Llamaradas solares y paquetes de información
por David Topí
16 de Junio 2014
Todos conocéis y
sois conscientes del papel que juega el Sol como dador de vida para todo lo que
existe en el Sistema Solar. Es nuestra principal fuente de energía, que se
manifiesta, sobre todo, en forma de luz y calor. Contiene más del 99% de toda
la materia del Sistema Solar y gracias a que ejerce una fuerte atracción sobre
los planetas, los hace orbitar a su alrededor, en un movimiento helicoidal, y
mantiene la estructura estable. Hace ya varios meses, en este otro artículo,
hablamos del rol de cada sistema planetario dentro del sistema solar, y hoy
vamos a hablar específicamente del rol del Sol y de sus emisiones energéticas,
como contenedoras de la información que hace evolucionar todo lo que existe
bajos sus dominios.
“Nuestro sol
es el centro de todo un sistema planetario, al que sostiene, organiza y
vivifica. Si el movimiento de los planetas es considerado como la imagen misma
de la armonía universal es precisamente porque los planetas giran alrededor de
un centro que mantiene este equilibrio maravilloso. Si el Sol desapareciera del
lugar que le corresponde, en el centro, sería un caos”. Omraam Mikhaël
Aïvanhov
Las llamaradas
solares
Según la
explicación científica que hacemos de las erupciones solares, estas se definen
como una explosión en el Sol, que ocurre cuando la energía almacenada en campos
magnéticos, usualmente localizados encima de las manchas solares, es soltada
repentinamente. Las llamaradas producen un estallido de radiación a través del
espectro electromagnético, desde las ondas de radio hasta los rayos-X y los
rayos-gamma.
La comunidad
científica clasifica a las llamaradas solares de acuerdo a su brillo en
rayos-X, en el intervalo de 1 a
8 Angstroms. Existen tres categorías: las llamaradas de clase X son grandes;
son eventos de gran magnitud que pueden desatar apagones en las ondas de radio
en todo el planeta, así como tormentas de radiación de larga duración. Las
llamaradas de clase M son de tamaño mediano, pueden generalmente causar ligeros
apagones en el radio que afectan a las regiones polares de la Tierra.
Comparados con los eventos de tipo X y M, las llamaradas de clase C son
pequeñas y de consecuencias poco notorias para nosotros.
La parte y el
papel espiritual del Sol
Ahora vamos a
hablar de lo que hace el Sol y que no se ve, o no se entiende, en nuestra
comunidad científica. Primero, el Sol es un ser consciente, como lo es la
Tierra, o lo son cualquiera de los planetas del sistema solar. Alberga vida,
pero vida de niveles evolutivos que no somos capaces ni de imaginar. El Sol
para este tipo de seres no es el Sol que nosotros vemos y, por lo tanto, hay un
cierto tipo de vida consciente que no tiene ningún problema en usar estrellas,
como la nuestra, como “campo base” para su evolución y aprendizaje,
como nosotros usamos la Tierra para la nuestra.
Esta vida
consciente, trabaja mucho más en consonancia y en colaboración con la
entidad-consciencia solar (yo suelo llamarle el logos solar, cuestión de
terminología), para el mantenimiento del resto de la vida, a todos los niveles,
en el sistema que rige.
El Sol es, además,
un gran acumulador energético de información. Prácticamente todo lo que nos
llega en forma de energía consciente desde el centro de la galaxia o desde
cualquier otra zona de la misma, suele ser acumulado y retenido por el Sol, y
luego reenviado a los diferentes cuerpos planetarios en la forma que ya
conocemos, de luz y erupciones solares, que no son otra cosa que la
manifestación física que nosotros vemos de un “envío de información
urgente”, saliendo disparado de la oficina de correos (el Sol) hacia sus
destinatarios (los diferentes cuerpos del sistema solar).
