Introducción
Es indiscutible que uno de los elementos que no pasa desapercibido en cualquier exornación navideña es la Estrella de Belén. A medida que se va acercando la Navidad nuestras calles se iluminan y no es rara aquella en la que aparezca una estrella. Belenes, villancicos, anuncios, películas,... en todos estas situaciones no falta la bíblica estrella de Belén. Con la ayuda de los ordenadores, los avances en traducciones de lenguas orientales y nuevos hallazgos arqueológicos, hoy día tenemos posibilidades de investigar, desde el punto de vista astronómico, que pudo ser realmente la estrella. Las conclusiones que se van obteniendo aún andan por el terreno de las hipótesis pero permiten obtener algunos datos interesantes y descartar algunos sucesos astronómicos que se relacionaban, (y aún se relacionan erróneamente) con la Estrella de Belén.
Por último una advertencia: este
escrito no tiene más intención que la de divulgar. Se tratará de mostrar
las distintas explicaciones que se le dan a la existencia y aparición
de la Estrella de Belén desde un punto de vista científico, más en
concreto, astronómico, sin pretender mitificar ni desmitificar nada ni a
nadie. No tienen lugar en éste texto teorías que se alejen de este
punto de vista.
Continúa1. Natividad
Para poder investigar hechos astronómicos del pasado se requiere conocer la fecha en la que éstos pudieron darse con cierta exactitud. De modo que, como quiera que la Estrella de Belén apareció en tiempos de la Natividad, es necesario buscar informaciones y pruebas que puedan aclararnos cuando nació Jesús. Los escasos datos de los que disponemos son referencias bíblicas; a partir de ellas tendremos que acudir a la Historia para obtener datos concretos. Veamos pues de qué elementos disponemos.
1.1. Referencias Bíblicas
Sólo hay dos referencias en la
Biblia acerca de la Natividad: la primera (y la más completa) la
encontramos en el evangelio de San Mateo; luego podemos leer algunos
versículos relacionados con la Natividad en el Evangelio de San Lucas.
Si comenzamos leyendo el Evangelio
según San Mateo, podemos obtener las primeras notas que pueden servirnos
para ir cercando la fecha del nacimiento de Jesús y de paso,
encontramos la primera referencia a la Estrella de Belén:
- "Cuando
Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del
oriente a Jerusalén unos magos diciendo: ¿Dónde está el rey de los
judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente y
venimos a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda
Jerusalén con él." (Mateo, 2. 1-3)
Por otra parte el Evangelio según San Lucas nos dice:
- "Aconteció
en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto
César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo
siendo Cirinio gobernador de Siria. E iban todos para ser
empadronados, cada uno a su ciudad. Y José subió de Galilea, de la
ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén,
por cuando era de la casa y familia de David; para ser empadronado con
María su mujer, desposada con él, la cual estaba en cinta. Y aconteció
que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y
dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó
en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. Había
pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la
noche sobre su rebaño" (Lucas, 2. 1-8)
No hay más que prestarle un poco de atención a estos textos para sacar algunos detalles. Según se indica, al nacer Jesús:
1.- Reinaba Herodes.
2.- Se estaba realizando un censo de población.
3.- Cirinio era gobernador de Siria.
Detalles que la historia nos explica y desarrolla:
1.- Herodes el Grande reinaba en Judea,
nació el 73 a.C. y según los historiadores modernos se sabe que murió
después de un eclipse de Luna que pudo verse desde Jericó y antes de la
Pascua Judía. Según sabemos, dicho eclipse puede corresponderse con el
sucedido el l3 de marzo del año 4 a.C. Con lo cual Herodes el Grande
pudo haber muerto a finales de marzo o principios de abril de dicho año.
Por tanto podemos establecer una primera cota en las fechas: la
Natividad debió acontecer antes del 4 a.C. Ahora bien, si volvemos al
Evangelio de Mateo tenemos que:
- "Herodes
entonces, cuando se vio burlado por los magos, se enojó mucho y mandó
matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en
todos sus alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de los
magos." (Mateo, 2. 16)
Si el hecho es así, Jesús tendría como
mucho dos años al dictar Herodes la degollación de los santos
inocentes. Por lo que, basándonos en el Evangelio de Mateo, podríamos
hablar de una fecha para la Natividad entre el 7 a.C. y el 5 a.C.
2.- Realización de un censo. Se
sabe que Augusto César mandó a realizar censos con carácter tributario
en tres ocasiones durante sus cuarenta años de gobierno. Los censos
fueron realizados en los años 28 a.C.; en el 8 a.C. y en el 14 d.C.
3.- Cirinio era gobernador de Siria.
Hoy día conocemos que Cirinio o Quirinius fue gobernador de Siria no
antes del 6 d.C. Aunque anteriormente desempeñó cargos gubernamentales
desde los años 6 y 5 a. C. ¿Serían estos cargos a los que se referiría
Lucas?
Así pues el margen de fechas que obtenemos del Evangelio de Lucas es más amplio: del 8 a.C. al 14 d.C.
1.2 Dionisio el Exiguo
Dionisio el Exiguo fue un monje y
astrónomo que vivió en el siglo VI d.C. y que después de declinar el
imperio romano pensó sustituir el calendario romano (basado por entonces
en los años transcurridos desde la fundación de Roma) por otro
cristiano que tomara como origen el nacimiento de Jesús. Así, el inicio
de contar los años, o lo que conocemos por Era Cristiana, fue propuesto
por éste astrónomo al Obispo Petronio allá por el año 531 d.C. en un
intento de realzar la figura de Jesucristo en perjuicio de la de
Diocleciano, emperador romano que persiguió constantemente a los
cristianos.
