El Libro De Urantia
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DOCUMENTO 130
EN EL CAMINO A ROMA
LA GIRA por el mundo romano consumió la mayor parte del vigésimo octavo y todo el vigésimo noveno años de la vida de Jesús en la tierra. Jesús y los dos nativos de la India —Gonod y su hijo Ganid— salieron de Jerusalén por la mañana del domingo 26 de abril del año 22 d. de J.C. La gira procedió según se la había programado; Jesús se despidió del padre y el hijo en la ciudad de Charax en el Golfo Pérsico el día 10 de diciembre del siguiente año, 23 d. de J.C.Saliendo de Jerusalén por el camino de Jope llegaron a Cesarea, donde se embarcaron para Alejandría. Desde Alejandría navegaron hasta Lasea en Creta. Siguieron desde Creta por mar hasta Cartago, haciendo escala en Cirene. En Cartago tomaron un barco para Neápolis, que hizo escala en Malta, Siracusa y Mesana. Desde Neápolis se dirigieron a Capua, y desde allí, a Roma por la vía Apia.
Al cabo de su estadía en Roma, fueron por tierra a Tarento, donde se hicieron a la vela para Atenas haciendo escala en Nicópolis y Corinto. Desde Atenas fueron a Efeso vía Troas, y desde Efeso, por barco, a Chipre, parándose en Rodas. Permanecieron en Chipre, recorriendo la isla y descansando, por un período prolongado de tiempo antes de zarpar hacia Antioquía de Siria. Una vez en Antioquía, siguieron viaje hacia el sur hasta Sidón y de allí a Damasco. Desde Damasco viajaron con una caravana a la Mesopotamia, pasando por Tapsacos y Larisa. Pasaron un período en Babilonia, visitaron Ur y otros lugares, y luego fueron a Susa. Desde Susa procedieron a Charax, donde Gonod y Ganid se embarcaron para la India.
Durante un período de trabajo de cuatro meses en Damasco, Jesús había adquirido los rudimentos del idioma que hablaban Gonod y Ganid. Mientras estuvo allí, dedicó gran parte de su tiempo a traducir del griego a uno de los idiomas de la India, siendo asistido en este trabajo por un hombre oriundo del distrito natal de Gonod.
En el curso de esta gira mediterránea Jesús pasaba aproximadamente medio día en función de tutor de Ganid e intérprete de Gonod en las entrevistas de negocios y encuentros sociales de éste. El resto del día estaba a su disposición, y lo dedicaba Jesús a relacionarse personalmente con sus semejantes, a entablar las estrechas relaciones con los mortales de este mundo, las cuales tanto caracterizaron sus actividades de estos años inmediatamente precedentes a su ministerio público.
Jesús conoció pues por observación directa, de primera mano y por contacto real, la más elevada civilización material e intelectual del Occidente y del Levante; de Gonod y su brillante hijo mucho aprendió sobre la civilización y la cultura de la India y de la China, porque Gonod, que era ciudadano de la India, había hecho tres largos viajes al imperio de la raza amarilla.
Ganid, el joven, aprendió mucho de Jesús durante esta larga e íntima asociación. Llegaron a tenerse mucho afecto mútuo, y el padre del muchacho trato de
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persuadir a Jesús en muchas ocasiones de que los acompañara cuando regresaran a la India, pero Jesús siempre rehusó la invitación, alegando que era menester volver a su familia en Palestina.
1. EN JOPE —DISCURSO SOBRE JONÁS
Durante su estadía en Jope, Jesús conoció a Gadía, un intérprete filisteo que trabajaba para un tal Simón, curtidor. Los agentes de Gonod en Mesopotamia habían hecho muchos negocios con este Simón; por eso Gonod y su hijo deseaban visitarlo camino a Cesarea. En el curso de esta visita en Jope, Jesús y Gadía se hicieron buenos amigos. El joven filisteo buscaba la verdad; Jesús era el dador de la verdad. El era la verdad para esa generación en Urantia. Cuando un gran buscador de la verdad se encuentra con un gran dador de la verdad, se produce un esclarecimiento grande y liberador nacido de la experiencia de la nueva verdad.Cierto día cuando, después de la cena, deambulaban Jesús y el joven filisteo por la orilla del mar, Gadía, sin saber que este «escriba de Damasco» era tan versado en las tradiciones hebreas, señaló a Jesús el embarcadero desde el cual supuestamente se había embarcado Jonás en su desafortunado viaje a Tarsis. Al concluir sus comentarios, le pregunto el joven a Jesús: «¿Pero crees tú que el gran pez realmente se tragó a Jonás?» Jesús percibió que esta tradición había influido tremendamente sobre la vida del joven, y que la contemplación de este episodio le había inculcado la idea disparatada de tratar de escapar al deber. Por lo tanto, Jesús nada dijo que pudiera destruir repentinamente los cimientos de las motivaciones actuales de Gadía para la vida práctica. Al responder a su pregunta, Jesús dijo: «Amigo mío, todos nosotros somos como Jonás, con una vida que hemos de vivir de acuerdo con la voluntad de Dios, y cada vez que intentamos escapar al deber que nos impone la vida diaria, fugándonos hacia remotas tentaciones, nos ponemos al instante en las manos de aquellas influencias que no están regidas por los poderes de la verdad ni por las fuerzas de la justicia. Escapar al deber es sacrificar la verdad. Escapar al servicio de la luz y la vida sólo puede conducir a esos penosos conflictos con las difíciles ballenas del egoísmo que llevan a la larga a la oscuridad y la muerte, a menos que estos Jonases que han abandonado a Dios sepan volver su corazón, aun en los momentos en que se encuentren sumergidos en la más profunda desesperación, en procura de Dios y de su bondad. Y cuando tales almas afligidas buscan sinceramente a Dios —hambrientas de verdad y sedientas de justicia— nada podrá retenerlas más en cautiverio. Sea cual fuere el abismo en el que puedan haber caído, cuando buscan la luz de todo corazón, el espíritu del Señor Dios del cielo las librará de su cautiverio; las circunstancias malignas de la vida las arrojarán a la tierra firme de las nuevas oportunidades para un servicio renovado y una vida más sabia».
Mucho conmovió a Gadía la lección de Jesús, y siguieron conversando junto a la orilla del mar hasta muy entrada la noche, y antes de irse a sus respectivos albergues, oraron juntos y el uno por el otro. Este mismo Gadía escucharía posteriormente los sermones de Pedro, convirtiéndose en un profundo creyente en Jesús de Nazaret y celebrando cierta noche, en casa de Dorcas, un memorable debate con Pedro. También tuvo Gadía mucho que ver con la decisión final de Simón, el rico mercader de cueros, de abrazar el cristianismo.
