Viviendo en el Tiempo del “Ahora”
www.danamrkich.com
9 de Octubre 2013
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Traducción: M.
Cristina Cáffaro
Vivir en el AHORA es una sensación interesante, casi
parece que no estamos sobre suelo firme; sin embargo, en realidad es más
estable que donde acostumbrábamos a
pararnos constante y predominantemente: en el pasado o en el futuro. Vivir en el pasado puede traernos emociones
como ira, lamentación y resentimiento gran parte del tiempo. Vivir en el futuro
resulta en mucha preocupación, miedo, duda y ansiedad innecesarias
que no nos ayudan. Vivir en el Ahora se siente... bueno, al principio se siente
extraño. Sí, puede sentirse muy calmante y tranquilizador el permitirse confiar en la vida, en sí mismo
y en la conexión con aquello que te guía, todo el tiempo. No obstante al
principio puedes sentir que estás en el vacío; ni aquí ni allá.
Estamos acostumbrados a apegarnos a las cosas, a las
pertenencias, a las personas, a las situaciones, a los empleos. Si se saca al “tiempo”
fuera de la ecuación, de repente un montón de cosas se vuelven irrelevantes.
Simultáneamente unas pocas cosas sobresalen como verdaderamente valiosas y
preciosas para ti, conduciendo a una mayor apreciación de lo que es
verdaderamente importante, y a un mayor deseo de vivir tu vida de acuerdo a
eso.
Vivir en el Ahora conduce a una sensación de
desapego en relación con ciertas situaciones que antes te hubieran mantenido
“enchufado”. Idealmente, esto es un
desapego saludable de aquellas cosas que realmente no te servían, pero los
desapegos de cualquier tipo pueden sentirse desconcertantes. Pueden hacerte
sentir “desconectado” si es que has estado demasiado apegado a alguien o algo
exterior a ti, o si previamente referías tu sentido de identidad a ese alguien
o algo.
Hace poco apareció un comentario muy relevante de
alguien que dijo: “Bueno, ¿vivir en el Ahora significa no preocuparse por las
facturas del mes próximo?” Dejo constancia de que he aprendido a no preocuparme
por las facturas de la próxima semana, ni qué decir del próximo mes; y sí, esto
incluye esos momentos en que no tengo idea de dónde vendrá. He aprendido a
confiar, no por fe ciega, sino por una experiencia tras otra en las que el
dinero que realmente necesitamos siempre llega cuando más necesario es. Esto no
significa sentarse a esperar que caigan milagros del cielo. Uno aprende a
escuchar a sus instintos, a seguir los avisos y los empujoncitos internos. Son
las llaves que destraban y abren las puertas de la oportunidad. Son las miguitas
de Hansel y Gretel que nos
conducen a sincronicidades mágicas (naturales). Son
nuestro GPS interno funcionando, ofreciendo momentos de claridad en lamparitas
que dicen: “¡Por aquí, por aquí!”
En un momento al azar, o no tan al azar, hace 21
años, me quité el reloj y no he vuelto a usar ninguno desde entonces. ¿No tener
un reloj pegado a mi cuerpo me habrá ayudado a vivir en el “Ahora”? Por
supuesto que tengo que mirar relojes, como todos, porque hay lugares a donde
ir, personas con quienes encontrarse, etc. (En realidad nunca tuve reloj en mi
casa tampoco – no es difícil enterarse de la hora, gracias a los teléfonos,
computadoras, coches, etc.). Personalmente creo que a mí me ayudó. Sin embargo,
tengo curiosidad: ¿alguien más sintió la necesidad de no usar reloj? ¿Ha
sentido que esto marcó una diferencia en su vida?
© Dana Mrkich 2013 Se concede permiso para compartir libremente este artículo
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Difusión: El Manantial del Caduceo
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