Es en estas
llamaradas o erupciones solares, donde todos aquellos seres que
“viven” en él (a falta de mejor término), programan, preparan y
codifican los diferentes paquetes de información que son luego transmitidos
hacia el interior del sistema solar. El hecho de que nosotros solo veamos el
estallido electromagnético de plasma saliendo de la fotosfera, la capa más
superficial de la atmósfera solar, por no estar en el nivel evolutivo y
frecuencial donde podríamos percibir lo que realmente va en esas llamaradas,
nos impide ver la codificación energética y la información que es enviada hacia
las diferentes conciencias planetarias, y niveles de vida en su interior, en
cada una de las erupciones.
Modulación
consciente de la información
Hace algún tiempo,
aquellos que llamamos nuestros guías, nos explicaron el funcionamiento de los
paquetes de información que son enviados desde el sol, como influyen en la vida
orgánica y en los cuerpos energéticos de todos los planetas, pues, como podréis
suponer, la vida consciente y el Sol mismo no trabaja solo para mantener a la
Tierra evolucionando. La modulación y el tipo de onda que es emitida (el tipo
de llamarada o erupción) depende de la vibración unida de todos esos seres,
que, en conjunto con el Logos Solar, introducen y programan, elevan o bajan,
modulan o amplifican, las ondas electromagnéticas que son dirigidas luego hacia
cada rincón del sistema solar con la información adecuada para el tipo de vida
en ellos.
Composición de los
paquetes de información
Estos paquetes de
información no son más que fotones para nosotros, unidades electromagnéticas,
que forman la luz que recibimos de nuestro astro, pero con una carga de
información en formato numérico y geométrico que incorporan múltiples capas
vibracionales, cada una de ellas destinada a una cosa distinta y a un receptor
(sistema planetario) distinto. Cada vez que se emite una determinada llamarada
solar, pues no son aleatorias sino producidas conscientemente, la información
proyectada está tanto destinada a incorporarse a alguno de los cuerpos
energéticos de Neptuno, como a ayudar al desarrollo de la vida en Mercurio o en
la Tierra, siendo la definición de “vida” algo mucho más extenso de
lo que podemos imaginar si solo nos ceñimos a lo que conocemos en nuestro
planeta. Como ya podéis suponer, la intensidad de una llamarada solar depende
también de la distancia a recorrer por la misma. Para hacer llegar un cierto tipo
de información codificada hasta Urano hay que emitir con más intensidad que si
solo se envía algo a Venus. Ya me entendéis.
Trabajando
conscientemente con estos paquetes
Desde hace tiempo,
yo soy los que se paran regularmente de cara al sol y conscientemente invito a
los fotones de luz con información a que sean recogidos por mi pineal y sean
integrados por mi sistema energético, y mi ADN, en un intento de trabajar conscientemente
con esta información que llega constantemente. Evidentemente, los códigos que
nos sirven a los seres humanos, de todo lo que llega en un solo paquete de
“luz”, un fotón, no son más que una millonésima parte (por decir
algo) de la información que realmente va en cada una de las emisiones
energéticas que realizan, ya que, como hemos dicho, están destinadas a trabajar
en un entorno macro, planetario. Es importante comprender que no solo en una
llamarada solar van paquetes destinados a los seres humanos o a la Tierra, sino
que tienen que emitir vibraciones distintas para todas las razas que existen (y
formas de vida) en todos los planetas del sistema solar, por lo que aquello que
un humano puede usar realmente de uno de esos paquetes de forma individual y
personalizada es muy poco.
Bloqueo de las
emisiones solares
Hace ya más de un
año, hice uno de los cursos que Nassin Haramein y su equipo imparten, una
introducción al trabajo de este científico sobre la estructura del espacio y
otras cosas que ya sabréis los que le vayáis siguiendo o leyendo. Por segunda
vez en mi vida, oí el mismo consejo: trabaja con el sol, no lo bloquees en tu
vida, deja que los rayos de luz conscientemente inserten en tu ADN los paquetes
de información necesarios para tu crecimiento y evolución. La primera vez fue
en un libro que hablaba de conspiraciones para bloquear la luz solar, hace más
de 10 años, y en aquel momento no tenia ni idea de que diablos me estaban
hablando.
