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jueves, 26 de diciembre de 2013

MENSAJE DE LOS ARCTURIANOS - ELIGIENDO LA CREACIÓN CONSCIENTE

ELIGIENDO LA CREACIÓN CONSCIENTE

ALGO ESTÁ SUCEDIENDO
Ustedes los nuestros, Nosotros Somos los Arcturianos, muchos  de ustedes están teniendo la “sensación” de que algo está por suceder. Deseamos compartir con ustedes todos que ese “algo” está ya sucediendo. Verán, lo que están sintiendo vía su lenguaje pentadimensional está sucediendo en el AHORA. El AHORA está siempre disponible a ustedes.  Todo lo que necesitan hacer es elevar su conciencia hacia la quinta dimensión y más allá. Entonces experimentarán conscientemente lo que están sintiendo vía la actividad incrementada de su Cuerpo de Luz que está activándose.
Mientras están conectados al juego 3D visten un envase terrestre, pero una vez que su conciencia entra en la quinta dimensión ustedes visten un Cuerpo de Luz. Su envase terrestre está tan acostumbrado a percibir la realidad como teniendo bordes rígidos con espacios entre medio, que piensan que la realidad de imágenes interconectadas de luz ondulante de su Cuerpo de Luz es “sólo su imaginación”.
Están correctos en que es su imaginación, porque la imaginación es el pensamiento pentadimensional. Además, no es sólo su imaginación que están experimentando sino comunicación pentadimensional. Están recibiendo esta comunicación pentadimensional porque su conciencia, y por lo tanto sus percepciones, se han movido más allá de las limitaciones de la tercera y hacia la quinta dimensión.
EL PODER DE SU IMAGINACIÓN
Las sensaciones, pensamientos y percepciones de la quinta dimensión llenan su mente con el gran poder de la imaginación y su corazón con amor incondicional. Sabrán cuando se hayan transformado hacia la quinta dimensión porque sentirán felicidad y amor incondicional. También, sabrán cuando han regresado a la 3D porque experimentarán tiempo, trabajo, ansiedad, depresión y amor condicionado.
Cuando parecen ser solo tridimensionales pero están llenos con una gran fuerza creativa, alegría, y amor, su conciencia está resonando con la cuarta dimensión. Una vez que su conciencia regresa a la tercera dimensión, pueden tener la experiencia “volver hacia abajo” desde una experiencia maravillosa.
Les decimos esto no por decir que la tercera dimensión no es disfrutable, sino para contarles que usualmente cuando la tercera dimensión es disfrutable es porque su conciencia se ha expandido hacia los sub-planos superiores de la cuarta dimensión. La verdad es que un gran porcentaje de la Tierra de Gaia está AHORA resonando con los sub-planos superiores de la cuarta dimensión.
Por lo tanto Gaia está regresando a Su expresión multidimensional junto con muchos de sus Habitantes. Por supuesto, hay muchos aún sufriendo, que son pobres, que no tienen suficiente comida o adecuada asistencia. Por eso, es importante que los despiertos empujen sus experiencias tetra y pentadimensionales hacia el Centro de la Tierra. Una vez en el centro, su regalo de amor incondicional y bienaventuranza puede ser compartido con toda el área del mundo.
Lo que esta “sucediendo” en su AHORA es que las comunicaciones inter-dimensionales están volviéndose más y más comunes. La gente se está dando cuenta de que NO merecen vivir en la pobreza o la dominación y se están levantando por sí mismos. También, más y más “patentes escondidas” serán liberadas pronto lo que alterará grandemente su vida diaria.
EL PODER INTERNO
Mientras tanto, los pocos que han regido a los muchos están ya sea despertando o perdiendo su poder. El concepto tridimensional de “poder sobre otros” está siendo  rápidamente reemplazado por el concepto pentadimensional de “poder dentro de su SER”. Por eso, aquellos que han sido oprimidos, están comenzando a mirar hacia la luz.
Ellos están eligiendo mirar hacia arriba con dignidad en vez de mirar hacia abajo en servidumbre porque ellos, también, están sintiendo que algo está sucediendo. Ellos no saben qué es ese “algo”, pero de alguna forma les está dando ESPERANZA. Esperanza que lleva al coraje y el coraje lleva a una elevada auto-estima.
Una vez que la auto-estima es sanada, aquellos que sentían que tenían que aceptar aquello que era injusto y dominador, comenzarán a darse cuenta de que ellos TIENEN una opción. La luz que está llenando sus conciencias más cada día susurra en su corazón, “Si sirves a la luz, ella te protegerá del miedo.”
Lo que está sucediendo es que esa gente se está dando cuenta de que ellos en realidad tienen una opción! Este concepto de elegir la vida que desean crear está comenzando a alcanzar una masa crítica. Luego, aquellos que han perdido toda la esperanza comenzarán a levantar sus cabezas en dignidad y honor para encontrar su poder interno. Una vez que su poder interior es descubierto, la luz de la ascensión es encendida en sus corazones y ellos insistirán por justicia para todos.
