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Os saludo, hijos de la Fuente Una, soy Cristo. Paz para vosotros, Paz sobre vosotros y Paz en vosotros.
La cuenta del tiempo ha terminado. Ya no es hora de contar ni de medir lo que sea. Dentro de un lapso muy corto vendré a lavar, de manera definitiva, vuestras vestiduras de Luz.
No voy a hacer grandes discursos ni siquiera proponer lo que sea que no fuese vuestra Presencia y mi Presencia reunidas en el mismo Corazón Sagrado de dónde proviene todo gozo y todo contento.
Vengo a anunciar el reino del Amor, que no tiene nada que hacer con lo efímero porque el Amor no puede ser sino eterno en su Libertad y en su manifestación.
Estaré en adelante con vosotros, como lo he estado siempre. Fue la ilusión del tiempo la que os impidió vivir de manera infinita.
Vengo a pregonar en vosotros el tiempo de la Resurrección. Vengo a saciar vuestro corazón y consolar lo que ha de serlo a fin de que ninguna lágrima venga a obstaculizar la libertad del Amor.
Lo que debía ser cortado lo ha sido. Lo que queda por cortar será iluminado por el Fuego del Amor y esto es ahora. Ya no queda tiempo para contar el tiempo. Es hora de soltar y devolver la ilusión a lo que ella es.
Me dirijo al corazón de cada cual, aquí como en todas partes.
Así recibiré a cada uno de vosotros en el último tiempo de la depuración y de la Resurrección pero – desde ya – os invito a entregarme vuestros últimos pesares, vuestros últimos pesos, vuestras últimas dificultades.
Vengo a cumplir con lo que fue enunciado hace más de dos mil años. Habéis entrado efectivamente de lleno – a través del corazón - en el tiempo del fin de los tiempos, aquél que no conoce ningún tiempo, que sólo conoce la magnificencia del Amor, del Gozo y de la Verdad.
Sin importarme quienes sois, sin importarme el nivel en que penséis estar o no estar, me dirijo a lo que arde en vuestro Templo y que consume lo que pueda subsistir de ilusión.
Vengo a realizar el retorno de la Tierra a su Verdad Eterna. Entended bien, más allá de lo que es pronunciado y de lo que es dicho. Vais a ser cada vez más numerosos en experimentar y sentir la verdad de lo que ahí está, anclado en la carne, anclado en el núcleo de la Tierra.
Va a sonar en vosotros el himno eterno del Amor a fin de que nunca más pueda prevalecer la mentira. Adonde miréis fuera de vosotros, el corazón sólo ve desorden, conflicto y mentira. Vengo a restablecer la verdad del Amor que no puede ocultarse detrás de ningún hecho ni ninguna palabra.
Me dirijo a vosotros y a cada uno a fin de que os detengáis en vuestra verdad, en el corazón. Mi invitación es a dar, a daros y a darlo todo para guardar solamente lo que es eterno, lo que es verdadero, lo que os nutre en verdad.
Habéis comenzado a ver con vuestros propios ojos lo que había sido enunciado por el muy amado Juan y por los innumerables profetas que os avisaron, que os alertaron, a fin de despertaros de la pesadilla de la mentira, de la pesadilla de la persona.
El tiempo del Amor ha sido decretado en esta Tierra de manera visible y tangible, digan lo que digan los que maquillan la verdad. Ya no es tiempo de urgencia ya que todo ha sido cumplido y se devela ante vuestros ojos, dentro de vosotros, siempre que aceptéis veros tales como sois y no tales como este mundo os ha hecho.
Vengo a revelaros de manera evidente vuestro Reino de Eternidad, vuestro Reino de Corazón, que nada tiene que hacer con las reglas y convenciones de vuestro mundo, que no es vuestro mundo.
Todo ha sido cortado. Todo lo muerto está ya muerto, aunque no lo sepa, mientras que vosotros, hijos del Uno, estáis vivos, no de esa vida corrediza y huidiza sino de la vida eterna, de la vida verdadera y de la vida en el Amor. Sin importar lo que penséis, sin importar las dudas, sin importar lo que hayáis vivido, soltadlo todo y manteneos firmes en la Luz Eterna del Amor.
Muchos de vosotros, estéis donde estéis, vivís estos días en la paz inefable del Amor, aunque sin poder todavía explicarlo con certeza y claridad. A través de vuestros sentidos, a través de vuestra inteligencia, a través de vuestra interioridad, a través del espectáculo de este mundo, resulta obvio que no hay otra salida que la revelación del Amor y de la eternidad de la Vida, que nada tiene que ver con lo llamado vida tal como ésta se vive aquí, en este mundo.
