Mensaje de Yeshua
Amados,
hermanos, amada familia, mi familia de ayer y de hoy, que la paz del
Señor sea con vosotros, os vengo,
hoy, para ayudaros, para que
comprendáis, que mucho debéis sanar, en
vuestro interior, para
alcanzar la vida eterna, pues el
perdón ya os ha sido concedido, si vuestros corazones lo aceptáis,
con mucha fe y disposición. Esta
vida que hoy lleváis, es muy distinta a la de aquellos tiempos, donde camine junto a vosotros, en verdad os digo, amados, la vida moderna os ha llevado, a separarse por completo de la conexión con el
Padre, y
la Madre terrenal, pues llamo
Madre terrenal, a vuestra amada Gaia,
donde habitáis, pues comenzando por vuestra alimentación, y todo aquello que os hacen consumir,
para ser dignos en la sociedad, donde la pureza se ha
destruido, os digo esto, porque una vez,
os he anunciado, que la vida sería
mucha fácil, si todavía
recordáis, que mi padre, os envía a sus ángeles, ángeles del sol, del aire,
de la tierra, del agua, para que os purifiquéis constantemente, con su
intervención. Cada ángel, tiene una función diferente,
en la vida cotidiana, que os ayuda si los tenéis presentes, a ser posible, vuestro arduo vivir. Pues la ausencia de los
mismos, en vuestras vidas os ha hecho sentir que estáis
solos en
el medio del caos de la incertidumbre que vosotros experimentáis en cada día. En
todos los casos, pues si no
tenéis dinero, vuestra lucha se os
hace difícil, para subsistir, y estáis tristes,
y si lo tenéis, os convertís en
adoradores de vuestras
fortunas, y vuestro éxito, sin
importar lo que le pase a vuestro prójimo, os quedáis solos y también estáis tristes, porque la felicidad no radica en
lo que tenéis o no tenéis. Vosotros mi familia, ya lo recordáis, que la felicidad no está allí, la felicidad está dentro de vosotros mismos,
en esa unión indisoluble con vuestro Padre, así como os he enseñado, cuando el Espíritu
del Padre habita en vosotros, todo es posible, con fe y certeza,
que ya os ha sido otorgado. Y como os he anunciado al principio,
el perdón esta ya concedido.
Vosotros, desde los inicios, habéis sido bendecidos por mi Padre. Vosotros, ya conocéis,
la pureza de vuestras almas, os recordáis,
que es lo que ya habéis sentido,
junto a mí, y después de mí, habéis vivido muchas vidas, que pasaron
de la oscuridad a la luz, esa
oscuridad que ha quedado enraizada en
vuestros cuerpos como huellas de
vuestro caminar, que no
recordáis, están ahí, esperando para ser purificadas, transfiguradas, por vosotros. Todo lo que vosotros, veis,
habláis, sentís, pensáis,
debe ser purificado, llevando un
método, sencillo para que os
tengáis presente en el diario vivir, os invito a escribir, como si llevarais un diario,
personal, todo aquello que vosotros estáis sintiendo, furia,
celos, enojos, rabia, hábitos, acciones equivocadas, parece un
poco extraño que os diga estas
cosas, pero son el reflejo de lo que hoy
son en
verdad.
Empezareis a distinguir vuestras miserias
humanas, vuestros hábitos que
algunos ya son comunes,
como la discriminación de géneros, el respeto a la vida de todo ser
vivo, infinidad de detalles, vendrán
a la luz, y os
deslumbrareis, con todos los aspectos que
aparecerán, de vosotros mismos.
Cuando terminéis el día, buscad el silencio, apartaos, buscad vuestro desierto, vuestra cima de una montaña, con
vuestra imaginación, y comenzad
a perdonaros, abrazaros,
y si las lágrimas comienzan a
salir, a rozar vuestros rostros, y dejad ir,
todo aquello, que os
lastima, entregármelo, y os devolveré el amor incondicional, ese espacio de luz, es vuestro
sincero arrepentimiento y vuestra
expiación. Luego llamad a los ángeles, y
llenaros de toda la luz, para purificar
todo vuestro entorno, si estáis con
los ángeles, la oscuridad no
volverá a entrar.
Todos los
días descubriréis, la dulzura del mi Padre, que os abraza, os escucha,
y os guía.
Amados míos,
familia real, este es el
camino hacia la resurrección. Vuestra resurrección, yo soy
la resurrección y la vida. Vivid en
alegría, la felicidad eterna ya está
en vosotros.
Os Amo, que
la paz del Señor sea con vosotros.
Yeshua.
María Santa Madre Ana