Esta insistencia en la justicia está creciendo todos los días. País tras país está comenzando a deshacerse de los grilletes de la dominación y a  defenderse a sí mismos y a aquellos que aman. Los pocos sólo pueden dominar a los muchos cuando a los muchos se les ha lavado el cerebro y han perdido la esperanza.
EL RAYO DE ESPERANZA
Este Rayo de ESPERANZA se está esparciendo alrededor del globo. Mientras tanto, más y más despiertos que tienen suficiente dinero, suficiente comida y suficiente libertad se están preparando para PORTAR el lazo de ESPERANZA por aquellos que están comenzando a encontrar su poder interior.
Nosotros vemos que hay dos maneras en las cuales los muchos pueden ser controlados por los pocos. Una forma es que aquellos que tienen tan poco crean que no tienen opciones. La otra forma es que aquellos que tienen mucho se apeguen a sus posesiones y se vuelvan esclavos de aquello que “poseen”. Deseamos que sepan que NO hay pobreza y NO hay posesiones en la Nueva Tierra. Si necesitan algo, lo manifiestan con su Corazón / Mente.
Piensen en lo que creen que necesitan y llenen ese pensamiento con amor incondicional. Tanto como esa “necesidad” esté al frente en su conciencia ustedes continuarán pensando en ello y amándolo incondicionalmente. No obstante, una vez que ya no lo necesiten, él desaparece de su realidad porque ya no están más en el proceso activo de pensar en él y amarlo.
Ustedes no poseen nada en la Tierra pentadimensional porque lo que han creado sólo permanece manifestado por tanto como ustedes estén pensando en ello y amándolo. También, no hay “deseo” en la Nueva Tierra porque si desean algo, todo lo que necesitan “hacer” es crearlo con su Corazón / Mente.
Aquellos que se han perdido en sus posesiones pudieran tener un difícil desafío resonando a la frecuencia de la Nueva Tierra, que aquellos que han estado viviendo en la pobreza. Con pocas posesiones, la pertenencia y el amor son buscados, no en cosas, sino en personas, naturaleza, animales y en el Espíritu. Si las posesiones se pierden, hay menos sensación de tristeza ya que usualmente ellos tienen tan poco.
Por otro lado, aquellos que han medido su éxito y poder teniendo posesiones encontrarán difícil liberar su “stuff”. Si son capaces de expandir su conciencia hacia la quinta dimensión, se darán cuenta pronto de que si tienen un pensamiento de temor a perder sus pertenencias su conciencia caerá y ellos “saldrán” de la quinta dimensión y regresarán al mundo físico.
MIRAR ADENTRO
Deseamos decirles a todos ustedes que piensan que están solos, por favor miren dentro de su SER. Hay miríada de realidades dentro de ustedes que pueden visitar con su Corazón / Mente. A través de estas visitas comenzarán a recordar que USTEDES crean su realidad con cada pensamiento y cada emoción.
Por eso, si piensa, “Este va ser un mal día”, y llenan ese pensamiento con ansiedad y queja, crearán un mal día. Por otro lado, si piensan, “Hoy crearé un día maravilloso, lleno de amor” crearán un día maravilloso lleno de amor.
Si dicen, “estoy tan harto de la 3D. Cuando va a suceder finalmente lo de la Nueva Tierra?”, y alimentan ese pensamiento con sentimientos de victimización y enojo, su conciencia caerá, y ustedes serán exitosamente empujados fuera de la Nueva Tierra. Ustedes tienen la elección con cada pensamiento y emoción de decidir qué realidad crearán. NO están limitados a su envase terrestre 3D o a las situaciones que les “suceden”. USTEDES son los CREADORES de su realidad.
Por favor recuerden que muchas de esas elecciones fueron hechas antes de tomar este cuerpo. Por ejemplo, muchos de los pobres, oprimidos, hambrientos, serán los primeros en volverse pentadimensionales porque ellos no tienen nada que perder, es por eso que eligieron esa realidad.
Sabemos que esta información no es nueva. De hecho, ha sido dicha, escrita, cantada, dibujada y danzada desde las primeras realidades en el cuerpo de Gaia. No obstante, su memoria tridimensional olvida todo lo que han aprendido y experimentado en sus innumerables encarnaciones “pasadas, paralelas y alternas” en la Tierra 3D.
RECUERDEN AHORA
Pueden recordar AHORA lo que siempre han sabido? La elección es suya, pero ustedes deben hacer conscientemente esa elección. Si desean ser los creadores de su vida, deben tomar total responsabilidad por todo lo que USTEDES han creado. Es el grado de responsabilidad, así como la total disciplina sobre sus pensamientos y emociones lo que crea su camino energético hacia la Nueva Tierra.