(De acuerdo con el permiso que se nos ha dado, en este relato de la obra personal de Jesús con sus semejantes mortales durante la gira por el Mediterráneo, traduciremos libremente sus palabras a una fraseología corriente usada en Urantia al tiempo de esta presentación).
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La última visita de Jesús con Gadía tuvo que ver con una discusión sobre el bien y el mal. Este joven filisteo estaba bastante atribulado por la sensación de injusticia que le producía la presencia del mal conviviendo con el bien en el mundo. Decía: «¿Cómo puede ser que Dios, si es infinitamente bueno, permita que suframos las penas del mal?; después de todo, ¿quién crea el mal?» En aquellos tiempos muchos aún creían que Dios es el creador tanto del bien como del mal, pero Jesús nunca enseñó tal concepto falaz. Al responder a esta pregunta, dijo Jesús: «Hermano mío, Dios es amor; por tanto él debe ser bueno, y su bondad es tan grande y real que no puede contener las cosas pequeñas e irreales del mal. Dios es tan positivamente bueno que absolutamente no hay cabida alguna en él para el mal negativo. El mal es la elección inmadura y el desliz irracional de los que se resisten a la bondad, rechazan la belleza y traicionan la verdad. El mal sólo es la inadaptación de la inmadurez o la influencia disociadora y distorsionadora de la ignorancia. El mal es la oscuridad inevitable que pisa los talones del necio rechazo de la luz. El mal es lo tenebroso y lo falso y, si se le abraza conscientemente y se le endosa voluntariamente, se convierte en pecado.
«Tu Padre celestial, al dotarte de la facultad de elegir entre la verdad y el error, creó el negativo potencial del camino positivo de la luz y la vida; pero tales errores del mal son realmente inexistentes hasta el momento en que una criatura inteligente los quiere existir mediante un acto equivocado al seleccionar él la manera de vivir. Esos males posteriormente son exaltados a la categoría de pecado por elección consciente y deliberada de esa misma criatura obstinada y rebelde. Es por esto que nuestro Padre celestial permite que el bien y el mal marchen uno al lado del otro hasta el fin de la vida, así como la naturaleza permite que el trigo y la cizaña crezcan juntos hasta el momento de la siega». Gadía quedó plenamente satisfecho con la respuesta de Jesús a su pregunta después de la discusión que mantuvieron aclaró en su mente el verdadero significado de estas importantes declaraciones.
2. EN CESAREA
Jesús y sus amigos se quedaron en Cesarea más tiempo del que esperaban porque se descubrió que uno de los aspas gigantes del timón de la nave en la que pensaban embarcarse corría peligro de quebrarse. El capitán decidió permanecer en puerto mientras fabricaban una aspa nueva, y puesto que había escasez de carpinteros hábiles para esta tarea, Jesús se ofreció para ayudar. Por las noches Jesús y sus amigos caminaban por la hermosa muralla que formaba el paseo costanero alrededor del puerto. Ganid se interesó mucho en la explicación de Jesús sobre el sistema de aguas públicas de la ciudad y la técnica por la cual se utilizaban las mareas para lavar las calles y alcantarillas de la ciudad. Mucho impresionó a este joven de la India el templo de Augusto, situado en una elevación y rematado por una estatua colosal del emperador romano. La segunda tarde de su estadía los tres asistieron a una función en el enorme anfiteatro que podía acomodar a veinte mil personas, y esa misma noche fueron a ver un drama griego en el teatro. Fueron éstos los primeros espectáculos de este tipo que Ganid jamás habia presenciado, y mucho le preguntó a Jesús acerca de ellos. Por la mañana del tercer día visitaron formalmente el palacio del gobernador, porque Cesarea era la capital de Palestina y la residencia del procurador romano.En la posada donde se hospedaban también se alojaba un mercader de Mongolia, y puesto que este hombre del Lejano Oriente hablaba griego bastante bien, Jesús varias veces conversó con él largamente. Este hombre quedó muy impresionado con la filosofía de la vida de Jesús y nunca olvidó sus sabias palabras:
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«Vivir una vida celestial, mientras está en la tierra, mediante la diaria sumisión a la voluntad del Padre celestial». Este mercader era un taoísta, y por eso había llegado a ser un firme creyente en la doctrina de una Deidad universal. Al regresar a Mongolia, comenzó a enseñar estas verdades avanzadas a sus vecinos y a sus asociados de negocios, y como resultado directo de tales actividades su hijo mayor decidió hacerse sacerdote taoísta. Este joven ejerció una gran influencia al propagar la verdad avanzada durante toda su vida y fue sucedido por un hijo y luego por un nieto quienes asímismo fueron devotamente leales a la doctrina del Dios Único —el Supremo Gobernante del Cielo.
Aunque la rama oriental de la iglesia cristiana primitiva, que tenía su centro en Filadelfia, se atuvo más fielmente a las enseñanzas de Jesús que hicieron los hermanos en Jerusalén, es lamentable que no hubiera un Pedro que fuera a China, o un Pablo que viajara a la India, países en los cuales el terreno espiritual por ese entonces era tan favorable para plantar la semilla del nuevo evangelio del reino. Estas mismas enseñanzas de Jesús, tal como fueron sostenidas por los filadelfianos, habrían suscitado en los pueblos asiáticos tan espiritualmente hambrientos, el mismo interés inmediato e intenso que suscitaran los sermones de Pedro y Pablo en el oeste.
Uno de los jóvenes que cierto día trabajaban con Jesús en la construcción del aspa, se mostró muy interesado en las palabras que él hablaba hora trás hora mientras que trabajaban en el astillero. Al sugerir Jesús que el Padre celestial se interesaba por el bienestar de sus hijos en la tierra, este joven griego, Anaxando, dijo: «Si los Dioses se interesan en mí ¿por qué no alejan al capataz cruel e injusto que está a cargo de este taller?» Se sorprendió cuando Jesús replicó: «Puesto que conoces los caminos de la amabilidad y valoras la justicia, tal vez los Dioses han puesto este hombre equivocado cerca de ti para que le conduzcas por un mejor camino. Tal vez seas tú la sal que ha de hacer a este hermano más agradable para el gusto de todos los demás hombres; es decir, si no has perdido tu sabor. Así como están las cosas, este hombre es tu amo porque sus modos malvados ejercen una influencia desfavorable sobre ti. Por qué no afirmar tu señorío sobre el mal por virtud del poder de la bondad, convirtiéndote así tú en el amo en toda relación entre vosotros dos? Puedo predecir que el bien que hay en ti podría vencer el mal que hay en él si le dieras una oportunidad ecuánime y viva. No hay aventura más apasionante en el curso de la existencia mortal que el regocijo de actuar como socio de la vida material que se une con la energía espiritual y la verdad divina en una de sus luchas victoriosas contra el error y el mal. Es una experiencia maravillosa y transformadora tornarse en el canal viviente de la luz espiritual que ha de iluminar al mortal que permanece en la oscuridad espiritual. Si estás más bendecido con la verdad que este hombre, su necesidad debería ser para ti un desafío. ¡No por cierto eres el cobarde que, parado a la orilla del mar puede mirar como perece un semejante que no sabe nadar! ¡Cuánto más valiosa es el alma de este hombre que se debate en las tinieblas, comparada con su cuerpo que se ahoga en el mar!»