Y es que, como ya
estaréis suponiendo, si la absorción de paquetes de información en nuestro ADN
es lo que nos hace evolucionar, aquellos que no están por la labor de dejarnos
hacerlo se buscan la vida para, precisamente, bloquear la llegada de estos
paquetes o al menos distorsionarlos. Ya conocéis los famosos chemtrails, y esta
es una de las múltiples funciones que tienen, sin embargo, lo que posiblemente
no conozcamos tanto, son los otros tipos de bloqueos y barreras puestas al
respecto.
En una de las
múltiples sesiones de trabajo, un buen día, salió el tema de los chemtrails,
que derivó en la explicación de que, además, nuestras élites y sus amigos off-planet llevan tiempo colocando alrededor del
planeta, para disminuir la recepción de estos paquetes de información, escudos
(de nanotecnología) que distorsionan los paquetes de información y desvían la
mayoría de ellos. Este tipo de “nanobots” suspendidos por encima de
la atmósfera, justo debajo de la orbita de los satélites de comunicaciones,
rebotan, bloquean y cambian la modulación de lo que nos llega (lo que pueden),
y nos decían, nuestros guías, que es una guerra constante entre aquellos, los
que nos asisten y los van desmontando y rompiendo (los escudos), y las razas y
grupos que los vuelven a poner y colocar. Nos explicaban que, tanto aquellos
que “emiten” desde el logos solar, como aquellos que asisten al
planeta desde ahí fuera, eran muy conscientes de ello, y estaban trabajando
mucho para que la información necesaria pudiera llegar a los planos energéticos
de la Tierra sin obstáculos. Mucho más desarrollado estaría el ser humano a
nivel de conciencia y de ADN si desde los tiempos del inicio de nuestra historia
manipulada hubiéramos recibido el 100% de los códigos destinados a hacer
avanzar la vida consciente y orgánica sobre el planeta Tierra.
Recepción de
instrucciones
Sin embargo el
Logos Solar y sus “habitantes” no son solo los que deciden que tipo
de codificación se envía hacia el interior del sistema solar, sino que la
evolución del conjunto depende de las instrucciones recibidas de la jerarquía
inmediatamente superior a nuestro sol, esto es, de sistemas solares
“mayores” y del centro galáctico. En este aspecto, algunos ya
sabéis que nuestro sistema solar es un sistema binario, la llamada hipótesis de
Némesis explica la existencia de una estrella menor acompañando al Sol y
rotando a su alrededor. Así como Némesis con su mini-sistema solar propio, en formación,
depende de nuestro sol para la recepción de la energía e información evolutiva
que lo hace crecer, nuestro sol depende de sistemas solares más grandes y más
cercanos para recibir las mismas instrucciones. En este caso, muchos conoceréis
también la teoría que postula que el sistema solar también orbita alrededor del
sol central de la constelación de las Pléyades, llamado por nosotros Alción,
así como Alción y su sistema estelar también orbita alrededor de otros puntos
mayores, aunque todos sean dependientes, evidentemente, del centro del Logos
Galáctico, el nombre que le damos a la conciencia del Ser que es nuestra Vía
Láctea.
Así, las
“instrucciones”, por llamarlo de alguna forma, sobre los diferentes
tipos de paquetes energéticos que deben transmitirse para el funcionamiento
armónico de todos los componentes planetarios y estelares, funcionan como si de
torres de radio que retransmiten las ondas de un punto a otro se tratase, como
si en nuestro Sol hubiera una especie de antena energética, que hace de
“receptor” entre el Sol y Alción, y de ahí al centro galáctico u
otros puntos intermedios.
Nada es dejado al
azar o es casuístico en la evolución de todo lo que sucede en nuestro sistema
solar, pero todo queda muy lejos de lo que conocemos, entendemos y, en muchos
casos, somos capaces de creernos.
Quizás ahora, conociendo la importancia de las emisiones y llamaradas solares
para nuestra propia evolución como raza, entendamos porque es tan importante
para nuestras elites bloquear la luz del sol, meternos miedo con el mismo,
generar patrones en nuestro subconsciente que provoquen reacciones físicas,
quemaduras, canceres de piel, etc., etc. Y es que, como me recuerda siempre un
buen amigo, en este planeta en el que vivimos “nada es lo que parece”
:—).
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