Este camino es creado por sus pensamientos y emociones. Cada pensamiento y cada emoción puede ser un portal hacia la Nueva Tierra o forzarlos más profundo hacia las ilusiones de la tercera dimensión. Cuando caigan en el miedo, caminarán un camino de miedo. Cuando recuerden el amor, caminarán un camino de amor. Cuál camino escogerán y cuál realidad crearán conscientemente?



A través de la Dra. Suzanne Lie


Traducción - Shanti
El Legado de María Magdalena ¡La evidencia física definitiva! 1 El éxito de la novela El Código Da Vinci ha convertido en tema de debate la cuestión de si existió una descendencia de Jesús. José Luis Giménez, el autor del libro El legado de María Magdalena, ha realizado una fascinante investigación de documentación iconográfica que se saldó con importantes descubrimientos inéditos. En este artículo extractamos algunos de sus hallazgos. Mi fuente de información, me había emplazado a realizar un enigmático viaje. Un viaje que me llevaría a descubrir aspectos insólitos y desconocidos sobre la figura de María Magdalena, el nombre que la tradición cristiana dio a la Myriam Migdal judía, o Myriam la de Magdala, que desempeña un papel tan relevante en el Nuevo Testamento de la Biblia. Mucho se ha escrito sobre Jesús el Nazareno, nombre que algunos atribuyen a la aldea de Nazareth. En cambio, otros autores sostienen que indicaba su pertenencia a la secta judía de los Nazaritas o Nazareos, entre cuyos votos se incluía no cortarse el cabello ni la barba. Sin embargo, muy poco sabemos con certeza sobre su vida. El Nuevo Testamento recoge algunos momentos fundamentales de la vida de Jesús en los cuatro Evangelios canónicos. Pero éstos solo hacen referencia a su vida pública con el objetivo de demostrar que era el Mesías prometido a Israel, y de una manera sesgada en lo referente a su vida privada. En otros textos, conocidos como apócrifos, podemos obtener una información complementaria. Entre éstos destacan los descubiertos en 1945 en Nag Hammadi (Alto Egipto). En evangelios apócrifos de cuño gnóstico se habla de un Jesús íntimamente vinculado con María Magdalena, e incluso se afirma que Pedro mostraba cierto recelo y envidia hacia esta mujer, negándose a aceptar que, tras su muerte, Cristo resucitado le hubiese confiado sus enseñanzas secretas y el primado sobre la comunidad de sus seguidores. Según alguno de estos textos, como el Evangelio de Felipe, Magdalena era la compañera o consorte de Jesús, e incluso se menciona la existencia de una descendencia de ambos en términos claros: “existe el misterio del Hijo del Hombre y el misterio del hijo del Hijo del Hombre”. Más aun: este evangelio desarrolla esta afirmación, sosteniendo que Cristo tenía la capacidad de crear y la de engendrar, para culminar sugiriendo que su unión con Magdalena fue un “matrimonio sagrado”, al que diferencia del profano calificado y califica de auténtico misterio. No cabe duda de que estos textos apócrifos —perseguidos y destruidos por la Iglesia desde los años que siguieron al Concilio de Nicea en el siglo IV d.C.— dieron lugar a una leyenda que circuló ampliamente durante la Edad Media. Pero, ¿hasta qué punto era posible documentar la persistencia de esta tradición? Mis primeros hallazgos se situaron en “El Camino de Santiago”, al que yo considero más apropiado llamar de Prisciliano, “el Obispo hereje” nacido en Galicia, en el año de 340 d.C. Prisciliano predicaba una doctrina gnóstica, que tuvo un notable éxito en el norte de Hispania y en el sur de la Galia. Casi todos los lugares relacionados con el Camino están salpicados de referencias toponímicas a Oc. No es casual que una a Compostela con María de Magdala y el Secreto del Grial, en el Languedoc francés, situándonos en el entorno de Rennes le Château, una de las claves del enigma. Fue en el Monasterio de Santa María de Oia, en su iglesia monacal cisterciense del siglo XII, donde encontré la primera pista. Allí se encontraba un retablo que describía la venida del Espíritu Santo. Por un lado, llamó mi atención su gran parecido con el sello de los Caballeros Templarios de la abadía de Notre Dame du Mont Sion. Por otro, la figura central representaba a Magdalena rodeada por los apóstoles, mientras el Espíritu Santo en forma de paloma descendía sobre ellos. IZQUIERDA: Retablo de Maria Magdalena con los apóstoles. CENTRO: Sello templario de la abadía du Mont de Sión. DERECHA: Monasterio de Santa María de Oia (Pontevedra). Muy cerca de donde yo vivía descubrí otro elemento significativo. Se trataba del Reial Monestir de Santes Creus, perteneciente a la orden del Císter, situado en Aiguamurcia, el Alt Camp, provincia de Tarragona. Al margen de la indudable calidad artística de los diferentes estilos representados en esta iglesia monacal, atrajo mi atención una de las dos capillas dispuestas en los laterales del templo, junto a la puerta de la entrada