Mucho conmovieron a Anaxando las palabras de Jesús. Poco después le refirió a su jefe lo que Jesús le había dicho, y esa misma noche juntos fueron en busca de Jesús para que los aconsejara sobre el bienestar de sus almas. Con el tiempo, después de que se proclamó en Cesarea el mensaje cristiano, estos dos hombres, uno griego y el otro romano, creyeron en los sermones de Felipe y serían miembros prominentes de la iglesia que él fundó. Más tarde este joven griego fue nombrado el ayudante de un centurión romano, Cornelio, que se hizo creyente a través del ministerio de Pedro. Anaxando continuó ministrando la luz a los que habitaban en las tinieblas hasta los tiempos de la encarcelación de Pablo en Cesarea; entonces pereció por accidente, en la gran matanza de veinte mil judíos, mientras estaba socorriendo a los que sufrían y a los moribundos.
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Por esta época Ganid, había empezado a darse cuenta de que su tutor empleaba sus ratos de ocio en este ministerio personal poco común para con sus semejantes, y el joven indio decidió descubrir el motivo de esta actividad incesante. Preguntó: «¿Por qué te ocupas continuamente de hablar con extraños?» Y Jesús respondió: «Ganid, ningún hombre es extraño para el que conoce a Dios. En la experiencia de encontrar al Padre en el cielo descubres que todos los hombres son tus hermanos, y ¿qué tiene de raro que uno se regocije con el encuentro con un hermano recién descubierto? Conocer a nuestros hermanos y hermanas, entender sus problemas y aprender a amarlos, es la suprema experiencia de la vida».
Fue ésta una conversación que duró hasta bien entrada la noche, en el curso de la cual, el joven le pidió a Jesús que le explicara la diferencia entre la voluntad de Dios y ese acto mental humano de elección que también se llama voluntad. En substancia Jesús dijo: la voluntad de Dios es el camino de Dios, el asociarse con la elección de Dios frente a cualquier alternativa potencial. Hacer la voluntad de Dios, por lo tanto, es la experiencia progresiva de llegar a parecerse cada vez más a Dios, y Dios es el origen y el destino de todo lo que es bueno y bello y verdadero. La voluntad del hombre es el camino del hombre, la suma y substancia de lo que el mortal elige ser y hacer. La voluntad es la deliberada elección de un ser autoconsciente que lleva a una decisión-conducta basada en una reflexión inteligente.
Esa tarde Jesús y Ganid se habían divertido jugando con un perro pastor muy inteligente, y Ganid quería saber si el perro tenía alma, si tenía voluntad, y en respuesta a sus preguntas, Jesús dijo: «El perro tiene una mente que puede conocer al hombre material, su amo, pero no puede conocer a Dios, que es espíritu; por lo tanto el perro no posee una naturaleza espiritual y no puede disfrutar de una experiencia espiritual. El perro puede tener una voluntad derivada de la naturaleza y aumentada por el adiestramiento, pero tal poder de la mente no es una fuerza espiritual, ni es comparable a la voluntad humana, porque no es reflexiva —no es el resultado de la discriminación de significados más elevados y morales o de la elección de valores espirituales y eternos. Es la posesión de estos poderes de discriminación espiritual y de elección de la verdad lo que hace al hombre mortal un ser moral, una criatura dotada con los atributos de la responsabilidad espiritual y el potencial de la supervivencia eterna». Jesús siguió explicando que es la ausencia de tales poderes mentales lo que hace para siempre imposible al mundo animal desarrollar un lenguaje en el tiempo o experimentar algo que se parezca a la supervivencia de la personalidad en la eternidad. Como resultado de la lección de esto día, Ganid no creyó nunca más en la transmigración de las almas humanas a los cuerpos de los animales.
Al día siguiente Ganid discutió de todo esto con su padre, y fue en respuesta a una pregunta de Gonod que Jesús explicó que «las voluntades humanas que están tan sólo dedicadas a tomar decisiones temporales relativas a los problemas materiales de la existencia animal, están condenadas a perecer en el tiempo. Las que toman sinceras decisiones morales y elecciones espirituales incondicionadas se van así identificando progresivamente con el espíritu residente y divino, y por esto están transformándose así cada vez más en los valores de la supervivencia eterna: progresión interminable de servicio divino».
Fue este mismo día que oímos por primera vez esa verdad monumental que, puesta en términos modernos, significaría: «La voluntad es esa manifestación de la mente humana que capacita a la conciencia subjetiva a expresarse objetivamente y a experimentar el fenómeno de aspirar a ser semejante a Dios». Y es en este mismo
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sentido, en que todo ser humano reflexivo y de mente espiritual puede llegar a ser creativo.
3. EN ALEJANDRÍA
La estadía en Cesarea había estado plena de acontecimientos; cuando estuvo listo el barco, Jesús y sus dos amigos zarparon hacia Alejandría en Egipto un día al mediodía.La travesía fue sumamente agradable para los tres. Ganid estaba encantado con el viaje y mantenía a Jesús ocupado contestando a sus preguntas. Según se acercaban al puerto de la ciudad, el joven se emocionó al ver el gran faro de Faros, situada en la isla que Alejandro había unido por un malecón con la tierra firme, creando de este modo dos magníficos puertos y haciendo por tanto de Alejandría la encrucijada de las rutas comerciales marítimas de África, Asia y Europa. Este gran faro era una de las siete maravillas del mundo, y fue el precursor de todos los faros subsiguientes. Se levantaron temprano por la mañana para contemplar este formidable dispositivo salvavidas creado por el hombre, y en medio de las exclamaciones de Ganid, Jesús dijo: «Y tú, hijo mío, serás como este faro cuando regreses a la India, aun cuando tu padre ya no sea; llegarás a ser la luz de vida para los que estén a tu alrededor en la oscuridad, mostrando a todo el que lo desee el camino seguro para llegar al puerto de la salvación». Apretándole la mano a Jesús, Ganid le dijo: «Lo seré».
