El Sermón sobre el Reino
Extractos de Documento 137
El sábado 22 de junio, poco antes de
salir ellos en su primera gira de predicación y unos diez días después
del arresto de Juan, Jesús ocupó el púlpito de la sinagoga por segunda
vez desde su llegada a Capernaum con sus apóstoles.
Unos días antes de la predicación de
este sermón sobre “El Reino”, mientras estaba Jesús trabajando en el
astillero, Pedro le trajo la noticia del arresto de Juan. Jesús otra vez
dejó sus herramientas, se quitó el delantal, y le dijo a Pedro: “La
hora del Padre ha llegado. Preparémonos para proclamar el evangelio del
reino”.
Jesús hizo su último trabajo en el banco
de carpintería este martes 18 de junio del año 26 dC. Pedro se apresuró
a salir del taller y hacia el mediodía había reunido a todos sus
colaboradores, y dejándoles en un huerto junto a la costa, fue en busca
de Jesús. Pero no pudo encontrarlo, porque el Maestro había ido a otro
huerto diferente a orar. Y ellos no volvieron a verle hasta tarde esa
noche cuando regresó a la casa de Zebedeo y pidió comida. Al día
siguiente envió a su hermano Santiago para que solicitara el privilegio
de hablar en la sinagoga el sábado siguiente. El jefe de la sinagoga
mucho se complació de que Jesús deseaba nuevamente conducir los oficios.
Antes de predicar Jesús este memorable
sermón del Reino de Dios, el primer esfuerzo ambicioso de su andadura
pública, leyó en las Escrituras estos pasajes: “Vosotros seréis para mí
un reino de sacerdotes, una gente santa. Yhavé es nuestro juez, Yhavé es
nuestro legislador, Yahvé es nuestro Rey, él mismo nos salvará. Yhavé
es rey mío y Dios mío. El es un Rey Grande sobre toda la tierra. La
benevolencia recae sobre Israel en este reino. Bendita sea la gloria del
Señor porque él es nuestro Rey”.
Cuando terminó de leer, dijo Jesús:
“He venido para proclamar el
establecimiento del reino del Padre. Y este reino incluirá las almas
adoradoras de Judíos y gentiles, ricos y pobres, libres y esclavos,
porque mi Padre no tiene favoritos; su amor y su misericordia son para
todos.”
“El Padre, que está en el cielo, envía
su espíritu para que habite la mente de los hombres, y cuando yo haya
terminado mi obra en la tierra, asimismo será derramado el Espíritu de
la Verdad sobre toda carne. El Espíritu de mi Padre y el Espíritu de la
Verdad os establecerán en el reino venidero de comprensión espiritual y
rectitud divina. Mi reino no es de este mundo. El Hijo del Hombre no
conducirá ejércitos en batalla para el establecimiento de un trono de
poderío o un reino de mundana gloria. Cuando haya venido mi reino,
conoceréis al Hijo del Hombre como el Príncipe de la Paz, la revelación
del Padre sempiterno. Los hijos de este mundo luchan por el
establecimiento y expansión de los reinos de este mundo, pero mis
discípulos entrarán en el reino del cielo por sus decisiones morales y
por sus victorias espirituales; y cuando hayan entrado, encontrarán
gozo, rectitud, y vida eterna.”
“Los que busquen primeramente entrar en
el reino, luchando por alcanzar una nobleza de carácter semejante a la
de mi Padre, poseerán finalmente todas las demás cosas que les son
necesarias. Pero os digo con toda sinceridad: a menos que busquéis
entrar en el reino con la fe y la dependencia confiada de un niñito, no
seréis en modo alguno admitidos.”
“Pero no os engañéis por los que vienen
diciéndoos que aquí está el reino o que allí está el reino, porque el
reino de mi Padre nada tiene que ver con cosas visibles y materiales. Y
este reino ya está entre vosotros, porque donde el espíritu de Dios
enseña y dirige al alma del hombre, allí en realidad está el Reino del
Cielo. Y este Reino de Dios es Rectitud, Paz y Gozo en el Espíritu
Santo.”