principal. Esta capilla, denominada de San Juan Evangelista, me iba a deparar grandes y gratas sorpresas ya que, en la imagen central del retablo, aparece la figura de un San Juan Evangelista con aspecto señaladamente femenino, de largos y rizados cabellos pelirrojos, labios de color carmesí carnosos y sensuales y que sostiene una copa o grial con la mano izquierda, a la altura del pecho. JUAN EVANGELISTA. Obsérvese el color pelirrojo del cabello. Conforme me fui acercando y contemplando con detenimiento el retablo, realizado en madera policromada y pintada al óleo, descubrí que había siete iconos adicionales en la parte inferior del mismo y, al observarlos con detenimiento, vi que reproducían diferentes pasajes bíblicos sobre Jesús y María Magdalena. Aunque la figura central del retablo pretende ser la de San Juan Evangelista, demasiados aspectos lo contradecían. Tradicionalmente a éste se le representaba con un aspecto varonil, barba poblada y edad madura, casi siempre con un libro en las manos. Baste recordar los lienzos sobre San Juan Evangelista de pintores como El Greco, Tiziano o Velázquez. En cambio, la imagen central del retablo era indudablemente femenina. Yo la identifiqué como María Magdalena, por la larga melena de color cobre-rojizo y el tipo de vestimenta y colorido más utilizado en su representación, con predominio del rojo. También por el hecho de sujetar en la mano izquierda la urna donde se guardan los óleos con que ungió de Jesús, un dato inequívoco, pues así es como se la ha representado mayoritariamente. Como hemos mencionado, debajo del icono central hay siete iconografías de menor tamaño, cuatro de cuyas figuras se identifican con María Magdalena, y otras tres centrales de mayor tamaño, que representan episodios de la vida de Jesús : el nacimiento, la crucifixión y el descendimiento de la cruz. Exponer y describir en detalle lo representado en todos los iconos resultaría imposible en el presente articulo, por la gran cantidad de datos y fotografías. Pero como la principal evidencia a la que nos hemos estado refiriendo se encuentra precisamente en algunos de estos iconos, vamos a referirnos en concreto a estos últimos resumidamente. En el icono central aparece la escena de la crucifixión de Jesús, junto a los dos ladrones y a los pies encontramos la mayor de las sorpresas: ¡María Magdalena embarazada! Contemplé la escena desde todos los ángulos posibles para excluir la posibilidad de una ilusión óptica. Pero no se trataba de ningún error de apreciación. La Magdalena representada a los pies de la cruz de Jesús, totalmente desolada, con el cabello pelirrojo suelto y el pañuelo en la mano izquierda enjuagándose las lágrimas, había sido evocada como mujer embarazada, con sus pechos hinchados, remarcando los pezones y su vientre abultado en la forma característica de la preñez. Es un vientre muy bajo, a punto de parir, en la posición que adoptaban antiguamente las mujeres de Oriente para dar a luz. Junto a ella aparece una calavera, tradicionalmente asociada a Magdalena en la iconografía. Para no dejar ninguna duda respecto de su embarazo, el autor del icono pintó una especie de cíngulo —tal como se hacía entonces para remarcar los pechos en las embarazadas, tal como tuvo a bien indicarme mi amigo Manuel de Perea, pintor, orfebre y escultor y por tanto capacitado para aportar tales referencias—, que va desde el hombro hasta la cintura, remarcando claramente el pecho hinchado de la Magdalena. María Magdalena embarazada al pie de la cruz. En el icono solo aparecen las dos mujeres que tradicionalmente son identificadas con María la Virgen (madre de Jesús) y María Magdalena, lo que despeja cualquier duda sobre la identidad y el estado de embarazo de la figura representada. El tercer personaje representado es el apóstol Juan. Esta era la prueba o evidencia definitiva que había estado buscando. ¿Sería posible que nadie antes lo hubiese advertido? ¿Durante cuanto tiempo había permanecido oculto el mensaje del retablo? Ahora empezaban a encajar todas las piezas del rompecabezas. Necesitaba observar con atención el resto de la iconografía, desafiando el tiempo transcurrido desde su ejecución hasta este triunfal momento. Un momento que nunca habría podido ni imaginar. En la siguiente escena, correspondiente al icono de la derecha, podemos ver el descenso de la cruz de Jesús ya fallecido, rodeado de varios personajes. De izquierda a derecha aparecen María, esposa de Cleofás y prima de la madre de Jesús; José de Arimatea, con barba y el típico turbante que llevaban algunos fariseos; Magdalena, quien aparece con la urna de los óleos en sus manos; Lázaro-Juan, sujetando por los brazos a la Virgen María; Juana, hermana de la Virgen María y tía de Jesús, quien aparece arrodillada, recogiendo los pies del crucificado; y por último y subido en la escalera que hay apoyada en la cruz, un