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Vosotros
sois cada vez más numerosos a vivir las fusiones en los momentos de
reencuentros espontáneos con hermanos o hermanas. Estas fusiones os
devuelven a la Presencia, manifestada por una especie de combustión
interior, como si todo vuestro cuerpo se encendiera. Son sólo las
primicias que os devuelven a María, la Madre celeste. Así, cuanto más
manifiestáis el Silencio y acogéis en total serenidad lo que se presenta
a vuestras vidas, más os acercáis a vuestra virginidad.
Cristo
os quiere enteros, es decir lavados de todo lo que tuvo relación con
vuestra historia, con vuestros deseos, todo lo que afecta al cuerpo de
la personalidad. Para responder a algunos, la Presencia absoluta es
ausencia de vibración. Es Inmanencia. Así, vibrar para un hermano o una
hermana os empuja cada vez más a volveros en vosotros, a desaparecer en
la Radiación del Amor que en realidad no necesita de nadie.
Os
dije un día que la Paciencia era la más grande de las virtudes en este
mundo, porque os lleva a desaparecer en totalidad delante del otro. Así,
en esta última encarnación a vuestros lados, no me divorcio de lo que
parece inaceptable para la personalidad. Es sólo la personalidad quien
se divorcia. Acojo e incluso si a veces debo oír cosas no muy agradables
por parte de hermanos o hermanas e incluso de allegados. Los malos
tratos, cualquiera que sea su forma me atraviesan en repetidas
ocasiones, como ellos os atraviesan, incluso con los seres que compartís
vuestra vida.
El
Amor no puede de ninguna manera rechazar una parte de lo que soy, es
decir vosotros. Nosotros todos somos Uno y en ese caso, puedo deciros Yo
y la Madre somos Uno. Llevo a la Madre pero no soy la Madre, si no
desaparecería de este plano. Así como dice la Madre celeste, no
tendríais nada más que vivir.
Vosotros
veis bien que todo lo que os es dado a vivir es hecho en toda medida
para desaparecer todavía mejor, con el fin de que quede sólo la primera
chispa de vida. La primera manifestación de lo que vosotros sois. Así,
todos los encuentros, en todas las circunstancias que se presentan ante
vosotros, hasta las más insólitas están allí para que coloquéis el Amor
por delante, para que coloquéis el Perdón delante, en tal caso. Todo
esto os empuja a hacer callar esta personalidad que no es más que
reivindicación.
Cuando
me es permitido reunir a la Madre celeste y hacer sólo Una en esta
radiación blanca, mi regreso de madrugada no cambia nada, excepto la
forma que adopto aquí para desplazarme en este mundo. Pero llegará un
momento dado en que no me vaya más de mi morada suprema. En realidad,
hacemos constantemente el transbordador de salida a este mundo, mientras
tenemos cosas que vivir, hasta el momento en que la experiencia
finaliza.
Vuestra
Resurección es verdaderamente un camino solitario y sean cuales sean
vuestras experiencias aquí en el seno de este mundo, todas ellas os
conducen tarde o temprano a la disolución. Esta disolución pasa por la
Aceptación de todo lo que se produce en vuestras vidas.
Os rindo gracia y os invito a la danza de la Beatitud, para cada instante.
Madre Béatrice María, por un tiempo.
Publicado en Etoile en incarnation.