Las Frecuencias Cerebrales y los Estados de Conciencia que las Caracterizan
Las ondas cerebrales representan una especie de metáfora materializada alrededor de diferentes estados de conciencia que experimenta nuestra mente.
El autoconocimiento podría ser la más lúcida herramienta existencial a nuestra disposición. El famoso adagio de Sócrates, “Conócete a ti mismo”,
bien podría sintetizar la respuesta a cualquier pregunta posible que
surja a lo largo de nuestras vidas. Es por eso que entre más
familiarizado estás contigo mismo, y con lo que sucede en tu interior
dentro de los incontables planos que te conforman, probablemente estarás más cerca de alcanzar tu fin ‘máximo’
–generalmente asociado a la felicidad, la plenitud, o la paz interior. Y
en este sentido, si aún no lo has hecho, tal vez sea buen momento de
encontrarte con las frecuencias que oscilan en tu cerebro.
Las frecuencias cerebrales se refieren a los patrones de oscilaciones
neurales que se registran dentro del sistema nervioso central. Las
variaciones dentro de estos patrones, que se miden en Hertz de acuerdo a
los ciclos que completan por segundo, evidencian distintos niveles de
intensidad, que corresponden a diferentes estados de conciencia y
por lo tanto pueden indicar el grado de alerta, atención, estrés, etc
de una persona. Estas frecuencias básicamente se dividen en cuatro
grupos. A continuación una breve descripción de cada una.
Beta (12-30Hz)
Es la frecuencia más común en el cerebro de un adulto promedio mientras
está despierto. Manifiesta un estado de alerta, de sensorialidad aguda, y
revela procesos mentales asociados al razonamiento. Si bien el estado
beta es indispensable para funcionar cotidianamente, lo cierto es que
cuando los niveles se mantienen en la región más alta del espectro,
entonces producen estrés, ansiedad.
Alpha (7.5-12Hz)
Las frecuencias alpha florecen dentro de estados de relajación profunda,
incluidos ciertos momentos en los que ‘soñamos despiertos’ y ciertos
parajes mentales a los que accedemos a través de la meditación. Este
estado facilita procesos como la imaginación, la concentración, el
aprendizaje y la visualización. Además, aquí se gestan condiciones
ideales para reprogramar nuestra mente, por ejemplo sanando ciertos
miedos o experiencias dolorosas, o preparándonos para una misión
complicada. Aparentemente el estado alpha es la frontera entre el
consiente y el subconsciente.
Theta (4-7.5Hz)
Se
refiere a ese estado en el que tu mente se encuentra entre el sueño
profundo y la atención despierta –también conocido como duermevela. Se
puede alcanzar por medio de prácticas de meditación profunda o en
ocasiones se accede a él inesperadamente, justo antes de caer dormidos
pero cuando ya notamos que nuestra mente se rige por otros ritmos y
otras leyes. También caracteriza los momentos de sueño ligero, incluido
cuando estamos en la etapa REM, y se considera un estado propicio para
experimentar sensaciones místicas, imágenes mentales de notable riqueza y
para desarrollar la intuición.
Delta (0.5-4Hz)
Cuando nuestro cerebro se sintoniza con estas frecuencias, quiere decir
que nos encontramos sumergidos en las profundidades del inconsciente
–allá a donde ni siquiera los sueños llegan. Al parecer también puede
accederse a este estado por medio de prácticas avanzadas de meditación
en las que el estado de alerta y la conciencia del entorno se diluyen
para dejar paso a un estado de omnipresencia o, mejor dicho, unidad
absoluta. Se le relaciona a la regeneración de la energía vital, por lo
cual se considera como el estado ideal para sanar y recuperar funciones
perdidas o entorpecidas.
Conociendo las frecuencias
Esta breve introducción debiera ser suficiente para incluir en tu mapa
referencial la existencia de las cuatro frecuencias y, mediante un poco
de auto-observación, detectar en que frecuencia te encuentras en
momentos determinados de tu día. Una vez que logras familiarizarte con
ellas, tal vez sea buena idea para propiciarlas a voluntad. Para esto
existen distintas técnicas de meditación, así como dispositivos
conocidos popularmente como ‘máquinas de la mente’ que a través de
estímulos visuales, por ejemplo luces, o sonoros, como los beats
binaurales, pueden facilitar la inducción de un determinado estado.
Próximamente compartiremos una selección de estos recursos para
manipular nuestras frecuencias cerebrales, mientras tanto lo más
apropiado sería jugar con nuestras respectivas mentes.