personaje que bien podría ser Nicodemo. Icono del descenso de Jesús de la cruz. En la iconografía del descenso de la cruz, el autor nos da un detalle de suma importancia: todos los personajes que aparecen en el icono, por fuerza tenían que ser parientes de Jesús. Según la Ley de Moisés no estaba permitido tocar a los muertos, a menos que fuesen parientes, como podemos confirmar en Números1 9,11: “El que tocare un muerto, el cadáver de un hombre cualquiera, seré impuro por siete días”, un tabú de contacto con el cadáver reiterado en Números 19, 14 y 19 : 16. En Levítico 21, 1-3, tenemos una mayor precisión: “Yahveh dijo a Moisés: ‘Habla a los sacerdotes, hijos de Aaron, y diles: Ninguno se contamine con el cadáver de uno de los suyos, excepto si es de alguno de sus parientes más próximos: su madre, su padre, su hijo, su hija, su hermano. Podrá también hacerse impuro por el cadáver de su hermana, todavía virgen, si, por no haber pertenecido a ningún hombre, era su pariente próxima’”. Un pasaje que corrobora Ezequiel 44, 25: “No se acercaran a persona muerta para no contaminarse, pero por el padre, la madre, el hijo, la hija, el hermano, la hermana que no tenga marido, si podrán contaminarse”. Como vemos, sólo estaba permitido tocar a los muertos a los familiares más cercanos. En este caso, el autor del icono dejaba claro una vez más la relación de pariente cercano que ostentaba María Magdalena con respecto a Jesús. El resto de la iconografía también hacía referencia a la relación entre ésta y Jesús. De hecho, vuelve a insistir en la misma idea, como podemos ver en otro icono donde aparece ella con los signos inequívocos del embarazo. Finalmente, la posible descendencia de Jesús y María Magdalena quedó testimoniada por el autor del retablo en otro de los iconos, donde podemos observar a Magdalena acompañada ya de sus dos vástagos, en este caso, de dos niñas gemelas. IZQUIERDA: María Magdalena embarazada con la cruz. DERECHA: Iconografía correspondiente a Magdalena con las dos niñas gemelas, llevadas de la mano y en brazos. ¿La evidencia de la descendencia de Jesús y María Magdalena? Este retablo dejó constancia, en forma iconográfica, de una tradición antiquísima que, a pesar de la hostilidad de la Iglesia, se transmitió a lo largo de toda la Edad Media. Básicamente, recogía el mensaje siguiente: Estatus social de María Magdalena en el icono de la princesa, con la inscripción de IVSTICIA. Esposa de Jesús, vestida de luto tras la crucifixión, con la palma de martirio, igualmente testigo del martirio al que fue sometida su memoria, al ser presentada como una prostituta, cuando en La Biblia no existe ninguna base para identificarla con el personaje de la pecadora evangélica. Esta arbitraria identificación se consolidó en los siglos V y VI, proyectando una imagen de descrédito que veló su verdadero valor y significado histórico. Grial viviente en calidad de portadora de la sangre de Jesús, a través de su descendencia (icono que la presenta embarazada, soportando la cruz, la carga). Confirmación de la descendencia (icono con los dos niños gemelos en brazos, mostrando claramente su parecido con los progenitores). No es posible detallar en un artículo toda la información que recabé con respecto al autor del retablo —tarea que abordo en mi libro—, pero baste recordar que el Monasterio de Santes Creus pertenecía al Císter, la Orden fundada por San Bernardo de Claraval, quien a su vez intervino de manera decisiva en la creación de la Orden de los Caballeros Templarios. Posteriormente, éstos llegaron hasta el Monasterio de Santes Creus, a través de la Orden Militar de Santa María de Montesa, fundada en 1.319 por el rey Jaime II de Aragón para acoger a los Caballeros de la Orden del Temple que consiguieron huir de la persecución del Rey Felipe IV el Hermoso de Francia, con el beneplácito del Papa Clemente V. Los Caballeros Templarios que consiguieron huir de Francia, se refugiaron en otras órdenes, como la de Montesa o la de Calatrava. Con ellos también llegarían los conocimientos secretos de la Orden, por los cuales habían sido acusados de herejes. Entre estos secretos siempre se ha destacado el de la existencia de una sangre real (Santo Grial) que reivindicaba una ascendencia sagrada y se remontaba a Jesús y Magdalena. El retablo que hemos examinado fue realizado en el año 1.603, según consta en el mismo, utilizando un lenguaje oculto del iniciado para transmitir de forma encubierta una tradición considerada herética, cuyos depositarios en Europa occidental habían sido los Caballeros Templarios, y anteriormente los cátaros. Sinceramente, creo que las evidencias hablan por sí solas. Más si tenemos en cuenta que se trata de un retablo de principio del siglo XVII y que, con anterioridad a esa época, ya existían diversas iconografías e imágenes sobradamente conocidas de San Juan Evangelista, entre éstas