Yo Soy el Arcángel Mikael, Príncipe y Regente de las Huestes Celestiales. Estimados Hijos de las Estrellas, estimados Hijos del Fuego, estimados Hijos de los Reinos Crísticos, recibid hoy mi Presencia, el Fuego de la Vida.
Acojamos por unos instantes la presencia del ejército, de la legión de la Orden del Arcángel Mikael, empuñando el Fuego y la Espada definitivamente en la Unidad y en la Rectitud…
Estimadas semillas geminadas, sabed que Mi Presencia está ahora aquí sin ningún límite, sin ninguna obstrucción en el Sí de vuestro pecho y en la expresión total de la Luz Crística, de la Luz Blanca, de la Luz Ain Soph (Luz ilimitada) del Absoluto. Es decir la Luz Inmaculada que es el Amor Omnipresente y Omnisciente del Padre, del Padre Celestial, del Padre de Todas las Luces, del Padre de todas las Paternidades.
Dirigíos a Él, a Él que tiene Su Corazón con vosotros, Él es el destino final de vuestra Chispa de Luz y por lo tanto es lo que Sois ahora mismo en esta Revelación de vuestra estimada Tierra Gaia.
Hijos, coged y acoged todo lo que ahora vuestro Corazón os viene a manifestar, con coraje, con Presencia Absoluta del Amor. Amor que atraviesa los espejismos, Amor que atraviesa los reflejos de la luz, Amor que es capaz de penetrar a la sombra más oscura, en el agujero más recóndito de toda seguridad, de toda lo impenetrable que representa la Integración de vuestra Esencia Crística.
Así sois como hemos dicho y repetido, las Antorchas. Antorchas en un mundo oscuro en donde se hace día, en donde el sol vuelve a brillar, en donde los Cantos del Cielo vuelven a dar sus melodías.
Mi descenso a la superficie de la Tierra está ahora mismo a vuestras puertas, a las puertas que se abren en el sello en vuestro Corazón y en vuestra Cabeza. Dejaos ungir por la fuerza de las “Lenguas de Fuego” que se presentan en vuestra Corona, en vuestro Cuello, éstas testimonian el Fuego de la Verdad, el Fuego del Cristo en la presencia Magistral combinada del Espíritu Crístico, el Consolador y el Espíritu Santo.
Este es el destino, si queréis, al que sois llamados todos vosotros, hijos e hijas de la Tierra. Según vuestras posibilidades – o más bien las que creéis, pocas o muchas, el más pequeño y el más humilde, como el más grande y vanidoso que se arrepienta, son ahora mismo los portadores del Cristo.
La Luz no hace ninguna diferencia así que no la hagáis vosotros orientados por la apariencia de este mundo. El pequeño y el gran milagro del Amor no tienen medida, no tiene comparación y Mi Fuego no es condicionado. Así que cómo podríais evitar que Mi Fuego penetre una parte de vosotros, y también podríais creer que alguien externo a vosotros no es merecedor de este Fuego, y esto jamás será así y siempre recaerá en la libre evolución de la experiencia de cada chispa, libre de aceptar o rehusar a cada instante.
…Hijos e Hijas acojamos el Fuego del Espíritu Santo, la Lengua de Fuego que se enciende a la altura de vuestro punto ER (del pecho) ardiendo en la base y emite un Fuego que podéis percibir hasta la altura de la nariz…
Hijos sois la Verdad, la Verdad del Amor que se hace presente en esta dimensión. Vuestra condición Eterna y Libre en el Espíritu os da la capacidad de atravesar con la máxima transparencia todos los acontecimientos y todas las situaciones que van a producirse ahora mismo en el seno de vuestra dimensión observable.
En cuanto a los que se han denominado las jerarquías rebeldes, los arcontes y otras consciencias que no encaran y no han pasado por su rendición, veréis como su actuación será puesta en la Luz, será disuelta en vuestra Presencia de Fuego. Por lo tanto la Unidad y vuestra Integridad garantizan la total llegada de la Voluntad del Padre a través de los Hayoth Ha Kodesh, de los Elohim, de los Arcángeles, de todas las jerarquías angélicas llegando hasta vosotros, alineadoos a la Voluntad del Padre a plena luz..
Bendecid y Perdonad, atravesad con mi espada, cortad y redirigid. No por ninguna voluntad propia, sino por la Gracia del Amor, del Fuego Divino, del Fuego Redentor y Purificador manifestándose a partir de vuestro Abandono y Silencio, llenando vuestro Templo del Fuego de Vida y del Agua de la Vida.
Os envío Mi Presencia permanente. Estimados guardianes, protectores del Amor en vuestro Corazón, que habéis sabido guardar en la Esencia Original de la Luz Divina, del Espíritu Santo hasta que pueda ahora demostrar su Magnitud, su Gozo y su Potencia, pues el Fuego de la Vida es el que consume, consume y consume.
Hijos, Yo Soy el Arcángel Mikael, Sed bendecidos por el Fuego Eterno.
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