El método que usó Dionisio se basó en
confeccionar una tabla en la que aparecerían los emperadores romanos
desde adelante hacia atrás, contando los años que habían gobernado cada
uno de ellos. El método funciona pero Dionisio se equivocó. En primer
lugar marcó el año del nacimiento de Jesucristo como el año 1 (origen,
por cierto, de la polémica de finalización del siglo) y por tanto no se
tuvo en cuenta al número cero y no contó tampoco que Augusto César
gobernó con su verdadero nombre, Octavio, durante cuatro años. Así pues
se deduce una diferencia de cinco años. Por lo cual, según el sistema de
Dionisio, la fecha de la Natividad sería el 5 a.C.
Algunos investigadores, entre los que se
encuentra Mark Kidger del Instituto de Astrofísica de Canarias, creen
posible la determinación del 5 a.C. como el año en que nació Jesús.
Es evidente que esta hipótesis conlleva cierta dosis de imprecisión y
por eso se representa como tal. No obstante, la vamos a tener como fecha
base en todo el trabajo.
Es más, algunos estudiosos del tema
incluso arguyen que Jesús pudo nacer entre marzo y abril (inicios de la
primavera al fin y al cabo) de ese año. Estos argumentos se basan en la
referencia bíblica de Lucas de la falta de sitio en la posada y en la
presencia de pastores vigilantes de sus manadas (Lucas, 2, 8; ver más
arriba). Lo primero puede comprenderse si observamos que fue una fecha
muy próxima a la Pascua Judía y el pueblo se dirigía a las ciudades para
celebrarla. La explicación buscada para el último versículo citado, el
de los pastores, no es más que una cuestión meteorológica y ganadera. Es
evidente que es costosísimo dormir al raso en invierno y por otra parte
solo se sacaban los rebaños en los meses primaverales, en los cuales,
además, parían los rebaños. En invierno siembre estarían protegidos. A
lo largo de la historia se han dado multitud de fechas por parte de
teólogos y religiosos pero sin una base fija sobre la que argumentar.
Por último tampoco está de más hacer
constar la polémica existente sobre el lugar del nacimiento de Jesús. No
obstante para fines astronómicos y dada la extensión reducida de Israel
podemos pasar por alto que Jesús naciera en Belén, Nazaret o, como
argumentan algunos historiadores, Cafarnaún.
1.3 La Celebración de la Navidad
Desde un punto de vista anecdótico, si Jesús nació en primavera, ¿por qué celebramos la Navidad el 25 de diciembre?
Curiosamente éste día no tiene ninguna
relación con Jesús ni con otro motivo religioso: era la fecha en la que
se hacía una celebración pagana en conmemoración del solsticio del
invierno. Ya sabemos que después del solsticio de invierno los días más
oscuros han pasado, se empiezan a notar los días más largos, la
temperatura dejará de ser tan fría en pocas semanas y el campo comenzará
a prepararse para dar sus frutos. Este renacimiento del Sol siempre fue
celebrado por distintas culturas desde tiempos inmemoriales y estaba
asociado al nacimiento de dioses como Horus (Egipto)., Dionisio
(Grecia), Baco (Roma), Mitra (India) o Buda (Oriente).
Hacia los años 352-366 parece que se
comenzó a imponerse la celebración de la Natividad la noche del día
veinticuatro al veinticinco de diciembre. Anteriormente algunas culturas
la celebraban entre el seis (armenios) y el ocho de enero (egipcios y
griegos fundamentalmente). La Iglesia en lugar de reprimir las fiestas
paganas decidió absorberlas y reconvertirlas. De ésta forma, en la mitad
del siglo IV los monjes griegos San Juan Crisóstomo y San Gregorio
Nacianceno fueron los influyentes personajes que hicieron posible que la
Navidad la celebremos hoy el día veinticinco. En España venimos
celebrando la Navidad en ésta fecha desde el año 380 después de ser
aprobado en el concilio de Zaragoza. Hoy día la celebración de la
Navidad se hace simultáneamente en casi todo el mundo cristiano a
excepción de los armenios que siguen celebrándola el seis de enero.
Luego vinieron los belenes y los
villancicos, (originarios de la Edad Media); el árbol de Navidad (de
procedencia germana y del siglo XVIII); y las tarjetas navideñas (último
tercio del siglo XIX). Invariable a los tiempos, todo acompañado de
exquisitas comidas, regado por dulces licores y con un punto y final
basado en el intercambio de regalos...
2.- Los Reyes Magos de Oriente
Pero los regalos tampoco es una costumbre cristiana. Era una costumbre pagana que fue absorbida por la Iglesia. Por otra parte, pese a que hoy día todos lo celebramos, tampoco tiene sentido atribuir esta costumbre al hecho bíblico de la entrega de regalos que hicieron los Reyes Magos al niño Jesús. Qué curiosos personajes debieron ser estos Reyes Magos que observaron la Estrella de Belén: ¿Quienes fueron? ¿De dónde procedían? ¿Qué vieron?
Si pocas pruebas teníamos en el caso
de la Natividad pocas vamos a ir teniendo en lo que se refiere a los
Reyes Magos. No existe en la Biblia ninguna referencia que nos permita
contestar, aunque sea de manera concisa, a las preguntas planteadas al
principio.
