“¿Cómo sentirme solo, entre tantas estrellas…?
Saboreo
cada acto. Antes cuidaba que los demás no hablaran mal de mí, entonces
me portaba como los demás querían y mi conciencia me censuraba. Menos
mal que a pesar de mi esforzada buena educación siempre había alguien
difamándome.
¡Cuánto agradezco a esa gente que me enseñó que la vida no es un escenario!
Desde entonces me atreví a ser como soy!
He
viajado por todo el mundo, tengo amigos de todas las religiones;
conozco gente extraña: vegetarianos que devoran al prójimo con su
intolerancia... personas que caminan con un cartel que dicen: “Yo se más
que tu”... médicos que están peor que sus pacientes... gente millonaria
pero infeliz... seres que se pasan el día quejándose, que se reúnen los
domingos para quejarse por turnos.
El
árbol anciano me enseñó que todos somos lo mismo. La montaña es mi
punto de referencia: ser invulnerable, que cada uno diga lo que quiera,
yo sigo caminando indetenible, soy guerrero: mi espada es el amor, mi
escudo el humor, mi hogar la coherencia, mi texto la libertad, y si mi
felicidad resulta insoportable, discúlpenme, prefiero la imaginación a
lo indio, es decir inocencia incluida. Quizás solamente teníamos que ser
humanos.
El
que tu no veas los átomos, no significa que no existan. Por eso es muy
importante que sea el Amor lo único que inspire tus actos. Sin Amor nada
tiene sentido, sin Amor estamos perdidos, sin Amor corremos el riesgo
de estar de nuevo transitando de espaldas a la luz.
En
realidad, sólo hablo para recordarte la importancia del silencio.
Anhelo que descubras el mensaje que se encuentra detrás de las palabras;
no soy un sabio, sólo un enamorado de la vida.
El
silencio es la clave, la simplicidad es la puerta. No es suficiente
querer despertar, sino despertar. La mejor forma de despertar, es
hacerlo sin preocuparse porque nuestros actos incomoden a quienes
duermen al lado. Recuerda que el deseo de hacerlo bien será una
interferencia; es más importante amar lo que hacemos y disfrutar de todo
el trayecto; la meta no existe, el camino y la meta son lo mismo, no
tenemos que correr hacia ninguna parte, sólo saber dar cada paso
plenamente.
La
vida es un canto a la belleza, una convocatoria a la transparencia...
cuando esto lo descubras desde la vivencia, el viento volverá a ser tu
amigo, el árbol se tornará en maestro y el amanecer en ritual, la noche
se vestirá de colores, las estrellas hablarán el idioma del corazón y el
espíritu de la tierra reposará otra vez tranquilo.
Por Chamalú, Indio Quechua.
Re-Publicado por ANSHELINA, la Luz que llama a despertar
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