las ya citadas de Tiziano, El Greco y Velázquez, por poner sólo algunos ejemplos, que proyectan sin excepción una imagen acusadamente viril de esta figura. Esta tradición excluye que dicho personaje pueda corresponderse con la imagen femenina representada en el retablo de la iglesia del Monasterio de les Santes Creus. Me parecía increíble que aquel retablo no hubiese llamado anteriormente la atención de nadie (por lo menos, no tengo constancia de ello). Pero como dijese Hermes (mi enigmático informante): “Todo tiene su momento”. Y quizá ahora había llegado el momento propicio. Extraído del libro El Legado de María Magdalena, de José Luis Giménez Publicado por Arkantos @ diciembre 26, 2013 1 comentarios Etiquetas: descendencia , grial , jesus , magdalena ,

Artículo publicado en MysteryPlanet.com.ar: El Legado de María Magdalena ¡La evidencia física definitiva! http://www.mysteryplanet.com.ar/site/?p=5582&utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+MysteryPlanet+%28MysteryPlanet.com.ar%29
El Legado de María Magdalena ¡La evidencia física definitiva! 1 El éxito de la novela El Código Da Vinci ha convertido en tema de debate la cuestión de si existió una descendencia de Jesús. José Luis Giménez, el autor del libro El legado de María Magdalena, ha realizado una fascinante investigación de documentación iconográfica que se saldó con importantes descubrimientos inéditos. En este artículo extractamos algunos de sus hallazgos. Mi fuente de información, me había emplazado a realizar un enigmático viaje. Un viaje que me llevaría a descubrir aspectos insólitos y desconocidos sobre la figura de María Magdalena, el nombre que la tradición cristiana dio a la Myriam Migdal judía, o Myriam la de Magdala, que desempeña un papel tan relevante en el Nuevo Testamento de la Biblia. Mucho se ha escrito sobre Jesús el Nazareno, nombre que algunos atribuyen a la aldea de Nazareth. En cambio, otros autores sostienen que indicaba su pertenencia a la secta judía de los Nazaritas o Nazareos, entre cuyos votos se incluía no cortarse el cabello ni la barba. Sin embargo, muy poco sabemos con certeza sobre su vida. El Nuevo Testamento recoge algunos momentos fundamentales de la vida de Jesús en los cuatro Evangelios canónicos. Pero éstos solo hacen referencia a su vida pública con el objetivo de demostrar que era el Mesías prometido a Israel, y de una manera sesgada en lo referente a su vida privada. En otros textos, conocidos como apócrifos, podemos obtener una información complementaria. Entre éstos destacan los descubiertos en 1945 en Nag Hammadi (Alto Egipto). En evangelios apócrifos de cuño gnóstico se habla de un Jesús íntimamente vinculado con María Magdalena, e incluso se afirma que Pedro mostraba cierto recelo y envidia hacia esta mujer, negándose a aceptar que, tras su muerte, Cristo resucitado le hubiese confiado sus enseñanzas secretas y el primado sobre la comunidad de sus seguidores. Según alguno de estos textos, como el Evangelio de Felipe, Magdalena era la compañera o consorte de Jesús, e incluso se menciona la existencia de una descendencia de ambos en términos claros: “existe el misterio del Hijo del Hombre y el misterio del hijo del Hijo del Hombre”. Más aun: este evangelio desarrolla esta afirmación, sosteniendo que Cristo tenía la capacidad de crear y la de engendrar, para culminar sugiriendo que su unión con Magdalena fue un “matrimonio sagrado”, al que diferencia del profano calificado y califica de auténtico misterio. No cabe duda de que estos textos apócrifos —perseguidos y destruidos por la Iglesia desde los años que siguieron al Concilio de Nicea en el siglo IV d.C.— dieron lugar a una leyenda que circuló ampliamente durante la Edad Media. Pero, ¿hasta qué punto era posible documentar la persistencia de esta tradición? Mis primeros hallazgos se situaron en “El Camino de Santiago”, al que yo considero más apropiado llamar de Prisciliano, “el Obispo hereje” nacido en Galicia, en el año de 340 d.C. Prisciliano predicaba una doctrina gnóstica, que tuvo un notable éxito en el norte de Hispania y en el sur de la Galia. Casi todos los lugares relacionados con el Camino están salpicados de referencias toponímicas a Oc. No es casual que una a Compostela con María de Magdala y el Secreto del Grial, en el Languedoc francés, situándonos en el entorno de Rennes le Château, una de las claves del enigma. Fue en el Monasterio de Santa María de Oia, en su iglesia monacal cisterciense del siglo XII, donde encontré la primera pista. Allí se encontraba un retablo que describía la venida del Espíritu Santo. Por un lado, llamó mi atención su gran parecido con el sello de los Caballeros Templarios de la abadía de Notre Dame du Mont Sion. Por otro, la figura central representaba a Magdalena rodeada por los apóstoles, mientras el Espíritu Santo en forma de paloma descendía sobre ellos. IZQUIERDA: Retablo