2.1 ¿Quienes fueron?
Las únicas citas que podemos sacar de
la Biblia son las reflejadas en el Evangelio de San Mateo. Se inician
con los tres primeros versículos ya transcritos al inicio de éste
trabajo pero que, por homogeneizar, se vuelven a reproducir, ampliándose
con el resto de versículos que mencionan a los Reyes Magos:
- "Cuando
Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del
oriente a Jerusalén unos magos diciendo: ¿Dónde está el rey de los
judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente y
venimos a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda
Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes, y los
escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo.
[...] Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de
ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y
enviándolos a Belén [...] Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; [...] Y
al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y
postrándose lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron
presentes: oro, incienso y mirra. Pero siendo avisados por revelación en
sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro
camino." (Mateo 2, 1-12).
No hay nada más. La tradición y la
secuela que han dejado los Reyes Magos no debe tener otro lugar de
partida más que el que hemos expuesto. Con esto en mente, la primera y
evidente conclusión que sacamos es el hecho de que no se menciona
cuantos fueron y mucho menos que fueran Reyes. Solamente se habla de
magos.
El término mago procede del griego, magoi.
Un magoi significa matemático, astrónomo y astrólogo. Por entonces la
Astrología y la Astronomía no estaban separadas, como hoy felizmente lo
están, de manera que los designios humanos podían saberse si se
estudiaban cuidadosamente las estrellas. Si tomamos en cuenta esta
traducción y las citas de Mateo podemos considerar a los Reyes Magos
como hábiles observadores del cielo.
El título de monarcas no tiene base
sostenible y procede de una cita del teólogo y abogado cartaginés
Tertuliano (ca.160-220) basándose en el siguiente texto del Salmo
Proverbio para Salomón:
- "Los reyes de Tarsis y de las costas traerán presentes; los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán dones." (Salmo 72, 10)
Tertuliano afirmó que los magos debían
ser Reyes que procederían de Oriente y en los siglos siguiente la
visión monárquica de estos magos se fue imponiendo permaneciendo hasta
nuestros días.
Por otra parte el número de Reyes
Magos tampoco se cita con exactitud. En distintas representaciones
iconográficas realizadas en templos durante los siglos III y IV aparecen
dos, tres y hasta cuatro magos. Otras fuentes cristianas (sirias y
armenias) pensaron en doce Reyes al relacionarlos con las doce tribus de
Israel o con los doce apóstoles. Los cristianos egipcios creían que
eran sesenta. En el siglo tercero, el teólogo Orígenes (185-253) indicó
que los Reyes Magos eran tres. Al fin y al cabo son tres los regalos que
se nombran en el Evangelio de San Mateo: oro, incienso y mirra. En el
sirio y apócrifo Evangelio de la Infancia se dice que eran tres hijos de Reyes y además adoradores del fuego y de las estrellas lo cual al menos nos deja con cierta confianza al entender que algo sabrían de Astronomía.
2.2 ¿De dónde procedían?
Como veremos en éste apartado, el
lugar desde donde iniciaron su viaje a Belén no deja de ser importante
para poder extraer información acerca de lo que vieron.
Tradicionalmente se considera que eran
babilonios, entre otras cosas por algunos puntos en común con el pueblo
judío y porque el resto de Israel estaba rodeado por el Imperio Romano.
Pero, como en cualquier punto que se quiere abordar de estos temas,
surgen contradicciones. Muchos investigadores los consideran originarios
de Persia (la actual Irán) partiendo de la base de que muchas leyendas
que contiene hoy día la Navidad proceden de costumbres anteriores al
cristianismo. Por ejemplo los sacerdotes persas del siglo V y VI a.C.
también le ofrecían a su dios (Ahura-Mazda) oro, incienso y mirra. Un
escritor español Clemente Aurelio Prudencio los situó en Persia; al
igual que se cita en el Protoevangelio de Santiago (Evangelio Apócrifo).
Tampoco ha de considerarse Persia una idea alocada pues también está al
este de Israel, a unos 1800 kilómetros, el doble de la distancia que
separa Jerusalén de Babilonia.
Algunas pinturas afianzan también esta
posición. Una de las más famosas es la existente en un mosaico situado
en la iglesia de San Apolinar el Nuevo, en Rávena (Italia) que aquí
reproducimos. En ella pueden encontrarse a los tres reyes (obsérvese que
no hay ningún rey negro) con una indumentaria persa compuesta por capa y
gorros frigios característicos por su punta inclinada hacia delante.
Por cierto que también aquí aparecen por primera vez sus nombres, pero
esto es otra historia...
Mosaico de la Iglesia de San Apolinar el Nuevo en Rávena, Italia (s. VI)
Por último otras leyendas con cierto
contenido histórico dicen que los persas, al invadir Jerusalén a
principios del siglo séptimo, no cometieron ningún sacrilegio en la
iglesia de la Natividad porque allí vieron una inscripción con la
Adoración de los Reyes Magos y al ver a estos con un vestido similar al
suyo declinaron atacar el templo. Marco Polo, por su parte, también
escribió cuando visitó la ciudad iraní de Saveh, que sus habitantes le
aseguraron que era el lugar originario de los Reyes Magos e incluso que
aún se hallaban allí sus cuerpos incorruptos. Se dice que estos restos
están repartidos hoy día entre dos ciudades europeas, pero esto, también
es otra historia...