Nuevamente anotamos que los primeros maestros de la religión cristiana cometieron un grave error al concentrarse tan exclusivamente en la civilización occidental del mundo romano. Las enseñanzas de Jesús como las observaban los creyentes de Mesopotamia en el siglo primero, habrían sido recibidas prontamente por los diversos grupos de religionistas asiáticos.
A las cuatro horas de desembarcar ya estaban instalados cerca del extremo oriental de la larga y amplia avenida, de unos treinta metros de ancho y ocho kilómetros de largo, que cruzaba esta ciudad de un millón de habitantes hasta sus límites occidentales. Después de recorrer a vuelo de pájaro las principales atracciones de la ciudad —la universidad (el museo), la biblioteca, el mausoleo imperial de Alejandro, el palacio, el templo de Neptuno, el teatro y el gimnasio— Gonod se dedicó a sus negocios mientras Jesús y Ganid fueron a la biblioteca, la más grande del mundo. Había aquí cerca de un millón de manuscritos de todo el mundo civilizado: Grecia, Roma, Palestina, Partia, India, China e incluso el Japón. En esta biblioteca Ganid vio la colección más grande de literatura india de todo el mundo; y durante toda su estadía en Alejandría pasaban ellos un rato en este lugar todos los días. Jesús le contó a Ganid que las escrituras hebreas habían sido traducidas al griego en este lugar. Mucho hablaron de todas las religiones del mundo, esforzándose Jesús en señalar a esta mente joven la verdad que se podía encontrar en cada una, añadiendo siempre: «Pero Yahvé es el Dios que fue desarrollado de las revelaciones de Melquisedek y del pacto con Abraham. Los judíos fueron la progenie de Abraham y posteriormente ocuparon la misma tierra donde Melquisedek había vivido y enseñado, y desde la cual envió maestros a todo el mundo; y su religión finalmente representó un reconocimiento más claro del Señor Dios de Israel como Padre Universal en el cielo que ninguna otra religión del mundo».
Bajo la dirección de Jesús, Ganid hizo una recopilación de las enseñanzas de todas las religiones del mundo que reconocían una Deidad Universal, aunque pudieran otorgar mayor o menor reconocimiento también a deidades subordinadas. Después de mucha discusión, Jesús y Ganid decidieron que los romanos no tenían ningún Dios verdadero en su religión, que su religión era poco más que el culto al
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emperador. Llegaron a la conclusión de que los griegos habían desarrollado una filosofía, pero difícilmente una religión con un Dios personal. Descartaron los cultos de misterio debido a la confusión de su multiplicidad, y a que los variados conceptos de Deidad parecían derivarse de otras religiones y de las religiones más antiguas.
Aunque estas traducciones fueron hechas en Alejandría, Ganid no arregló estas selecciones y les añadió sus propias conclusiones personales en forma final, sino hasta cerca del fin de su estadía en Roma. Mucho le sorprendió descubrir que los mejores autores del mundo de literatura sagrada, todos reconocían más o menos claramente la existencia de un Dios eterno y concordaban respecto al carácter de este Dios y su relación con el hombre mortal.
Jesús y Ganid pasaron mucho tiempo en el museo durante su estadía en Alejandría. Este museo no era una colección de objetos raros, sino más bien una universidad de bellas artes, ciencia y literatura. Profesores eruditos dictaban clases diarias allí, y en aquellos tiempos éste era el centro intelectual del mundo occidental. Todos los días Jesús interpretaba las conferencias para Ganid; cierto día durante la segunda semana el joven exclamó: «Maestro Josué, sabes más que estos profesores; debes levantarte y decirles las grandes cosas que me has enseñado; están obnubilados por pensar demasiado. Yo hablaré con mi padre para que así lo disponga». Jesús sonrió y le dijo: «Eres un alumno admirador, pero estos maestros no están dispuestos a que tú y yo les enseñemos nada. El orgullo de la erudición no espiritualizada es cosa traicionera en la experiencia humana. El verdadero maestro mantiene su integridad intelectual tan sólo si sigue siendo un aprendiz».
Alejandría era el crisol de las culturas del Occidente y la ciudad más grande y magnífica del mundo después de Roma. Aquí estaba la sinagoga judía más grande del mundo, el asiento del gobierno del sanedrín alejandrino, los setenta ancianos dirigentes.
Entre los muchos hombres con quienes Gonod hizo transacciones mercantiles había cierto banquero judío, Alejandro, cuyo hermano, Filón, era un famoso filósofo religioso de esa época. Filón estaba empeñado en la laudable pero extremadamente difícil tarea de armonizar la filosofía griega con la teología hebrea. Ganid y Jesús conversaron mucho acerca de las enseñanzas de Filón y esperaban asistir a algunas de sus conferencias, pero durante todo el período de su estadía en Alejandría este famoso judío helenista yacía en cama, enfermo.
Mucho había en la filosofía griega y en la doctrina de los estoicos que Jesús recomendó a Ganid, pero le inculcó al muchacho la verdad de que estos sistemas de creencia, así como las enseñanzas de las doctrinas indefinidas de algunos de su propio pueblo, eran religiones sólo en el sentido de que conducían a los hombres a encontrar a Dios y a disfrutar la experiencia viviente de conocer al Eterno.
4. EL DISCURSO SOBRE LA REALIDAD
La noche antes de su partida de Alejandría, Ganid y Jesús tuvieron una larga conversación con uno de los profesores de gobierno en la universidad. El profesor dio una conferencia sobre las doctrinas de Platón. Jesús actuó de intérprete para el erudito maestro griego, pero sin contribuir ninguna enseñanza propia para refutar la filosofía griega. Gonod se encontraba fuera de la casa esa noche, ocupado en asuntos de negocios; por consiguiente, después de la partida del profesor, el maestro y su discípulo tuvieron un largo y abierto diálogo sobre las doctrinas de Platón. Si bien Jesús prestó una aprobación limitada a algunas de las enseñanzas griegas sobre la teoría de que las cosas materiales del mundo eran tan sólo reflejos vagos de realidades espirituales invisibles pero más substanciales, intentaba establecerPágina 1434
cimientos más sólidos para el pensamiento del joven; por eso se embarcó en una larga disertación sobre la naturaleza de la realidad en el universo. En substancia y en expresión moderna Jesús dijo a Ganid:
El origen de la realidad universal es el Infinito. Las cosas materiales de creación finita son las repercusiones espacio-temporales del Modelo Paradisiaco y de la Mente Universal del Dios eterno. La causación en el mundo físico, la autoconciencia en el mundo intelectual, y el yo progresivo en el mundo espiritual —estas realidades, proyectadas a escala universal, combinadas en conexión eterna, y experienciadas con perfección de cualidad y divinidad de valor— constituyen la realidad del Supremo. Pero en el universo siempre cambiante la Personalidad Original de la causación, la inteligencia y la experiencia espiritual es inmutable y absoluta. Todas las cosas, incluso en un universo eterno de valores ilimitados y cualidades divinas, pueden cambiar, y a menudo cambian, excepto los Absolutos y aquello que haya alcanzado el estado físico, la adopción intelectual o la identidad espiritual que es absoluto.
