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12 de Mayo 2014
Traducción: Liliana Zerbino (Tahíta)
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A medida que nos acercamos a la luna llena de Escorpio del
miércoles y nos distanciamos de la reciente oposición de Saturno con el Sol,
podemos utilizar mejor este tiempo para considerar si vamos por la vida rozando
la superficie, para evitar la aparente oscuridad de las profundidades que
preferiríamos no estuvieran allí. Esto no es un ejercicio miserable o algún
tipo de masoquismo mórbido sino un suave toque persuasivo de nuestra atención
hacia los lugares en los que ella naturalmente no se detiene, pues al hacerlo
ampliamos los límites de nuestro campo de la aceptación y suavizamos un poco
más la rigidez que el ego demanda para permanecer seguro y en control.
Piensa en ello como atender una herida dolorosa. No la golpeamos
con una maza para que mejore. La lavamos con relajante agua tibia. Quizás le
aplicamos hierbas o cremas para aliviar el dolor y promover la cicatrización.
La cubrimos con cuidado para protegerla del mundo exterior hasta que esté en
mejores condiciones de hacer frente a sus desafíos de nuevo. Si la herida es
profunda, limpiarla puede dolernos más de lo que quisiéramos. Podemos tirar del
miembro lesionado, para saber que aún tenemos que dejarlo en tratamiento para
que se cure. Con el tiempo, mirando hacia atrás, recordamos la lesión y el dolor,
pero vemos ahora la piel renovada y una herida cicatrizada. Agradecidos de que
la madre naturaleza lo haya hecho a su modo, y de estar completos de nuevo.
Esta es la totalidad hacia la que la naturaleza nos apunta en todo
momento. La fuerza vital de la vida que energiza cada una de nuestras células,
busca equilibrio y sanación en cada momento. Si hacemos nuestra parte, la madre
naturaleza hace la suya, multiplicada. Pero si nos negamos a participar, la
apartamos, negamos o ignoramos, no puede cumplir con su misión de curar sino
que se hace a un lado, tratando de mantenernos en equilibrio mientras jugamos
el juego nosotros mismos. Y, dado que somos una parte tan importante de nuestra
Madre ya que somos sus hijos, permanecemos fragmentados y drenados en lugar de
energizados e íntegros.
Una Luna Llena en Escorpio hace brillar su luz en los lugares más
oscuros, animándonos a echar una mirada dentro, y ver lo que hay allí, aunque
sólo sea por un momento. Así a medida que nos acercamos a la próxima Luna Llena
podemos invitarla, en lugar de temer su llegada, preparar un lugar en la mesa y
planificar que se quede un tiempo. Al hacerlo le estamos ofreciendo la herida
que hemos estado tratando de evitar tratar, pidiéndole un bálsamo curativo para
aplicarle. Si la herida es profunda puede doler en la fase de limpieza. No
puedo negar eso. Pero esto es el dolor del progreso, de la consciencia
incrementándose, del crecimiento de la sabiduría. Es el dolor que dice que algo
está sucediendo que te llevará a la “completitud” al debido
momento. Es un dolor diferente del que dice "Ve demasiado profundo aquí y
nunca retornarás”: el dolor del miedo, el de la negación, el de vivir una
vida a medias por desterrar gran parte a las sombras.
Así como el poder de lo colectivo se incrementa obviamente, a
medida que viajamos en la Era de Acuario, también lo hace el poder de la
inconsciencia colectiva, al que contribuimos cuando negamos nuestras propias
heridas y rechazamos abrazar nuestra propia oscuridad. Siempre tenemos una opción,
por supuesto, mientras nos alineamos con ella, pero si vamos a llevar a la
emergente era astrológica a un resultado más positivo, debemos elegir ser
conscientes todo el camino y exponer nuestras heridas, rodeándolas con amor,
para que el curativo poder del Universo haga lo que hace mejor.
Les deseo a todos una semana apacible y curativa.
Sarah Varcas
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