Intentar
manipular y controlar los efectos en tu vida, sosteniéndote firmemente en la
Causa de éstos efectos, rápidamente borrará los efectos exteriores creados en
la consciencia interior la cual proyecta los efectos externos. Vale la pena
pensar cuidadosamente sobre esta comprensión porque Yo sé cuan desesperadamente
deseas recapturar tu armonía y la perfección en tu vida.
Del Libro:
El Gita de Micael de Nebadon
CAPÍTULO 14
LAS ENSEÑANZAS EN FAVOR DE LA VERDAD
La prueba de la verdad
Lo
esencial, sin embargo, es que reconozcas que “no sabes nada”. El conocimiento
es poder y todo poder es de Dios. Tú que has tratado de quedarte con el poder
para ti sólo lo has "perdido". Todavía lo tienes, pero has
interpuesto tantos obstáculos entre él y tu conciencia de él que no puedes
utilizarlo. Todo lo que te has enseñado a ti mismo ha hecho que seas cada vez
menos consciente de tu poder. No sabes lo que es ni dónde se encuentra. Has
hecho un alarde de fuerza y de poder tan lamentable que no ha podido sino
fallarte. Pues el poder no es una apariencia de fuerza, y la verdad está más
allá de toda apariencia. Aun así, lo único que se interpone entre ti y el poder
de Dios que hay en ti, es tu falso aprendizaje, así como todos tus vanos
intentos de querer deshacer lo verdadero.
Procura
estar dispuesto, pues, a que todo esto sea des-hecho y a sentirte feliz de no
ser un prisionero de ello eternamente. Pues te has enseñado a ti mismo a
aprisionar al Hijo de Dios, lo cual es una lección tan descabellada que sólo un
loco, en su delirio más profundo, podía haberla soñado. ¿Cómo iba a poder Dios
aprender a no ser Dios? ¿Y sería posible que Su Hijo, a quien Él ha dado todo
poder, pudiese aprender a ser impotente? ¿Hay algo de lo que te has enseñado a
ti mismo que aún prefirieses conservar en lugar de lo que “tienes y eres”?
La
Expiación te enseña cómo escapar para siempre de todo lo que te has enseñado a
ti mismo en el pasado, al mostrarte únicamente lo que eres ahora. El
aprendizaje tiene lugar antes de que sus efectos se pongan de manifiesto. El
aprendizaje, por lo tanto, es algo propio del pasado, pero su influencia
determina el presente al darle a éste el significado que tiene para ti. Tu aprendizaje
no le aporta al presente significado alguno. Nada que jamás aprendiste te puede
ayudar a entender el presente, o enseñarte a deshacer el pasado. Tu pasado es
lo que tú te has enseñado a ti mismo. Renuncia a él completamente. No trates de
entender ningún acontecimiento, ningún hermano ni ninguna cosa bajo su luz,
pues la obscuridad en la que tratarías de ver tan sólo empañaría lo que vieses.
No confíes en que la obscuridad pueda jamás iluminar tu entendimiento, pues si
lo haces estarás contradiciendo la luz, y, por lo tanto, creerás que puedes ver
la obscuridad. La obscuridad, no obstante, no se puede ver, pues no es más que
una condición en la que es imposible ver.
Tú que aún
no has llevado ante la luz que mora en ti toda la tenebrosidad que te has
enseñado a ti mismo difícilmente puedes juzgar la verdad o el valor de este
curso. Pero Dios no te abandonó. Y así, dispones de otra lección que Él te
envía, la cual Aquel a Quien Él se la confió aprendió ya por cada criatura de
la luz. Esta lección refulge con la gloria de Dios, pues en ella reside Su
poder, que Él gustosamente comparte con Su Hijo. Aprende lo que es Su
felicidad, la cual es también la tuya. Mas para alcanzar esto tienes primero
que estar dispuesto a llevar todas las lecciones tenebrosas que has aprendido
ante la verdad, y depositarlas de buen grado con manos que estén abiertas
listas para recibir, y no cerradas para agarrar. Toda lección tenebrosa que
lleves ante Aquel que enseña lo que es la luz, Él la aceptará, puesto que tú ya
no la deseas. E intercambiará gustosamente cada una de ellas por la luminosa
lección que Él ya aprendió por ti. Jamás creas que cualquier lección que hayas
aprendido separado de Él tiene significado alguno.