El más alto nivel al cual puede llegar una criatura finita es el reconocimiento del Padre Universal y el conocimiento del Supremo. Aun entonces tales seres con destino de finalidad siguen experienciando cambios en los movimientos del mundo físico y en sus fenómenos materiales. Asímismo permanecen conscientes de la progresión del yo en su continua ascensión del universo espiritual y de conciencia cada vez mayor en su apreciación cada vez más profunda del cosmos intelectual, y su reacción al mismo. Sólo en la perfección, armonía y unanimidad de la voluntad puede la criatura llegar a ser una con el Creador; y tal estado de divinidad sólo se puede alcanzar y mantener mediante el continuo vivir de la criatura en el tiempo y en la eternidad conformando constantemente su voluntad personal y finita a la voluntad divina del Creador. Siempre debe ser supremo en el alma y dominar en la mente de un hijo ascendente de Dios el deseo de hacer la voluntad del Padre.
Jamás podrá un tuerto visualizar la profundidad de la perspectiva. Igualmente no podrán los materialistas científicos tuertos ni los místicos y alegoristas espirituales tuertos visualizar correctamente ni comprender adecuadamente las verdaderas profundidades de la realidad del universo. Todos los valores auténticos de la experiencia de la criatura se ocultan en la profundidad del reconocimiento.
La causación sin mente no puede desarrollar lo refinado y lo complejo a partir de lo burdo y lo simple, tampoco puede la experiencia sin espíritu evolucionar los caracteres divinos de eterna supervivencia a partir de las mentes materiales de los mortales del tiempo. El único atributo del universo que caracteriza de manera tan exclusiva a la Deidad infinita es la inacabable dotación creadora de la personalidad que puede sobrevivir en un progresivo logro de la Deidad.
La personalidad es esa dote cósmica, esa fase de la realidad universal, que puede coexistir con cambios ilimitados y al mismo tiempo conservar su identidad en la presencia misma de todos estos cambios, y para siempre después.
La vida es una adaptación de la causación cósmica original a las demandas y posibilidades de las situaciones universales, y llega a existir por medio de la acción de la Mente Universal y de la activación por la chispa espiritual de Dios que es espíritu. El significado de la vida es su adaptabilidad, el valor de la vida es su capacidad de progresar —incluso hasta las alturas de la conoscientización de Dios.
La mala adaptación de la vida autoconsciente al universo produce la desarmonía cósmica. La divergencia final de la voluntad de la personalidad a partir de las tendencias de los universos, termina en el aislamiento intelectual y la segregación de la personalidad. La pérdida del espíritu conductor residente se sobreviene
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en forma de cesación espiritual de la existencia. Por consiguiente, la vida inteligente y progresiva es en sí misma y por sí misma prueba incontrovertible de la existencia de un universo con un fin determinado que expresa la voluntad de un Creador divino. Y esta vida, en su conjunto, lucha por alcanzar valores más altos, siendo su meta final el Padre Universal.
Sólo en cuestión de grado es la mente del hombre superior a la del nivel animal, aparte de las ministraciones más elevadas y cuasiespirituales del intelecto. Por lo tanto los animales (careciendo de la facultad de adoración y de sabiduría) no pueden experimentar la superconciencia, la conciencia de la conciencia. La mente animal sólo tiene conciencia del universo objetivo.
El conocimiento es la esfera de la mente material o discernidora de los hechos. La verdad es el dominio del intelecto espiritualmente dotado que está consciente de conocer a Dios. El conocimiento se puede demostrar; la verdad se experimenta. El conocimiento es una posesión de la mente; la verdad una experiencia del alma, del yo en progresión. El conocimiento es una función del nivel no espiritual; la verdad es una fase del nivel mental-espiritual de los universos. El ojo de la mente material percibe un mundo de conocimiento sobre los hechos; el ojo del intelecto espiritualizado discierne un mundo de valores verdaderos. Estos dos puntos de vista, sincronizados y armonizados, revelan el mundo de la realidad, en el cual la sabiduría interpreta los fenómenos del universo en términos de la experiencia personal progresiva.
El error (el mal) es el castigo de la imperfección. Las cualidades de imperfección o los hechos de una falsa adaptación se revelan en el nivel material mediante la observación crítica y el análisis científico; en el nivel moral, por la experiencia humana. La presencia del mal constituye la prueba de las imprecisiones de la mente y de la falta de madurez del yo evolutivo. El mal es, por lo tanto, también una medida de la imperfección en la interpretación del universo. La posibilidad de cometer errores es inherente a la adquisición de la sabiduría, el esquema de progreso desde lo parcial y lo temporal a lo completo y lo eterno, desde lo relativo e imperfecto a lo final y perfeccionado. El error es la sombra del estado relativo de lo incompleto, que necesariamente debe caer sobre la senda ascendente universal del hombre hacia la perfección del Paraíso. El error (el mal) no es una cualidad real en el universo; es simplemente la observación de una relatividad en el hecho de que la imperfección de lo finito y los niveles ascendentes del Supremo y el Último están relacionados.
Aunque Jesús dijo todo esto al joven en el idioma más apropiado para su comprensión, al fin de la exposición Ganid tenía los párpados pesados y pronto cayó presa del sueño. A la mañana siguiente se levantaron temprano para subir al barco rumbo a Lasea en la isla de Creta. Pero antes de embarcarse, el mancebo aún tenía otras preguntas por hacer acerca del mal, a las cuales Jesús replicó:
El mal es un concepto de la relatividad. Surge de la observación de las imperfecciones que aparecen en la sombra proyectada por un universo finito de cosas y seres a medida que tal cosmos oscurece la luz viviente de la expresión universal de las realidades eternas del Único Infinito.
El mal potencial es inherente al estado necesariamente incompleto de la revelación de Dios como expresión espacio-temporalmente limitada de la infinitud y la eternidad. El hecho de lo parcial en presencia de lo completo constituye la relatividad de la realidad, crea la necesidad de la elección intelectual, y establece niveles de valor de reconocimiento y respuesta espiritual. El concepto incompleto y finito del Infinito mantenido por la mente temporal y limitada de la criatura es, en sí mismo y por sí mismo, mal potencial. Pero el error cada vez mas amplio de la deficiencia injustificada en una rectificación espiritual razonable de estas desar-
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monías intelectuales e insuficiencias espirituales originalmente inherentes, equivale a la realización del mal actual, es decir, el mal ya no potencial.