de Maria Magdalena con los apóstoles. CENTRO: Sello templario de la abadía du Mont de Sión. DERECHA: Monasterio de Santa María de Oia (Pontevedra). Muy cerca de donde yo vivía descubrí otro elemento significativo. Se trataba del Reial Monestir de Santes Creus, perteneciente a la orden del Císter, situado en Aiguamurcia, el Alt Camp, provincia de Tarragona. Al margen de la indudable calidad artística de los diferentes estilos representados en esta iglesia monacal, atrajo mi atención una de las dos capillas dispuestas en los laterales del templo, junto a la puerta de la entrada principal. Esta capilla, denominada de San Juan Evangelista, me iba a deparar grandes y gratas sorpresas ya que, en la imagen central del retablo, aparece la figura de un San Juan Evangelista con aspecto señaladamente femenino, de largos y rizados cabellos pelirrojos, labios de color carmesí carnosos y sensuales y que sostiene una copa o grial con la mano izquierda, a la altura del pecho. JUAN EVANGELISTA. Obsérvese el color pelirrojo del cabello. Conforme me fui acercando y contemplando con detenimiento el retablo, realizado en madera policromada y pintada al óleo, descubrí que había siete iconos adicionales en la parte inferior del mismo y, al observarlos con detenimiento, vi que reproducían diferentes pasajes bíblicos sobre Jesús y María Magdalena. Aunque la figura central del retablo pretende ser la de San Juan Evangelista, demasiados aspectos lo contradecían. Tradicionalmente a éste se le representaba con un aspecto varonil, barba poblada y edad madura, casi siempre con un libro en las manos. Baste recordar los lienzos sobre San Juan Evangelista de pintores como El Greco, Tiziano o Velázquez. En cambio, la imagen central del retablo era indudablemente femenina. Yo la identifiqué como María Magdalena, por la larga melena de color cobre-rojizo y el tipo de vestimenta y colorido más utilizado en su representación, con predominio del rojo. También por el hecho de sujetar en la mano izquierda la urna donde se guardan los óleos con que ungió de Jesús, un dato inequívoco, pues así es como se la ha representado mayoritariamente. Como hemos mencionado, debajo del icono central hay siete iconografías de menor tamaño, cuatro de cuyas figuras se identifican con María Magdalena, y otras tres centrales de mayor tamaño, que representan episodios de la vida de Jesús : el nacimiento, la crucifixión y el descendimiento de la cruz. Exponer y describir en detalle lo representado en todos los iconos resultaría imposible en el presente articulo, por la gran cantidad de datos y fotografías. Pero como la principal evidencia a la que nos hemos estado refiriendo se encuentra precisamente en algunos de estos iconos, vamos a referirnos en concreto a estos últimos resumidamente. En el icono central aparece la escena de la crucifixión de Jesús, junto a los dos ladrones y a los pies encontramos la mayor de las sorpresas: ¡María Magdalena embarazada! Contemplé la escena desde todos los ángulos posibles para excluir la posibilidad de una ilusión óptica. Pero no se trataba de ningún error de apreciación. La Magdalena representada a los pies de la cruz de Jesús, totalmente desolada, con el cabello pelirrojo suelto y el pañuelo en la mano izquierda enjuagándose las lágrimas, había sido evocada como mujer embarazada, con sus pechos hinchados, remarcando los pezones y su vientre abultado en la forma característica de la preñez. Es un vientre muy bajo, a punto de parir, en la posición que adoptaban antiguamente las mujeres de Oriente para dar a luz. Junto a ella aparece una calavera, tradicionalmente asociada a Magdalena en la iconografía. Para no dejar ninguna duda respecto de su embarazo, el autor del icono pintó una especie de cíngulo —tal como se hacía entonces para remarcar los pechos en las embarazadas, tal como tuvo a bien indicarme mi amigo Manuel de Perea, pintor, orfebre y escultor y por tanto capacitado para aportar tales referencias—, que va desde el hombro hasta la cintura, remarcando claramente el pecho hinchado de la Magdalena. María Magdalena embarazada al pie de la cruz. En el icono solo aparecen las dos mujeres que tradicionalmente son identificadas con María la Virgen (madre de Jesús) y María Magdalena, lo que despeja cualquier duda sobre la identidad y el estado de embarazo de la figura representada. El tercer personaje representado es el apóstol Juan. Esta era la prueba o evidencia definitiva que había estado buscando. ¿Sería posible que nadie antes lo hubiese advertido? ¿Durante cuanto tiempo había permanecido oculto el mensaje del retablo? Ahora empezaban a encajar todas las piezas del rompecabezas. Necesitaba observar con atención el resto de la iconografía, desafiando el tiempo transcurrido desde su ejecución hasta este triunfal momento. Un momento que nunca habría podido ni imaginar. En la siguiente escena, correspondiente