Existe una
sola prueba - tan infalible como Dios - con la que puedes reconocer si lo que
has aprendido es verdad. Si en realidad no tienes miedo de nada, y todos
aquellos con los que estás, o todos aquellos que simplemente piensen en ti
comparten tu perfecta paz, entonces puedes estar seguro de que has aprendido la
lección de Dios, y no la tuya. A menos que sea así, es que todavía quedan
lecciones tenebrosas en tu mente que te hieren y te limitan, y que hieren y
limitan a todos los que te rodean. La ausencia de una paz perfecta sólo
significa una cosa: crees que no quieres para el Hijo de Dios lo que su Padre
dispuso para él. Toda lección tenebrosa enseña esto en una u otra forma. Y cada
lección de luz con la que el Espíritu Santo reemplazará las lecciones
tenebrosas que tú no aceptes, te enseñará que tu voluntad dispone lo mismo que
la del Padre y la del Hijo.
No te
preocupes por cómo vas a aprender una lección tan diametralmente opuesta a todo
lo que te has enseñado a ti mismo. ¿Cómo ibas a poder saberlo? Tu papel es muy
simple. Sólo tienes que reconocer que ya no deseas lo que has aprendido. Pide
nuevas enseñanzas, y no te valgas de tus experiencias para confirmar lo que has
aprendido. Cuando de alguna manera tu paz se vea amenazada o perturbada, afirma
lo siguiente:
No conozco el significado de nada, incluido esto.
No sé, por lo tanto, cómo responder a ello.
No me valdré de lo que he aprendido en el pasado para que me
sirva de guía ahora.
Cuando de
este modo te niegues a tratar de enseñarte a ti mismo lo que no sabes, el Guía
que Dios te ha dado te hablará. Ocupará el lugar que le corresponde en tu
conciencia en el momento en que tú lo desocupes y se lo ofrezcas a Él.
Tú no
puedes ser tu propio guía hacia los milagros, pues fuiste tú el que hizo que
fuesen necesarios. Y debido a ello, se te proveyeron los medios con los que
puedes contar para que se produzcan los milagros. El Hijo de Dios no puede
inventar necesidades que Su Padre no pueda satisfacer sólo con que se dirija a
Él levemente. Mas Él no puede forzar a Su Hijo a que se dirija a Él y seguir
siendo Él Mismo. Es imposible que Dios pueda perder Su Identidad, ya que si la
perdiese, tú perderías la tuya. Y dado que Su Identidad es la tuya, Él no puede
cambiar lo que Él es, pues tu Identidad es inmutable. El milagro reconoce la
inmutabilidad de Dios al ver a Su Hijo como siempre ha sido, y no como lo que
él quiere hacer de sí mismo. El milagro produce efectos que sólo la inocencia
puede producir, y así, establece el hecho de que la inocencia es real.
Tú que tan
aferrado estás a la culpabilidad y tan comprometido a seguir así, ¿cómo ibas a
poder establecer por tu cuenta tu inocencia? Eso es imposible. Asegúrate, no
obstante, de que estás dispuesto a reconocer que es imposible. Lo único que
limita la dirección del Espíritu Santo es que crees que puedes estar a cargo de
una pequeña parte de tu vida o que puedes lidiar con ciertos aspectos de ella
por tu cuenta. De esta manera, quieres convertir al Espíritu Santo en alguien
que no es confiable, y valerte de esta imaginaria inconfiabilidad como una
excusa para ocultar de Él ciertas lecciones tenebrosas que has aprendido. Y al
así limitar la dirección que deseas aceptar, eres incapaz de depender de los milagros
para que resuelvan todos tus problemas.
¿Crees que
el Espíritu Santo se negaría a darte lo que quiere que tú des? No tienes ningún
problema que Él no pueda resolver ofreciéndote un milagro. Los milagros son
para ti. Y todo miedo, dificultad o dolor que tengas ya ha sido des-hecho. Él
los ha llevado todos ante la luz, al haberlos aceptado por ti y haber
reconocido que nunca existieron. No hay ninguna lección tenebrosa que Él no
haya iluminado ya por ti. Las lecciones que quieres enseñarte a ti mismo, Él ya
las ha corregido. No existen en Su Mente en absoluto. Pues el pasado no ejerce
ningún control sobre Él ni sobre ti. Él no ve él tiempo como lo ves tú. Y cada
milagro que te ofrece corrige el uso que haces del tiempo, y lo pone a Su
servicio.
Aquel que
te ha liberado del pasado quiere enseñarte que estás libre de él. Lo único que
Él desea es que aceptes Sus logros como tuyos porque los logró para ti. Y por
tal razón, son tuyos. Él te ha liberado de lo que fabricaste. Puedes negarle,
pero no puedes invocarle en vano. Él siempre da Sus regalos en substitución de
los tuyos. Él quiere que Su resplandeciente enseñanza se arraigue con tal
firmeza en tu mente que ninguna lección tenebrosa de culpabilidad pueda morar
en lo que Él ha santificado con Su Presencia. Dale gracias a Dios de que Él
esté ahí y de que obre a través de ti. Pues todas Sus obras son tuyas. Él te
ofrece un milagro por cada uno que le dejes obrar a través de ti.