Aquí, en cambio podríamos pensar en un
detalle. Apenas existe una cultura astronómica persa mientras que la
tradición astronómica en Babilonia tuvo sus orígenes en el tercer
milenio antes de Cristo. Los babilonios fueron casi los primeros en
realizar observaciones astronómicas precisas destacando entre sus
logros, la división del día en 24 horas (hacia el tercer milenio a.C.);
el cálculo de la duración media entre dos fases lunares (siglo III
a.C.); periodicidad de los eclipses solares: El Ciclo de Saros (s. III
a.C.); etc. Además dieron nombres a muchas constelaciones, algunos de
los cuales (los que corresponden a las constelaciones zodiacales)
seguimos usando hoy día con las lógicas modificaciones lingüísticas.
Si los Reyes Magos hubieran sido
persas, una estrella más o menos no sería motivo para alarmarles, pero
siendo babilonios (o procedentes de Babilonia) no sólo se alarmarían si
vieran un acontecimiento astronómico importante sino que también
contaríamos con la baza de que sabrían discernir entre algo común y
cotidiano y algo verdaderamente destacable.
Existen algunas opiniones que sitúan a
Persia como país de origen de los Reyes Magos pero sin ocultar su
procedencia babilónica. Como quiera que Babilonia invadió vorazmente
Jerusalén seis siglos antes de Cristo y se llevó muchísimos judíos como
prisioneros, (hasta tal punto que siglos después los judíos formaron una
buena parte de la población babilónica), el origen babilónico de los
magos no sería más que el reducto de su verdadera ascendencia judía y de
ahí su interés por la aparición de un Mesías que reinaría en su pueblo.
¿Rebuscada hipótesis en un mar de hipótesis? Es posible pero no nos
queda otro remedio que navegar en el mar de la incertidumbre. Ojalá
algún día el tiempo nos arroje resultados válidos.
2.3 ¿Qué vieron?
Partiendo de las referencias bíblicas
de las que disponemos lo único que podemos saber acerca de lo que vieron
los Reyes Magos es lo contenido en el Evangelio de San Mateo 2, 1-9, en
ningún otros se hace referencia a la Estrella de Belén. En concreto:
- "(...) ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente
y venimos a adorarle. (...)[...] Entonces Herodes, llamando en secreto
a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición
de la estrella; y enviándolos a Belén (...) Ellos [los reyes] habiendo oído al rey, [Herodes] se fueron; y he aquí
la estrella que habían visto en el oriente iban delante de ellos,
hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño"
La única cita en los evangelios
contenidos en la Biblia es ésta. Pero en el Protoevangelio de Santiago
se indica algo curioso. Herodes pregunta a los Reyes Magos sobre la
estrella, los monarcas contestan:
- "Una
estrella indescriptiblemente grande apareció de entre estas estrellas y
las deslumbró de tal manera que ya no lucían y así supimos que un Rey
había nacido en Israel."
Es ineludible que con tan pocas y
escuetas referencias bíblicas no tenemos más remedio que empezar
buscando más información, citas, comentarios o gráficos en un tiempo
relativamente próximo al nacimiento de Jesús. Por ejemplo pasemos a una
referencia de uno de los discípulos de los apóstoles: San Ignacio de
Antioquía. En una de sus epístolas San Ignacio hizo en el siglo I una
referencia a la estrella de Belén en los siguientes términos:
- "...un
astro brillaba en el cielo más que todos los restantes, su situación
era inexplicable, y su novedad causaba asombro. Los demás astros, junto
con el Sol y la Luna, formaban un coro en torno a este nuevo astro,
que los superaba a todos por su resplandor. La gente se preguntaba de
dónde vendría este nuevo objeto, diferente de todos los demás."
Verdaderamente lo que quiera que fuese debió ser realmente espectacular. El teólogo Orígenes comentó en el siglo III:
"...yo creo que la estrella que
apareció en Oriente era de una especie nueva y que no tenía nada en
común con las estrellas que vemos en el firmamento o en las órbitas
inferiores, sino que, más bien, estaba próxima a la naturaleza de los
cometas... He aquí pruebas de mi opinión: se ha podido observar que en
los grandes acontecimientos y en los grandes cambios que han ocurrido
sobre la Tierra han aparecido astros de este tipo que presagiaban:
revoluciones en el Imperio, guerras u otros accidentes capaces de
trastornar el mundo... Así pues, si es cierto que se vieron aparecer
cometas o algún otro astro de esta misma naturaleza con ocasión del
establecimiento de alguna nueva monarquía, o en el transcurso de algún
cambio importante en los asuntos humanos, no debemos extrañarnos de que
haya aparecido una nueva estrella con ocasión del nacimiento de una
persona que iba a originar un cambio tan radical entre los hombres."
Quizás esto no sea una información de
utilidad pero es indudable que Orígenes, como respondiendo a su nombre,
es de los primeros en preguntarse por el "origen" de la estrella de
Belén.
Pero es muy poco. Se vio en oriente, se
movió, era la más brillante de todas las estrellas, pudo tratarse de un
cometa... Poca información tenemos pero ¿falta alguna estrella de Belén
en algún Nacimiento? ¿Fue una invención? ¿Existió en realidad? ¿Cuánto
tiene de leyenda? ¿Qué pudo ser lo que se observó en Belén? Es preciso
explorar más para ahondar en lo que pudo o no pudo ser la Estrella de
Belén. Pasemos pues a la acción.