Todos los conceptos estáticos, muertos, son potencialmente malignos. La sombra finita de la verdad relativa y viviente está en continuo movimiento. Los conceptos estáticos invariablemente atrasan la ciencia, la política, la sociedad y la religión. Los conceptos estáticos pueden representar cierto conocimiento, pero les falta sabiduría y están desprovistos de verdad. Pero no permitas que el concepto de relatividad tanto te desoriente que no puedas reconocer la coordinación del universo bajo la guía de la mente cósmica, y su control estabilizado por la energía y el espíritu del Supremo.
5. EN LA ISLA DE CRETA
Los viajeros no tenían más que un propósito al ir a Creta, y ése era distraerse, pasear por la isla y escalar las montañas. Los cretenses de esa época no disfrutaban de una reputación envidiable entre los pueblos vecinos. No obstante, Jesús y Ganid ganaron muchas almas para los niveles más elevados del pensamiento y de la vida, estableciendo así los cimientos que permitieron la rápida recepción de las enseñanzas evangélicas posteriores cuando llegaron los primeros predicadores de Jerusalén. Jesús amaba a estos cretenses, pese a las duras palabras con que Pablo más tarde se referiría a ellos, cuando posteriormente envió a Tito a la isla para reorganizar sus iglesias.En las montañas de Creta, tuvo Jesús su primera larga conversación con Gonod sobre la religión. Y el padre quedó muy impresionado, diciendo: «No me extraña que el chico crea todo lo que le dices; pero yo no sabía que existiese tal religión en Jerusalén, mucho menos en Damasco». Fue durante la estadía en la isla cuando Gonod por primera vez propuso a Jesús que fuera con ellos a la India, y Ganid estaba encantado con el pensamiento de que Jesús pudiera consentir a tal arreglo.
Cierto día, al preguntarle Ganid a Jesús por qué no se dedicaba a enseñar públicamente, le respondió: «Hijo mío, todo ha de aguardar su hora. Naces en el mundo, pero no hay ansiedad ni manifestación de impaciencia capaces de hacerte crecer. En todos estos asuntos, hay que darle tiempo al tiempo. Sólo el tiempo madurará la fruta verde en el árbol. Una estación sucede a la otra, y el atardecer sigue al amanecer sólo con el paso del tiempo. Ahora estoy yo camino a Roma con tu padre y contigo, y eso es suficiente por hoy. Mi mañana esta totalmente en las manos de mi Padre en el cielo». Y procedió Jesús luego relatándole a Ganid la historia de Moisés y de sus cuarenta años de vigilante espera y continua preparación.
Una cosa sucedió en una visita a Buenos Puertos que Ganid nunca olvidó; el recuerdo de este episodio siempre le hacía desear que pudiera hacer algo para cambiar el sistema de castas de su India natal. Un ebrio degenerado estaba atacando a una joven esclava en la carretera pública. Al ver Jesús el apuro de la muchacha, se abalanzó hacia ellos, rescatando a la doncella del asalto del loco. Mientras la niña empavorecida se asía de él, Jesús mantenía al hombre enloquecido a una distancia prudencial con su poderoso brazo derecho extendido, hasta que el pobre tipo quedó poco a poco agotado de tanto lanzar golpes furiosos en el aire. Ganid sentía un fuerte impulso de ayudar a Jesús en manejar este incidente, pero su padre se lo prohibió. Aunque no hablaban el idioma de la muchacha, ella podía entender su acto de misericordia y manifestó claramente su gratitud de alma mientras los tres la acompañaban hasta su casa. Fue éste tal vez lo más parecido a un tropiezo personal con un semejante que Jesús hubiera tenido a lo largo de toda su vida en la carne. Pero esa tarde le costó bastante hacerle entender a Ganid por qué no había golpeado al bo-
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rracho. Según Ganid hubiera sido justo golpear a este hombre por lo menos tantas veces como había golpeado a la joven.
6. EL JOVEN QUE TENÍA MIEDO
Mientras estaban en las montañas, Jesús tuvo una larga conversación con un joven que estaba temeroso y abatido. No pudiendo encontrar consuelo y coraje en la relación con sus semejantes, este joven había buscado la soledad de las colinas; había crecido con un sentimiento de desamparo e inferioridad. Estas tendencias naturales se habían visto acrecentadas por las numerosas circunstancias difíciles que el muchacho había experimentado al crecer, especialmente la pérdida de su padre cuando el niño contaba doce años de edad. Al encontrarse, Jesús le dijo: «¡Saludos, amigo mío!, ¿por qué tan triste en un día tan hermoso? Si algo ha pasado para fligirte, tal vez pueda yo ofrecerte alguna ayuda. En todo caso, es para mi un placer ofrecer mis servicios».El joven parecía no querer hablar, entonces Jesús probó otra manera para llegar al alma del muchacho, diciendo: «Comprendo que te acercas a estas colinas para escaparte de la gente; por eso es natural que no quieras conversar conmigo; pero me gustaría saber si conoces bien estas colinas, ¿conoces la dirección de los senderos? ¿Puedes acaso indicarme cómo mejor encontrara mi camino a Fénix?» Ahora bien, este joven conocía muy bien estas montañas y se interesó mucho por mostrar a Jesús el camino para ir a Fénix, hasta tal punto que dibujó en la tierra todos los senderos, explicándole todo detalle. Pero se sorprendió y se llenó de curiosidad cuando Jesús, después de decir adiós y de hacer como si se estuviera yendo, se volvió repentinamente hacia él diciéndole: «Bien sé que deseas quedarte a solas con tu desconsuelo; pero no sería ni amable ni justo de mi parte, recibir tan generosa ayuda de ti en cuanto al mejor camino para llegar a Fénix y luego sin pensar seguir de largo sin hacer el menor esfuerzo por responder a tu implorante pedido de ayuda y orientación para encontrar la mejor ruta hacia el destino que buscas en tu corazón mientras pasas tu tiempo aquí en las colinas. Así como conoces tan bien las sendas que conducen a Fénix, por haberlas recorrido muchas veces, conozco yo el camino a la ciudad de tus decepcionadas esperanzas y de tus ambiciones incumplidas. Puesto que me has pedido ayuda, no te desilusionaré». El joven estaba casi sobrecogido; apenas si pudo balbucear: «Pero —no te pedí nada—». Y Jesús poniéndole suavemente la mano en el hombro, le dijo: «No, hijo, nada pediste con palabras, pero supiste hablar a mi corazón con tu mirada anhelosa. Hijo mío, para él que ama a sus semejantes es fácil ver una elocuente súplica de ayuda en tu actitud de desaliento y desesperación. Siéntate a mi lado, y te diré de las sendas de servicio y de los caminos de la felicidad que conducen de las penas del yo a las alegrías de las acciones de amor dentro de la hermandad de los hombres y en el servicio del Dios en el cielo».
