Hijos míos,
En estos tiempos que viven encarnados veo
mucha diferencia entre ustedes, algunos viven en la abundancia, sin
conciencia de lo que pueden ayudar a los que viven en la extrema
pobreza.
Cada día que pasa
la diferencia aumenta, veo niños muriendo de hambre mientras el resto
del mundo parece ignorarlo. Muchos lloran cuando lo ven pero pocos son
los que hacen algo. Cuando uno piensa en dirigir un pueblo o una nación
debe hacerlo pensando en el mundo, pero no es así, a muchos el poder y
el dinero les corrompe. Si aman a sus hijos vean en los ojos de
esos hambrientos niños los ojos de sus hijos, puede que despierten la
conciencia y sus voces griten basta.
Veo
guerras, muchas guerras entre hermanos, calles desoladas por las
bombas, personas corriendo intentando salvar sus vidas, otras caen
abatidas; familias rotas, pueblos rotos por el dolor, dejando paso a la
rabia y el deseo de venganza. ¡Paren ya de odiarse! ¡Escúchense y
dialoguen! Pero háganlo con la mente abierta y sus corazones capaces de
aceptar la diferencia, intenten encontrar el balance.
Hijos
míos, son todos ustedes hermanos, no de sangre sino hermanos de luz.
Abran sus corazones al amor y ciérrenlo al odio y la intolerancia.
¡Únanse! Un pueblo no sale a la calle a pedir si tiene lo que necesita. Los
que se encuentran en la cúspide del poder deber saber hacer otra cosa
que reprimir la voz de los que piden, deberían ayudarles a conseguir lo
que les falta, sea libertad o comida. Busquen el camino de la paz, no
del conformismo. Acepten la diferencia pero busquen el equilibrio a través de la voz, no de la violencia.
Hijos
míos, han pasado muchos siglos desde el primer desacuerdo, la primera
guerra y la primera derrota del ser humano, ya es hora de dejar esa
pauta violenta, sin amor y hacer el intento de comprenderse entre
ustedes, créanme ya es hora de comenzar a convivir en la paz que toda
alma merece.
Les amo.Yo soy Madre María
Canalizado por Julia García.
Fuente: http://unashorasdeluz.wordpress.com/