Él Hijo de
Dios será siempre indivisible. De la misma manera en que somos uno solo en
Dios, así también aprendemos cual uno solo en Él. El Maestro de Dios se asemeja
tanto a Su Creador como el Hijo al Padre, y, a través de Su Maestro, Dios
proclama Su Unicidad y la de Su Hijo. Escucha en silencio, y no le levantes la
voz. Pues Él enseña el milagro de la unicidad, y ante Su lección la división
desaparece. Enseña como Él aquí, y recordarás que siempre has creado como tu
Padre. El milagro de la creación nunca ha cesado, pues lleva impreso sobre si
el sello sagrado de la inmortalidad. Esto es lo que la Voluntad de Dios dispone
para toda la creación, y toda la creación se une para disponer lo mismo.
Aquellos
que nunca se olvidan de que no saben nada, y que finalmente están dispuestos a
aprenderlo todo, lo aprenderán. Pero mientras confíen en sí mismos, no
aprenderán. Pues habrán destruido su motivación de aprender pensando que ya
saben. No creas que sabes nada hasta que pases la prueba de la paz perfecta,
pues la paz y el entendimiento van de la mano y nunca se les puede encontrar
aparte. Cada uno de ellos trae consigo al otro, pues la ley de Dios es que no
estén separados. Cada uno es causa y efecto del otro, de forma tal que donde
uno de ellos está ausente, el otro no puede estar.
Sólo
aquellos que reconocen que no pueden saber nada a menos que los efectos del
entendimiento estén con ellos, pueden realmente aprender. Para lograrlo tienen
que desear la paz, y nada más. Siempre que crees que sabes, la paz se aleja de
ti porque has abandonado al Maestro de la paz. Siempre que reconoces que no
sabes, la paz retorna a ti, pues has invitado al Espíritu Santo a que retorne,
al haber abandonado al ego por Él. No acudas al ego para nada. Eso es lo único
que necesitas hacer. El Espíritu Santo, por Su Propia iniciativa, ocupará toda
mente que, de esta manera, le haga sitio.
Si quieres
paz tienes que abandonar al maestro del ataque. El maestro de la paz nunca te
abandonará. Tú puedes apartarte de Él, pero Él jamás se apartará de ti, pues la
fe que tiene en ti es Su entendimiento. Dicha fe es tan firme como la que tiene
en Su Creador, y Él sabe que tener fe en Su Creador incluye necesariamente
tener fe en Su creación. En esta consistencia reside Su santidad a la que Él no
puede renunciar, pues no es Su Voluntad hacerlo. Teniendo siempre presente tu
perfección, Él le da el donde la paz a todo aquel que percibe la necesidad que
tiene de ella y que desea alcanzarla. Hazle sitio a la paz, y ésta vendrá. Pues
el entendimiento se encuentra en ti, y la paz procede inevitablemente de él.
Él poder
de Dios, de donde el entendimiento y la paz emanan, es tan tuyo como Suyo. Tú
crees que no conoces a Dios únicamente porque, solo, es imposible conocerlo.
Mas si contemplas las obras imponentes que Él hará a través de ti, te
convencerás de que las hiciste a través de Él. Es imposible negar la Fuente de
unos efectos que son tan poderosos que es imposible que procedan de ti. Hazle
sitio a Él, y te encontrarás tan lleno de poder que nada podrá prevalecer
contra tu paz. Y ésta será la prueba por la que reconocerás que has entendido.
LA GENEROSIDAD DE DAR
Con profundo
agradecimiento de todo corazón aprecio las donaciones recibidas apoyando Mi
Iniciativa y Misión Mundial.
Los Individuos que buscan la finalización de sus
vidas deberán aventurarse a ser candidatos a la Ciudadanía Universal. Este es y
siempre ha sido, el Plan de Salvación; la búsqueda individual de su Soberanía
en su Vida y Existencia.
Juntos, entraremos en Nuestra Visión para la
libertad de la Humanidad. Nuestra Visión Unificada, la Misión Planetaria,
además del Propósito Eterno el cual hará florecer la personalidad, la mente y
corazón individual, hacia el más elevado Impulso e Intención.
La Fundación Micael de Nebadon y el Colegio
Salvington es la primera piedra de toque sobre la cual la Universidad Mayor de
Salvington encontrará su camino para alcanzar los corazones y mentes de los
Reinos de la Tierra, para avanzar más allá el Plan de Salvación y establecer
permanentemente el Ideal Viviente de las Deidades de la Trinidad del Paraíso
Michael
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