Es hora ya de cerrar el tiempo de la muerte pues nada muere salvo lo que pasa, salvo lo que dura dentro de un espacio de tiempo dado.
Olvidaos de todas las condiciones y sumergíos ahí donde seréis saciados, ahí donde ninguna duda puede surgir, pese a lo que diga este mundo y lo que os muestre.
Estáis descubriendo que no existe ninguna otra salida que no fuese el Amor, despreciando incluso toda noción de responsabilidad, de culpabilidad, de error o de memoria, que en nada se relacionan con el Amor.
Sois en adelante los Hijos del Hombre. La Vía, la Verdad y la Vida. El Alfa y el Omega. Ahí donde estáis todavía, pronto no podréis permanecer. Os corresponde desaparecer del parecer, aparecer en el Ser Eterno, poniendo fin al espejismo y a la carencia.
No tenéis fuerza que hacer ni esfuerzo alguno que desplegar, ni siquiera creer en quien fuere ni en nada. Sumergíos ahí donde estoy. Quedaréis regenerados, vivificados, ya no en el fuego vital del deseo y del ego sino en el Fuego vibral de la pureza y de la belleza.
Es hora de despojaros de todo lo que no es eterno, de todo lo que no se aferra a la Verdad del Amor. Las señales del cielo y de la Tierra, se vuelven palpables y tangibles allí donde miréis. Olvidad toda espera y toda esperanza porque precisamente, todo está cumplido y ya no existe la menor distancia entre vosotros y la Verdad. No hay nada que buscar o rebuscar, porque esencialmente está ya despierto en lo más profundo de todos los Hijos del hombre, de todos los Corazones, incluso en los más cerrados a mi Presencia.
El Amor ahora, os nutre, os sacia y os abreva. No viene de fuera sino de lo que sois en verdad. El Amor revelado os lleva a ignorar las sirenas de la posesión, las sirenas de la materialidad. Os lo advertí hace dos mil años: ¿dónde está vuestro Reino?, ¿cuál es vuestro Reino?, ¿queréis desbastar la piedra para seguir siendo piedra, aunque sea la más perfecta?, ¿o queréis encontrar la libertad del Fuego, la libertad del Aire y del Agua, la libertad del Amor que no tiene ninguna referencia, ningún marco, ninguna historia ni nada que salvar? Enderezaos, de pie y orgullosos de vuestra Eternidad, en la Humildad de este mundo y en la Humildad de la fe en una a-persona. Todo está cumplido en la carne. La carne de la Tierra, ella misma, lo ha decidido así.
Nutríos del Amor. Lo demás os será cada vez más indigesto e intolerable, porque el Amor no tolera nada más que el Amor, porque el amor es Libertad. ¿Dónde habéis encontrado la Libertad, en este mundo? La Libertad no es un sueño, ni un futuro, ni una esperanza; es vuestro estado natural que no pide más que brotar en vosotros y de vosotros. No os dejéis engañar por las sirenas de los que quieren prometeros algo mejor mañana, porque lo mejor es ahora, a cada respiración, a cada mirada. Esto es lo que llama a la puerta antes de mi venida, para lavar lo que debe ser lavado en el cumplimiento final de los tiempos de la Tierra.
Ya no hay tiempo para vacilar, no hay tiempo para dudar ante el Amor; es el momento de aceptar, de decir “sí” a la verdadera Vida, de decir “sí” a la Libertad, un sí franco y rotundo que sólo se establezca en el mismo Silencio de vuestro ser. Así serás si quieres, mi amigo. Un amigo inquebrantable como vosotros mismos, en la Verdad del Amor.
En verdad os digo, que no hay más necesidad de estar dos o tres reunidos en mi nombre, porque estaré todavía más presente en aquel que se dirige a sí mismo, en soledad y en la intimidad de su Corazón.
El Verbo se hizo carne por primera vez. El Verbo se hace carne por segunda vez en todos los niños del cielo y de la Tierra.
La última Trompeta os indica, en vosotros como en la conciencia del mundo, el tiempo de la redención, el tiempo de la Resurrección. ¿Qué otro tiempo puede importar en relación a esos tiempos que no se inscriben en tiempo alguno? Y que os permite liberaros del yugo del tiempo, del envejecimiento y de la muerte.
No vengo ni a ordenaros ni a pediros nada; vengo sólo a proponeros que comprobéis, por vosotros mismos, la verdad de lo que he dicho, para que cada respiración de vuestra vida esté ahora iluminada por el Espíritu de la Verdad, por el Espíritu Santo y por el don de la Gracia. Porque en eso, no hay ni justificación, ni hipótesis, ni espacio, ni tiempo.