“Juan ciertamente os bautizó como
símbolo del arrepentimiento y para la remisión de vuestros pecados, pero
cuando entréis en el Reino Celestial, seréis bautizados con el Espíritu
Santo.”
“En el Reino de mi Padre no habrá ni
judío ni gentil, sólo los que buscan la perfección mediante el servicio,
porque declaro que el que quisiese ser grande en el Reino de mi Padre
debe primero hacerse siervo de todos. Si queréis servir a vuestros
semejantes, os sentaréis conmigo en mi reino, así como, sirviendo en la
similitud de la criatura, yo dentro de poco estaré sentado con mi Padre
en su Reino.”
“Este nuevo Reino es semejante a una
semilla que crece en tierra fértil. No alcanza rápidamente su plena
fructificación. Hay un intervalo de tiempo entre el establecimiento del
Reino en el Alma del hombre y la hora en que el Reino madura hasta
llegar a su plena fructificación de la justicia perdurable y la
salvación eterna.”
“Y este Reino que so declaro no es un
gobierno de poder y abundancia. El Reino del Cielo no es asunto de
comida y bebida sino más bien de una vida de rectitud progresiva y de
creciente gozo en el servicio perfeccionador de mi Padre que está en el
Cielo. Porque no ha dicho acaso el Padre de sus hijos del mundo:”es mi
voluntad que lleguéis a ser perfectos, así como yo soy perfecto”.”
“He venido a predicar la buena nueva del
Reino. No he venido a aumentar las cargas pesadas de los que quieran
entrar en el este Reino. Proclamo un camino nuevo y mejor, y los que
puedan entrar en el Reino venidero disfrutarán del descanso divino. Sea
lo que fuere que os costare en las cosas del mundo, sea el que fuere el
precio que paguéis para entrar en el Reino del Cielo, recibiréis muchas
veces más en gozo y progreso espiritual en este mundo, y vida eterna en
la era venidera.”
“La entrada en el Reino del Padre no
aguarda los ejércitos que marchan, el derrocamiento de los reinos de
este mundo, ni el quebrantamiento del yugo de los cautivos. El Reino del
Cielo está cerca, y todo el que entrare ahí encontrará Libertad
Abundante y Salvación dichosa.”
“Este reino es un dominio eterno. Los
que entran en el Reino ascenderán hasta mi Padre; ciertamente alcanzarán
la diestra de su gloria en el Paraíso. Y todos los que entren en el
Reino del Cielo se convertirán en los Hijos de Dios, y en la era
venidera ascenderán hasta el Padre. Y yo no he venido a llamar a los que
van a ser justo sino a los pecadores y a los que están hambrientos y
sedientos de la rectitud de perfección divina.”
“Juan vino a predicar arrepentimiento
para prepararos para el Reino; ahora yo he venido a proclamar la Fe, el
regalo de Dios, como el precio de entrada en el Reino del Cielo. Si
únicamente creéis en que mi Padre os ama con un Amor Infinito, ya estáis en el Reino de Dios.”
Cuando hubo hablado así, se sentó. Todos
los que le oyeron se maravillaron de sus palabras. Sus discípulos se
admiraron. Pero la gente no estaba preparada para recibir la buena
nueva de labios de este Dios-Hombre. Aproximadamente un tercio de los
que le oyeron, creyeron en el mensaje, aunque no podían comprenderlo
plenamente: aproximadamente un tercio se dispuso a rechazar en su
corazón tal concepto puramente espiritual del reino esperado, en tanto
que el tercio restante no pudo comprender sus palabras, y muchos
realmente creían que él “estaba fuera de sí”.
Fuente: Extractos de Documento 137 – El libro de Urantía
En Amor y Servicio Incondicional,
Viviana Rodriguez Cortejarena – www.vivianarodriguez.com