Ya a esta altura el joven sentía muchos deseos de hablar con Jesús, y cayó a sus pies de rodillas implorando a Jesús que lo ayudara, que le mostrara el camino para escapar de su mundo de pena y derrota personales. Jesús le dijo: «Amigo mío, ¡levántate! ¡Ponte de pie como un hombre! Puede que te rodeen enemigos insignificantes y que muchos obstáculos obstruyan tu marcha, pero las grandes cosas y las cosas reales de este mundo y del universo están de tu parte. El sol sale todas las mañanas para saludarte a ti como al hombre más poderoso y próspero de la tierra. Mira —tienes un cuerpo fuerte y músculos poderosos— tu físico es mejor que el del hombre promedio. Por supuesto, prácticamente no sirve para nada mientras te quedes sentado aquí en las montañas, lamentándote de tus infortunios, reales o inventados. Pero podrías hacer grandes cosas con tu cuerpo si te apuraras adonde
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hay grandes cosas por hacer. Tratas de huir de tu ser infeliz; pero eso no puede ocurrir. Tanto tú como tus problemas del vivir son reales; no podrás escapar de ellos mientras estés vivo. Pero, piensa otra vez, verás que tu mente es clara y capaz. Tu cuerpo robusto tiene una mente inteligente que lo dirige. Pon tu mente a trabajar para resolver sus problemas; enseña a tu intelecto a que trabaje para ti; no te dejes más dominar por el temor, como si fueras un animal que no piensa. Tu mente debe ser tu aliado valiente para la solución de los problemas de tu vida en vez de ser tú, como lo has sido, su abyecto esclavo atemorizado, siervo de la depresión y la derrota. Pero lo más valioso de todo, tu potencial para del logro verdadero, es el espíritu que vive dentro de ti, que estimulará e inspirará tu mente para que se controle a sí misma y active a tu cuerpo, si lo liberas de las cadenas del temor, permitiendo así que tu naturaleza espiritual comience a liberarte de los males de la inacción mediante el poder-presencia de la fe viviente. Verás entonces que esta fe derrotará el miedo a los hombres mediante la presencia apremiante del nuevo y tododominante amor por tus semejantes que pronto llenará tu alma hasta rebasarla gracias a la conciencia que habrá nacido en tu corazón de que eres un hijo de Dios.
«Este día, hijo mío, renacerás, restablecido como hombre de fe, coraje y dedicado servicio al hombre, para la gloria de Dios. Y cuando te hayas reajustado así con la vida dentro de ti, también te habrás reajustado con el universo; habrás vuelto a nacer —nacer del espíritu— y de ahí en adelante toda tu vida será de logro victorioso. Los problemas aumentarán tu vigor; la desilusión te servirá de acicate; las dificultades serán un desafío; los obstáculos, un estímulo. ¡Levántate pues, joven! Dile adiós a la vida de terrores humillantes y de evasiva cobardía. Corre, regresa al deber y vive tu vida en la carne como un hijo de Dios, como un mortal dedicado al servicio ennoblecedor del hombre en la tierra, destinado al excelso y eterno servicio de Dios en la eternidad».
Este joven, Fortunato, se convertiría posteriormente en el líder de los cristianos en Creta y el íntimo asociado de Tito en su labor de elevación de los creyentes cretenses.
Los viajeros se sentían refrescados y realmente descansados cuando al mediodía de cierto día se dispusieron a zarpar hacia Cartago, al norte de África. Hicieron una escala de dos días en Cirene. Fue aquí donde Jesús y Ganid le prestaron servicios de primeros auxilios a un mancebo llamado Rufo que había resultado lesionado por la rotura de una carreta de bueyes cargada. Lo llevaron a la casa de su madre, y su padre, Simón, jamás podría haber imaginado que el hombre cuya cruz él cargaría en el futuro por orden de un soldado romano era el mismo extranjero que cierta vez le ofreciera amistad a su hijo.
7. EN CARTAGO —EL DISCURSO SOBRE EL TIEMPO Y EL ESPACIO
La mayor parte del tiempo en ruta hacia Cartago, Jesús conversó con sus compañeros de viaje sobre temas sociales, políticos y comerciales; casi nada se dijo sobre religión. Por primera vez Gonod y Ganid descubrieron que Jesús era un buen narrador, y le mantuvieron ocupado contándoles anécdotas de su vida en Galilea. También se enteraron que él se había criado en Galilea y no en Jerusalén ni en Damasco.Cuando Ganid, habiendo notado que la mayoría de las personas con quienes se encontraban por casualidad se sentían atraídas por Jesús, preguntó que podía
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hacer uno para ganar amigos, su maestro le dijo: «Interésate por tus semejantes; aprende a amarlos y aguarda la oportunidad de hacer algo por ellos, algo que estás seguro de que ellos lo quieren» y luego citó el antiguo proverbio judío: «Un hombre que quiere tener amigos debe mostrarse amistoso».
En Cartago tuvo Jesús una larga conversación memorable con un sacerdote mitraísta sobre la inmortalidad, sobre el tiempo y la eternidad. Este persa se había educado en Alejandría, y realmente deseaba aprender de Jesús. Puesto en palabras de hoy, he aquí en sustancia lo que Jesús respondió a sus muchas preguntas:
El tiempo es la corriente de los acontecimientos temporales percibidos por la conciencia de la criatura. Tiempo es un nombre dado al orden de sucesión por el cual los eventos se reconocen y segregadan. El universo del espacio es un fenómeno relacionado con el tiempo siempre y cuando se le observe desde cualquier posición interior, fuera de la morada fija del Paraíso. El movimiento del tiempo sólo se revela en relación con algo que no se mueve en el espacio, como un fenómeno temporal. En el universo de universos, el Paraíso y sus Deidades trascienden tanto el tiempo como el espacio. En los mundos habitados, la personalidad humana (habitada y orientada por el espíritu del Padre del Paraíso) es la única realidad físicamente relacionada que puede trascender la secuencia material de los eventos temporales.
Los animales no perciben el tiempo como lo hace el hombre; e incluso para el hombre, debido a su visión seccional y circunscrita, el tiempo aparece como una sucesión de acontecimientos; pero según el hombre asciende, según progresa hacia adentro, la visión en aumento de esta procesión de acontecimientos es tal que cada vez más se la discierne en su totalidad. Lo que anteriormente aparecía como una sucesión de acontecimientos se verá ahora como un ciclo completo y perfectamente relacionado; de este modo la simultaneidad circular desplazará cada vez más la conciencia anterior de una secuencia lineal de los eventos.