3.- La Estrella de Belén
3.1 Estrellas Anunciadoras
Desde el principio de los tiempos
los hombres de todas las culturas han visto en el cielo su ayuda para
poder saber cuando plantar o recoger ganado y también ha interpretado
distintos acontecimientos astronómicos (cometas, novas, eclipses...)
como símbolos de acontecimientos desastrosos, malos tiempos por llegar o
como presagio de algo grande que estuviese a punto de suceder.
Por otra parte también las religiones
han relacionado sus divinidades con estrellas o planetas. En el antiguo
Egipto las crecidas del Nilo y el renacimiento anual de Osiris venían
anunciadas por el orto helíaco de la estrella Sirio (primera aparición
anual de la estrella en el cielo). Las culturas centroamericanas
consideraban al planeta Venus como la metamorfosis del dios
Quetzalcóalt, de éste modo cada vez que reaparecía el planeta se
celebraban grandes ceremonias en el famoso templo azteca de
Tenochtitlán. El mismo Buda nació también bajo la luz fulgurante de
alguna estrella, al igual que Krisna. Incluso existen leyendas romanas
que hablan de la aparición de una estrella al nacer el emperador romano
Julio César y la de un cometa al morir éste.
No es de extrañar, por ésta parte, que
la Estrella de Belén tenga una buena dosis de verdad al relacionarla
con tan histórico acontecimiento. Pero no hay que pasar por alto que
existe también la posibilidad de que sea un mito. Un hecho para dar
mayor grandiosidad al nacimiento de Jesús. Incluso si queremos ser
consistentes con nosotros mismos, no tenemos más remedio que indicar una
segunda opción: un suceso fruto de un milagro divino. De cualquier
forma si la estrella de Belén es un mito o un suceso sobrenatural no
podemos darle ninguna explicación científica y, por consiguiente, el
suceso quedaría zanjado de inmediato. Pero ¿y si existió? ¿qué pudo ser?
Dediquémosnos a ver a continuación las distintas hipótesis existentes
acerca de la naturaleza de la estrella de Belén.
3.2 ¿Un cometa?
Si miramos cualquier Belén o Nacimiento no faltará nunca la estrella
de Belén. Seguro que si le pidiéramos a un grupo de personas que nos
hiciera una estrella para colocarla en el Belén, una mayoría (sino la
mayoría) la dibujaría con la misma forma. Un cuerpo con cinco, seis o
muchas puntas acompañado de una cola acabada en dos, tres o varias
terminaciones filamentosas. No hay duda: están pintando un cometa. ¿Por
qué?
La aparición de cometas como símbolo de la estrella de Belén es un
hecho procedente de la Edad Media y claramente representado en el cuadro
La Adoración de los Reyes Magos pintado por el
italiano Giotto di Bondone sobre el año 1304. Giotto pintó su "estrella
de Belén" en el cuadro, probablemente por la sorpresa que le habría
supuesto la aparición en 1301 del cometa que hoy conocemos con el nombre
de Halley. La iconografía fue adaptando poco a poco esta figura en
todas las escenas que hacían referencia a la Natividad y, de alguna u
otra forma, nos ha llegado a nuestros días.
No obstante, independientemente de lo
que pintara Giotto, es indudable que un cometa puede considerarse como
un candidato firme para aspirar a ser estrella de Belén. Existían
algunas teorías que señalaban al cometa Halley como el cuerpo que fue
visible en aquellos tiempos de la Natividad, pero hoy día sabemos que el
cometa fue visible, efectivamente, pero allá por el año 12 a.C. Además,
su fulgor -pese a ser brillante- no habría sido especialmente
sobrecogedor ni habría superado en brillo al resto de estrellas. Si
tomamos al 5 a.C. como la fecha de la Natividad ésta hipótesis no es
coherente y la descartamos.
¿Y otros cometas distintos al Halley?
Es posible. Los astrónomos chinos y, en menor medida, los coreanos
tienen reconocida fama por apuntar todo aquello que veían en el cielo.
Sus crónicas son de gran ayuda para los historiadores de la Astronomía y
en los últimos tiempos se han dedicado muchas horas de trabajo para
comprender mejor estos textos orientales con la ayuda de expertos
filólogos. Existe un texto chino en el que se da una cita bastante
curiosa:
- "Segundo reinado de Ch hien-p ing, segundo mes, un hui-hsing apareció en Ch ien-niu durante más de 70 días"
El segundo reinado de Ch hien-p ing se
corresponde con los meses de marzo y abril del año 5 a.C.; un hui-hsing
es una manera de destacar una estrella con cola, un cometa; y Ch
ien-niu es un nombre dado por los chinos a un grupo de estrellas que
comprendía la zona del norte de las estrellas Alpha y Beta de la actual
constelación de Capricornio.
Hasta aquí todo parece coincidir pero
hay ciertas dudas. Primeramente los chinos no hacen ninguna declaración
en la que figure un movimiento en el cielo del astro, (recordemos que
las citas bíblicas aluden a tal movimiento). Si efectivamente se trata
de un cometa, en 70 días ha tenido tiempo más que suficiente para
desplazarse, de manera considerable, por toda la bóveda celeste. En
segundo lugar hay que tener en cuenta que cuando en 1572 explotó la
supernova que hoy conocemos como de Tycho, los chinos también la
observaron y en sus crónicas la citan como un hui-hsing. Lo que
quiere decir que cabe la duda de que los chinos llamaran a un hui-hsing
tanto a un cometa como a una estrella bastante brillante.