He llamado a la puerta, vosotros me habéis contestado. Entonces, yo os respondo a mi vez: Estoy aquí, más allá de las palabras que oís o de las palabras que leéis. Mira, mira y observa lo que tú eres. No a través de las máscaras o los juegos de roles de este mundo, sino por encima de todo juego y toda función.
El cielo pronto va a desposar a la Tierra, a su Espíritu fertilizante y liberado. Eso está en progreso. Esto debe ejecutarse con prontitud porque son muchos los que me han gritado dirigidos con torpeza, pero poco importa, porque la Luz que parpadea o la desesperación, no puede ignorar a Cristo en vosotros, que estoy en vosotros. Nada puede ser retenido de lo que debe abatirse en la Tierra y de lo que debe levantarse en la Tierra. Poneos de pie. No hay ningún pretexto que valga la pena; ya sea en vuestro cuerpo, en vuestros pensamientos, en vuestra vida limitada. Lo Ilimitado no puede esperar, no se puede retrasar.
El Coro de Ángeles, el sonido de la Resurrección, llega a vosotros abatiendo lo que pueda quedar de las murallas del mental, de la adhesión a cualquier historia y a cualquier escenario. Vengo a poner punto final a los escenarios posibles, para que la evidencia del escenario único de vuestra Resurrección, pueda verse y vivirse en la intimidad, en el Silencio y en el canto a la Vida. El canto a la muerte no tiene ya influencia sobre vosotros. Se llamaba: dinero, mentira, moral y creencias. Vosotros regenerados y resucitados.
No hay nada que mejorar, porque el Amor es más que perfecto. No hay nada que tratar de cambiar, en este mundo como en la ilusión de vuestra persona. El Amor os quiere plenos y enteros, plenos y de pie, en el espacio donde no pueda surgir queja alguna o ser evocada; la Alegría se convertirá en gozo y sonrisa perpetua.
¿Qué esperáis de este mundo?, ¿esperáis todavía alguna satisfacción de los deseos efímeros cuando el único deseo que crece, no es otro que la alegría del Corazón?
Sólo lo que resiste, será abatido por el Amor incondicional, no en un combate, sino en una evidencia. Mirad en vosotros, porque esta evidencia está aquí. Sean los que sean vuestros proyectos, vuestras ambiciones, vuestra vida, lo que está aquí es el Alfa y el Omega, sin discusión, sin ninguna condición, sin ningún límite a la expresión del Amor.
Volveré, como dije, como me fui. No me veréis en ningún cuerpo que se glorificara por ser yo, sino que os veréis en cada uno, como vosotros mismos. Porque es la única verdad y ella, no necesita declararse, se encuentra en el silencio y en la humildad.
Podéis darme todo lo que os obstaculiza, todo lo que os ahoga, y entonces os devolveré a vosotros mismos, por encima de todas las apariencias y de todos los sufrimientos que no os conciernen.
Amar y servir, en los tiempos donde no hay más tiempo, es caminar en mis pasos, es reconocerse en mí, en el silencio del Corazón, en el ser, como en el no-ser, en la acción justa que no es llevada por cálculo cualquiera que sea, sino que es llevada por la Gracia ella misma.
Niño del Uno e Hijo del hombre, ya no es más el tiempo de despertarte por momentos cuando eso te conviene, sino de mantenerte en pie todo el tiempo, cuando este tiempo desaparece. Afirma la Vía, la Verdad y la Vida. Afirma el Alfa y la Omega. No necesitas de palabras, ni de parecer, ni de convencer, solo has de ser... el Hijo del Hombre.
Entonces sentirás tu Corazón elevarse al mismo tiempo que la Alegría aparece en tu Ser, como en todas tus relaciones. Esto es ahora, pues está pactado en lo más alto de los cielos y en lo más hondo de la Tierra.
Tú, Hijo del Hombre, en pie en tu Eternidad, yo te bendigo. No solamente ahora, tú que lees, tú que escuchas, sino en todo tiempo, porque el Amor no sabe de tiempo. Incluso es, si puedo decir, el enemigo. El tiempo pertenece a Satán, a aquel que lo encerró. Vengo a liberar el tiempo, que es liberado en vosotros. Vengo a liberar el espacio de lo que fue fragmentado y separado en vosotros. Pero no se equivoquen, yo ya estoy aquí porque todo viene de mí, y de vosotros.
Lo que es polvo regresará al polvo. Lo que es falso se desmorona con cada vez más estruendos, liberando siempre más el canto del Amor. La escena del mundo se juega en ti, dándote a ver aquel que se opone a lo que tú Eres. Esto se alumbra, se manifiesta, porque ya nadie podrá ser más engañado, cuando el canto del Amor suene en lo más hondo del cielo y de la Tierra, resonando en cada una de vuestras células.