Hay siete conceptos diferentes del espacio según está condicionado por el tiempo. El espacio se mide por el tiempo, no el tiempo por el espacio. La confusión del científico surge del fracaso de reconocer la realidad del espacio. El espacio no es meramente un concepto intelectual de la variación en la relación entre los objetos del universo. El espacio no está vacío, y la única cosa que el hombre conoce que puede llegar a trascender aun parcialmente el espacio es la mente. La mente puede funcionar independientemente del concepto de que los objetos materiales están relacionados con el espacio. El espacio es relativa y comparativamente finito para todos los seres del estado de las criaturas. Cuanto más se acerca la conciencia al conocimiento de las siete dimensiones cósmicas, tanto más el concepto de espacio potencial se acerca a la ultimidad. Pero el potencial del espacio es realmente último tan sólo en el nivel absoluto.
Debe ser evidente que la realidad universal tiene un significado cada vez más extenso y siempre relativo en los niveles ascendentes y de perfeccionamiento del cosmos. Últimamente, los mortales supervivientes alcanzan la identidad en un universo septidimensional.
El concepto espacio-temporal de una mente de origen material está destinado a pasar por sucesivas ampliaciones según la personalidad consciente y pensante asciende los niveles del universo. Cuando el hombre alcanza la mente intermedia entre los planos material y espiritual de la existencia, sus ideas del tiempo-espacio se expandirán enormemente tanto en lo que respecta a la calidad de la percepción como a la cantidad de la experiencia. Los conceptos cósmicos cada vez más amplios de una personalidad espiritual que está avanzando se deben al aumento tanto en la profundidad del discernimiento como en el alcance de la conciencia. A medida que la personalidad procede, hacia arriba y hacia dentro, a los niveles trascendentales de la semejanza de la Deidad, el concepto del espacio-tiempo se acercará cada vez más a los conceptos, sin tiempo y sin espacio, de los Absolutos. Relativamente,
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y de acuerdo con el logro trascendental, estos conceptos del nivel absoluto han de ser contemplados por los hijos de destino último.
8. EN EL CAMINO A NEÁPOLIS Y ROMA
La primera escala camino a Italia fue en la isla de Malta. Aquí Jesús tuvo una larga conversación con un joven desalentado y descorazonado llamado Claudo. Este muchacho había contemplado quitarse la vida, pero después de conversar con el escriba de Damasco, dijo: «Voy a enfrentar la vida como un hombre; ya basta con hacer el papel de cobarde. Voy a volver con mi gente y empezar de nuevo». Poco tiempo después, él se convertiría en un predicador entusiasta de los cínicos, y más tarde se uniría a Pedro para proclamar el cristianismo en Roma y en Neápolis, y después de la muerte de Pedro fue a España a predicar el evangelio. Pero nunca supo que el hombre que lo inspirara en la isla de Malta era el mismo Jesús a quien posteriormente proclamaría el Libertador del mundo.Pasaron una semana completa en Siracusa. El evento más notable de esta escala fue la rehabilitación de Esdras, el judío descarriado, que era el tabernero del lugar donde Jesús y sus compañeros se hospedaban. Esdras estaba encantado de que Jesús le abordó y él le pidió que lo ayudara a volver a la fe de Israel. Expresó su desesperanza diciendo: «Quiero ser un verdadero hijo de Abraham, pero no consigo encontrar a Dios». Jesús le dijo: «Si realmente quieres encontrar a Dios, ese deseo es en sí prueba de que ya lo has encontrado. Tu problema no es que no puedas encontrar a Dios, porque el Padre ya te ha encontrado a ti; tu problema es simplemente que no conoces a Dios. ¿Acaso no has leído las palabras del profeta Jeremías: `me buscaréis y me hallaréis cuando me busquéis de todo vuestro corazón'? Acaso no dice también este mismo profeta: `y te daré corazón para que me conozcas que yo soy el Señor y tú pertenecerás a mi pueblo, y yo seré tu Dios'? ¿Y no has leído en las escrituras donde dice: `Él mira a los hombres, y si alguno dijere: he pecado y he pervertido lo que era justo, y no me ha aprovechado, entonces Dios librará el alma de ese hombre de la oscuridad, y verá la luz'?» Así Esdras encontró a Dios para satisfacción de su alma. Posteriormente, este judío, en sociedad con un próspero prosélito griego, construyó la primera iglesia cristiana en Siracusa.
En Mesana se detuvieron un solo día, pero lo suficiente para cambiar la vida de un muchacho, un vendedor de frutas, a quien Jesús le compró frutas y a su vez alimentó con el pan de la vida. El muchacho no olvidaría jamás las palabras de Jesús y la bondadosa mirada que las acompañó cuando, apoyando la mano sobre el hombro del muchacho, le dijo: «Adiós, hijo mío, sé valiente mientras te haces hombre, y después de alimentar el cuerpo aprende también a alimentar el alma. Mi Padre que está en el cielo estará contigo y te guiará». El muchacho se hizo devoto de la religión mitraíca y posteriormente se convirtió a la fe cristiana.
Finalmente llegaron a Neápolis, ya sintiendo que se estaban acercando a su destino final, Roma. Gonod tenía muchas transacciones de negocios en Neápolis, y aparte del tiempo en que Jesús era necesitado como intérprete, él y Ganid dedicaban los ratos libres a visitar y explorar la ciudad. Ganid se estaba haciendo adepto en detectar a aquellos que parecían necesitar ayuda. Encontraron mucha pobreza en esta ciudad y distribuyeron muchas limosnas. Pero Ganid nunca comprendió el significado de las palabras de Jesús cuando, después de darle una moneda a un mendigo, se negó a detenerse y consolar al hombre. Jesús dijo: «Por qué gastar palabras con los que no pueden percibir el significado de lo que dices?
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El espíritu del Padre no puede enseñar y salvar a alguien que no tiene capacidad para la filiación». Lo que Jesús quiso decir era que el hombre no era de mente normal; que carecía de la facultad de reacción a la guía espiritual.
No ocurrió ninguna experiencia especial en Neápolis; Jesús y el joven recorrieron toda la ciudad, repartiendo buenos augurios y sonrisas a cientos de hombres, mujeres y niños.
De aquí siguieron hacia Roma por el camino de Capua, donde permanecieron tres días antes de seguir viaje. Por la vía Apia anduvieron a buen paso junto a sus animales de carga en dirección a Roma, ansiosos los tres de ver esta reina del imperio y la ciudad más grande del mundo.