Por lo demás existen ciertos indicios
de la aparición de dos cometas entre los años 6 y 4 a.C. que pudieron
ser visibles desde Oriente, pero no existe una evidencia lo
suficientemente clara que señale que dichos cometas fueran muy
brillantes. De hecho las crónicas chinas han anotado observaciones de
cometas poco brillantes y que, pese a poder ser vistos sin dificultad
por el ojo humano, no destacaron demasiado.
3.3 ¿Una Supernova?
Otra posibilidad planteada es la
aparición de una supernova en los cielos. Una supernova es una estrella
muy masiva que aumenta bruscamente su luminosidad, de tal forma que no
es posible que pase inadvertida en el cielo.
Ciertamente es difícil que la estrella
de Belén pudiera interpretarse como una supernova. La explicación es
clara. Cuando una estrella se convierte en una supernova, su estadio
final es una envoltura gaseosa que va expandiendo con el tiempo. Con los
telescopios y radiotelescopios que existen hoy día, es fácil observar
donde se encuentra éste remanente de supernova. Por ejemplo, en el año
1054 astrónomos chinos observaron una estrella tan brillante que incluso
fue visible durante el día. Tycho Brahe también observó otra supernova
en 1572 de éstas características. El resultado de la explosión de ambas
estrellas (llamado remanente) pueden observarse hoy día. En el caso de
la estrella de los chinos lo que hoy se observa es la Nebulosa del Cangrejo o M1 situada en la constelación de Tauro y visible con pequeños telescopios. La estrella de Tycho es la radiofuente B Cas situada en la constelación de Casiopea, aunque ésta última requiere instrumentos de gran envergadura para ser localizada.
Con esto en mente, la posibilidad de que la estrella de Belén fuera una supernova podemos descartarla definitivamente.
3.3 ¿Un planeta?
Si alguna vez miramos al cielo en
una noche más o menos clara podremos ver una gran cantidad de estrellas.
Si nos fijamos con atención existirán algunas que no tienen el titilear
propio de las estrellas: y es que no lo son, se trata de planetas. No
nos debe sorprender su gran brillo pues los planetas visibles a simple
vista reflejan la luz que reciben del Sol desde una distancia
relativamente corta a escala astronómica. Dos planetas son especialmente
brillantes: Júpiter y Venus.
Júpiter es visible durante éste
invierno de 1999 algo alto durante las primeras horas de la noche,
además el objeto brillante que no titilea- que tiene muy cerca es
Saturno, aunque como podremos comprobar, brilla con menor intensidad que
Júpiter. Por otra parte, si nos levantamos muy temprano y aún es de
noche, podremos ver al planeta Venus con un brillo cegador hacia el
este. Debemos recordar que Venus es el objeto celeste más brillante que
puede verse en el cielo una vez que descartemos a la Luna.
Es posible de esta forma que pudiera
confundirse la estrella de Belén con algunos de estos planetas y algunos
investigadores así lo creen. Pero debemos tener en cuenta que estos
objetos han sido observados con cierta exhaustividad desde tiempos
inmemoriales (dos milenios antes de Cristo como mínimo) y eran
sobradamente conocidos. De modo que resulta un poco extraño que el
objeto que le llamara la atención a los Reyes Magos fuera un planeta. Si
de verdad eran sabios y conocían el cielo, los planetas lo
considerarían como un objeto celeste rutinario.
No obstante algunas veces debido al
movimiento aparente en el cielo de los planetas puede darse que dos
planetas se encuentren tan juntos en el cielo que incluso en ocasiones
(las menos), ambos cuerpos sean indistinguibles a simple vista. Este
tipo de situaciones reciben el nombre de conjunciones planetarias.
Aunque la posibilidad de que se den es más pequeña, puede suceder que en
lugar de dos sean tres los planetas que estén muy cerca en el cielo.
Dichas conjunciones planetarias han sido consideradas a lo largo de la
historia como el acontecimiento astronómico que inició la marcha de los
Reyes Magos a Belén. Veámoslo a continuación.
3.4 ¿Una conjunción de planetas?
El primero en proponer una
conjunción planetaria como estrella de Belén fue el astrónomo alemán
Johannes Kepler. En 1604, Kepler observó una supernova en la
constelación de Ofíuco que le dejó perplejo. Sugirió que una estrella
similar a la que él habría observado podría haber sido lo que anunciara
el nacimiento de Jesús. Además, meses atrás había observado una
conjunción planetaria entre Júpiter y Saturno visible en la constelación
de Piscis. Al ver meses después la nova, pensó que ambos
acontecimientos debían estar relacionados. Como buen matemático que era,
se dispuso a calcular las conjunciones planetarias que habían podido
observarse en los tiempos próximos a la Natividad encontrando una
particularmente interesante: En el año 7 a.C. Júpiter y Saturno tuvieron
un acercamiento aparente en el cielo muy destacado y también lo
hicieron en la constelación de Piscis. En esa ocasión Saturno y Júpiter
se acercaron y alejaron mutuamente hasta tres veces (conjunción triple)
durante un período de seis meses. Debió ser magnífico ver ese
espectáculo.
Kepler, dentro de la aureola de
misticismo que le rodeó durante toda su vida, creía en la Astrología
(algo que en su edad madura le causó bastantes problemas) por lo que no
le resultó difícil creer que los Reyes Magos pudieron interpretar el
hecho como: Un nuevo gran Rey (encarnado en la figura del planeta Júpiter) que traerá justicia (simbolizada por Saturno) está a punto de nacer entre los judíos
(la constelación de Piscis está relacionada con los acontecimientos
bíblicos de la separación de las aguas del Mar Rojo que hizo Moisés así
como de su rescate de las aguas; de ahí procede su relación con su
pueblo natal).