Tú serás entonces tu único juez. No un juez que aprecia la satisfacción de los placeres de este mundo, sino el juez imparcial de tu propia Eternidad, permitiéndote no de condenar, sino de apreciar la Verdad, la de tu Eternidad.
Dondequiera que estés, aquí como en toda la Tierra, en lo íntimo de tu Corazón, no serás nunca más aislado ni separado, incluso si no me conoces aún o no me has reconocido, en algún estado de tu ser efímero. Olvida esto. Estoy en tu Eternidad; soy más aún de lo que puedas creer o esperar ser; Yo soy el Espíritu, como tú lo Eres.
Mantuviste tu casa limpia, o por lo menos lo intentaste. No te retrases más en cualquier limpieza que sea porque el Amor es la limpieza en acción, ya no necesita de tu esfuerzo, sino que solo necesita tu rendición sin condición a tu propia Eternidad. Allí te encontrarás, o te encuentras en este mismo momento, todo lo que es indispensable. El Amor es todas las respuestas y las verdaderas Alegrías, porque éstas nunca acaban.
Entonces bendigo tu Presencia y mi Presencia en ti, como bendigo tu Presencia en mi Corazón. En el Corazón del Uno, en el Corazón Sagrado de la Verdad, nos mantenemos rectos y en pie.
Y siente ahí, sucesivamente, lo que eres. Olvida todo parecer, olvida todo error e incluso todo lo que necesita reparación.
Despierta de todo sueño o de toda pesadilla.
Sal de todo juego. Entonces el Cristo limpiará en ti lo que piensas necesitar de limpiar, apaciguar o de purificar. No es más el tiempo de jugar a eso, es hora de vivir, porque el tiempo es al Amor, porque la misma noción de tiempo se desmorona cuando el Alfa y la Omega se unen.
Entonces te bendigo y te quiero. Viéndome en ti, te ves en mí, sin distancia y sin pudor. El tiempo sin tiempo es el tiempo de lo auténtico y de lo verdadero. Así, te bendigo por tres veces.
Ha llegado el tiempo de entregarlo todo, a fin de que todo te sea restablecido.
Así, eres la Gracia liberada de todo yugo y de toda duda. Ven, te espero.
Ven a mí como vine a ti. Pon tus pasos en mis pasos y pon tu Corazón en mi Corazón, como también yo lo hago.
Percibe, en este tiempo, la inutilidad de las palabras y deja expresarse la gratitud espontánea de tu encuentro contigo mismo.
Por la verdad del Verbo encarnado, tú mismo te liberas de toda ilusión de muerte y de todo lo que está limitado.
Para ti que me escuchas, para ti que me lees, para ti que me esperas, o para ti que no creyó en mí, abandona todo esto y vívelo. No hay distancia.
Entrégate a la Vida como me entregué a la Vida. ¿Dónde está tu Reino? ¿Es de este mundo? ¿Está en otra parte? A ti de decidir. Pero decide, ahora. No puedes engañarte más a ti mismo, ni equivocarte, ni engañar a nadie. No puedes enmascararte más al Amor. No hay más incertidumbres porque el tiempo del final es seguro. Reúneme y reúnete allí donde ambos estamos, en la Eternidad, en el Espíritu de la Verdad.
Mi hermano, mi hermana, mi amigo, mi amado, me dirijo a ti: «¿Quién eres?». Toda respuesta que podrías proporcionar no es la verdad porque tú mismo estas más allá del ser, eres la Fuente misma del Amor. Así como había dicho: «Yo y mi Padre somos Uno». Te invito a decirlo, porque es lo que se vive.
El Agua del cielo aportando el Fuego del Espíritu desemboca en tu cielo interior.
Ya no tienes que estar más sobre la cruz, sino ser este Corazón Glorioso, lo que ya Eres.
Te bendigo entonces por tres veces y por tercera vez, tú que lees y tú que escuchas, tú que estás ahí y tú que estás en otras partes.
Eres el canto del Amor que canta en ti.
Te doy mi Paz, como me consagré a la Vida, y acojo tu Paz, cuando te consagras a la Vida, en el Alfa y la Omega.
Escucha a la que en la historia fue llamada mi Madre, y que es nuestra Madre, la de todos.
Sé la verdad, porque eres la Verdad.
Ahora recobro tu Corazón, el Corazón de cada uno, porque ahí no hay más necesidad de palabras, ni de discursos. El Verbo se hace carne, se hace silencio en este mundo.
… Silencio …
Te amo, dondequiera que estés. Y este Amor se hará cada vez más ardiente, uniéndose cuando nos reunimos, y es ahora.
Te amo, para la Eternidad y en la Eternidad.
Te digo hasta siempre, y ahora me callo para cantar en ti.