser capaces de recibir lo que la vida quiere darles. Ustedes
se desconectan del flujo de recibir al hacerse demasiado pequeños o
demasiado grandes. Viendo estas tendencias en ustedes mismos y riéndose
de ellas, naturalmente ustedes regresan a vuestro centro. Sientan eso
por un momento. Observen que detrás o al lado de ustedes está vuestra
alma y que adelante o al lado de ustedes está vuestro niño interior.
Sientan el enorme y sabio poder de vuestra alma, quien sabe mucho más de
lo que ustedes pueden saber con vuestra mente humana. ¡Confíen en ella!
¡Confíen en él!
Imaginen que en
vuestro plexo solar vive una pequeña figura, un hombre o una mujer, una
figura que representa vuestro ego, y obsérvenlo muy objetivamente. ¿Esa
figura se extiende hacia adelante y trata de ordenarlo todo? ¿O esa
figura retrocede porque todo es demasiado, muy abrumador y evoca mucho
miedo dentro de él o ella? Observen qué movimiento vuestro ego está
tentado a hacer, hacia adelante o hacia atrás. Finalmente, imaginen que
vuestro ego está equilibrado y que esta figura en vuestro plexo solar
está en una posición vertical, de pie. Está conectado con vuestra alma y
con el Cielo desde arriba, y con vuestro cuerpo y con la Tierra desde
abajo. Sientan cuán sustentador y liberador es eso para vuestro ego,
para vuestra personalidad. Todo se vuelve más libre y más fluido. Es un
flujo apacible de amor incondicional. Permitan que este flujo tenga
lugar, y dejen que los eleve.
© Pamela Kribbe