Evidentemente es una interpretación
realizada con argumentos astrológicos, o sea, sin base científica
sostenible, pero no debemos olvidar que tanto en tiempos de Kepler como
en los de la Natividad, lamentablemente la creencia en la Astrología era
mayoritaria y la observación de una conjunción como la del año 7 a.C.
indudablemente daría que pensar a los vigilantes del cielo. De hecho
también les tuvo que causar quebraderos de cabeza a los babilonios pues
se han encontrados en Sippar, Irak, unos textos babilonios escritos
sobre unas tablas de arcilla (ver la reproducción de la imagen) en las
que se ha podido leer la especial atención que le dedicaron los
babilonios a ésta característica conjunción planetaria. Con estos datos
en la mano, otros investigadores del hecho como Stauffe y David Hughes
reincidieron a partir de mediados de éste siglo en ésta misma hipótesis.
Con los sistemas informáticos
actuales es posible calcular en poco tiempo qué conjunciones planetarias
especialmente llamativas pudieron ser visibles desde Babilonia en una
fecha dada. Si marcamos un margen de años próximos a la Natividad el
resultado que nos dan los ordenadores es de dos conjunciones planetarias
además de la propuesta por Kepler. La primera se dio en agosto del año 3
a.C. entre Júpiter y Venus y la segunda en junio del 2 a.C. entre los
mismos planetas.
Roger Sinnot, uno de los articulistas más destacados de la revista astronómica americana Sky & Telescope,
propuso en 1968 que la conjunción dada en el año 2 a.C. fue la estrella
de Belén basándose en el hecho de un acercamiento de ambos planetas tan
próximo, que resultaría imposible distinguir los dos planetas a simple
vista, con lo cual lo que se observaba en el cielo sería un punto de luz
brillantísimo. Además, Sinnot se basa en que ésta conjunción pudo verse
durante buena parte de la noche y que fue visible en la constelación de
Leo y cerca de su estrella más brillante Régulo, lo que se relacionaba
con los comentarios proféticos de la venida del Mesías.
Es obvio que estas conjunciones se
dieron, pero la idea más extendida es aquella que sustenta el que, o
bien, se dieron antes del nacimiento de Jesús, o bien, después. Sin
embargo, aunque sean descartables pudo ser que tuvieran cierta
influencia en acontecimientos astronómicos posteriores, en especial la
conjunción del 7 a.C.
3.5 ¿Una lluvia de estrellas fugaces?
Existen otras curiosas hipótesis que
incluyen meteoros, bólidos y lluvias de estrellas fugaces. El
divulgador astronómico británico Patrick Moore ha propuesto que la
estrella de Belén bien podría tratarse de un bólido especialmente
luminoso, el cual diera la señal a los magos para iniciar su viaje. Un
bólido es un meteoro muy brillante que se hace visible en el cielo
durante pocos segundos y que destaca muchísimo por su alto brillo. Moore
introdujo posteriormente otro bólido que habría aparecido en Belén a la
llegada de los magos explicándose de ésta forma el texto bíblico. El
primer bólido iniciaba el viaje, el segundo anunciaba el destino final.
No es difícil que esto pudiera darse realmente pero los bólidos, a pesar
de su espectacularidad, son fenómenos astronómicos relativamente
comunes y los magos deberían conocer estos fenómenos sobradamente.
Patrick Moore anotó otra hipótesis
alternativa. En la primera década de éste siglo se pudo observar desde
Inglaterra una lluvia de estrellas fugaces bastante particular. Se
inició con un meteoro brillante, después un segundo meteoro siguió el
mismo sentido que el primero, luego un tercero hizo lo mismo y así
sucesivamente. Nunca se ha vuelto a ver una lluvia con éstas
características.
La nueva hipótesis apunta a que una
lluvia como ésta, (hoy la llamamos Cirílidas) hubiera sido el punto
culminante para la partida de los magos hasta Belén. ¿Y en Belén? ¿Se
daría otra similar? Esta hipótesis no es demasiado plausible
astronómicamente... Particularmente considero que si se hubiera dado un
fenómeno así de particular, las narraciones de Mateo habrían tomado otro
cariz y la descripción de la estrella de Belén habría sido bien
distinta.
3.6 ¿Una nova?
Antes sugerimos una supernova como
un candidato ideal para ser la estrella de Belén. Hubiera sido, cuanto
menos, curioso. Pero ¿y si en lugar de ser un objeto tan espectacular
como una supernova fuera una nova?
Una nova es una estrella que, como
consecuencia de las reacciones nucleares explosivas que se dan en las
capas más superficiales de la estrella, sufre un aumento de brillo
considerable aunque no se acerca al excepcional aumento que sufren las
supernovas.
Las crónicas coreanas nos cuentan algo interesante que sucedió en el año 4 a. de C.:
- "Año 54 de Hyokkose Wang, segundo mes, Chi-yu, un po-hsing apareció en Ho-Ku" [ Historia de los Tres Reinos - La Crónica de Silla (Samguk Sagi)]
Si el término Chi-yu es considerado como una mala interpretación de I-yu como sugieren el grupo de investigadores ingleses compuestos por David Clarke, Parkinson y Richard Stephenson, la
fecha en la que nos encontramos es a finales de marzo del año 4 a.C. Un
po-hsing es un cometa sin cola o una estrella brillante. (Recordemos
que los hui-hsing chinos era cometas con cola) Por último Ho-Ku es un
asterismo de estrellas que los coreanos nombraban y que hoy sabemos
ocupaba una parte de la constelación del Águila.
Este testimonio hace que volvamos la
vista atrás y recordemos el testimonio chino de la observación de un
hui-hsing. Según los investigadores ingleses citados anteriormente, el
po-hsing coreano aparecido a finales de marzo del 4 a.C. y el hui-hsing
chino aparecido a finales de marzo/principios de abril del 5 a.C. son: o
el mismo objeto u objetos bien distintos aparecidos en la misma época
con una diferencia de un año entre uno y otra aparición.
La primera alternativa puede basarse en
un error de fecha y en la consideración de que los chinos usaran su
vocablo hui-hsing para designar también estrellas o cometas sin cola,
algo que, como vimos en el apartado de los cometas, no es tan difícil.
Si fueran objetos distintos es difícil
creer que los chinos no anotaran la observación de un fenómeno tan
espectacular dada su continuidad más que probada en éste sentido. A
menos que el objeto no fuera tan espectacular...con lo cual no debería
entrar como candidato a ser estrella de Belén.
Stephenson cree que definitivamente
ambos objetos son el mismo y que apareció en el año 5 a.C. Esta es una
hipótesis que cuenta con cierta validez creyéndose que el objeto no fue
un cometa sino una nova de un brillo destacado para ser advertida con
sorpresa por los Reyes Magos pero no tan diferenciador para la gente sin
conocimientos astronómicos. Además, el hecho de que se mantuviese
visible en el cielo, sin moverse aparentemente de la constelación,
excluye la posibilidad de que se trate de un cometa.
Por las anotaciones chinas y coreanas
dicha nova pudo aparecer en una zona delimitada por las constelaciones
del Águila y Capricornio, en concreto en una región de unos cinco o seis
grados centrada en la estrella Theta de dicha constelación. El objeto
sería visible al amanecer en el Este. A medida que pasaba el tiempo
estas constelaciones se harían visibles más tiempo antes de que saliera
el Sol hasta que, en unos tres meses, el objeto podría ser visible hacia
la medianoche en el Sur en lugar del Este. Con lo cual el objeto sería
visto por los Reyes Magos en el este (como dice el evangelio de San
Mateo), y luego señalaría la posición de Belén desde Jerusalén. Por otra
parte, David Hughes piensa que la traducción desde el griego original
del evangelio de San Mateo tiene un error debido a una diferencia muy
sutil de las palabras y por tanto, en lugar de leerse en el este ha de leerse en la primera luz del alba.
Dato que refuerza ésta hipótesis. Así pues según estos investigadores
la estrella de Belén debía ser una nova que aconteció en el año 5 a.C. y
que fue visible entre las constelaciones del Aguila y Capricornio.
En cuanto al tiempo de visibilidad de
la estrella, recordemos que los chinos anotaron que fue visible durante
más de 70 días. Si los Reyes Magos vinieron de Babilonia (unos 900 km.)
les daría tiempo suficiente para llegar a Belén, pero ¿y si vinieran de
Persia? El investigador Kukarkin mantiene que la nova no pudo verse
durante más tiempo en China porque el monzón chino habría impuesto unas
duras condiciones meteorológicas durante varias semanas. Fuera de la
zona china la estrella podría haber sido visible durante más días de
manera que si los magos hubieran iniciado el viaje en Persia también les
habría dado tiempo a llegar.
Su hipótesis se basa en centrarnos
primeramente en la conjunción planetaria del año 7 a.C.; Júpiter y
Saturno en la constelación de Piscis le habría llamado poderosamente la
atención a los Reyes Magos como ya hemos explicado. Posteriormente en el
año 6 a.C. Marte, Júpiter y Saturno se agruparon muy cerca entre ellos
en una zona del cielo reducida (no se trata de ninguna conjunción) de
nuevo en la constelación de Piscis. Si bien el suceso no tuvo nada en
especial los Reyes Magos estaban ya sobreavisados, así que a la menor
señal de alarma, iniciarían la partida. Algo que llegaría con la nova
del año 5 a.C la cual se mantendría visible durante más de 70 días,
tiempo suficiente para que los Reyes Magos llegaran a ver a Jesús. De
ésta forma Kidger y Humphreys sitúan a la Estrella de Belén como una
sucesión de acontecimientos astronómicos sucedidos durante dos años.
4.- Nota final
Es indudable que aún no hay nada claro acerca de la naturaleza de la estrella de Belén. Distintos investigadores poseen distintas hipótesis acerca de ella pero no hay aún unanimidad sobre el fenómeno que guió a los Reyes Magos a Belén. Algunas hipótesis son descartables casi de inmediato y otras tienen buen aspecto. Cada persona podemos tomar la que queramos pero con cierto escepticismo porque, como he querido dejar claro desde un principio, no debemos olvidar que son hipótesis.
He dejado muchas ideas y comentarios
en el tintero pero en líneas fundamentales lo aquí expuesto es un amplio
resumen del estado actual de pensamiento acerca de la Estrella Belén.
Por último una nota: el pasado día 2
de diciembre de 1999 estalló una nova en la constelación de Aguila. En
su momento de máximo brillo no ha adquirido mucha intensidad y ha pasado
completamente desapercibida pero me ha recordado a algo...