al icono de la derecha, podemos ver el descenso de la cruz de Jesús ya fallecido, rodeado de varios personajes. De izquierda a derecha aparecen María, esposa de Cleofás y prima de la madre de Jesús; José de Arimatea, con barba y el típico turbante que llevaban algunos fariseos; Magdalena, quien aparece con la urna de los óleos en sus manos; Lázaro-Juan, sujetando por los brazos a la Virgen María; Juana, hermana de la Virgen María y tía de Jesús, quien aparece arrodillada, recogiendo los pies del crucificado; y por último y subido en la escalera que hay apoyada en la cruz, un personaje que bien podría ser Nicodemo. Icono del descenso de Jesús de la cruz. En la iconografía del descenso de la cruz, el autor nos da un detalle de suma importancia: todos los personajes que aparecen en el icono, por fuerza tenían que ser parientes de Jesús. Según la Ley de Moisés no estaba permitido tocar a los muertos, a menos que fuesen parientes, como podemos confirmar en Números1 9,11: “El que tocare un muerto, el cadáver de un hombre cualquiera, seré impuro por siete días”, un tabú de contacto con el cadáver reiterado en Números 19, 14 y 19 : 16. En Levítico 21, 1-3, tenemos una mayor precisión: “Yahveh dijo a Moisés: ‘Habla a los sacerdotes, hijos de Aaron, y diles: Ninguno se contamine con el cadáver de uno de los suyos, excepto si es de alguno de sus parientes más próximos: su madre, su padre, su hijo, su hija, su hermano. Podrá también hacerse impuro por el cadáver de su hermana, todavía virgen, si, por no haber pertenecido a ningún hombre, era su pariente próxima’”. Un pasaje que corrobora Ezequiel 44, 25: “No se acercaran a persona muerta para no contaminarse, pero por el padre, la madre, el hijo, la hija, el hermano, la hermana que no tenga marido, si podrán contaminarse”. Como vemos, sólo estaba permitido tocar a los muertos a los familiares más cercanos. En este caso, el autor del icono dejaba claro una vez más la relación de pariente cercano que ostentaba María Magdalena con respecto a Jesús. El resto de la iconografía también hacía referencia a la relación entre ésta y Jesús. De hecho, vuelve a insistir en la misma idea, como podemos ver en otro icono donde aparece ella con los signos inequívocos del embarazo. Finalmente, la posible descendencia de Jesús y María Magdalena quedó testimoniada por el autor del retablo en otro de los iconos, donde podemos observar a Magdalena acompañada ya de sus dos vástagos, en este caso, de dos niñas gemelas. IZQUIERDA: María Magdalena embarazada con la cruz. DERECHA: Iconografía correspondiente a Magdalena con las dos niñas gemelas, llevadas de la mano y en brazos. ¿La evidencia de la descendencia de Jesús y María Magdalena? Este retablo dejó constancia, en forma iconográfica, de una tradición antiquísima que, a pesar de la hostilidad de la Iglesia, se transmitió a lo largo de toda la Edad Media. Básicamente, recogía el mensaje siguiente: Estatus social de María Magdalena en el icono de la princesa, con la inscripción de IVSTICIA. Esposa de Jesús, vestida de luto tras la crucifixión, con la palma de martirio, igualmente testigo del martirio al que fue sometida su memoria, al ser presentada como una prostituta, cuando en La Biblia no existe ninguna base para identificarla con el personaje de la pecadora evangélica. Esta arbitraria identificación se consolidó en los siglos V y VI, proyectando una imagen de descrédito que veló su verdadero valor y significado histórico. Grial viviente en calidad de portadora de la sangre de Jesús, a través de su descendencia (icono que la presenta embarazada, soportando la cruz, la carga). Confirmación de la descendencia (icono con los dos niños gemelos en brazos, mostrando claramente su parecido con los progenitores). No es posible detallar en un artículo toda la información que recabé con respecto al autor del retablo —tarea que abordo en mi libro—, pero baste recordar que el Monasterio de Santes Creus pertenecía al Císter, la Orden fundada por San Bernardo de Claraval, quien a su vez intervino de manera decisiva en la creación de la Orden de los Caballeros Templarios. Posteriormente, éstos llegaron hasta el Monasterio de Santes Creus, a través de la Orden Militar de Santa María de Montesa, fundada en 1.319 por el rey Jaime II de Aragón para acoger a los Caballeros de la Orden del Temple que consiguieron huir de la persecución del Rey Felipe IV el Hermoso de Francia, con el beneplácito del Papa Clemente V. Los Caballeros Templarios que consiguieron huir de Francia, se refugiaron en otras órdenes, como la de Montesa o la de Calatrava. Con ellos también llegarían los conocimientos secretos de la Orden, por los cuales habían sido acusados de herejes. Entre estos secretos siempre se ha destacado el de la existencia de una sangre real (Santo Grial) que reivindicaba una ascendencia sagrada y se remontaba a Jesús y Magdalena. El retablo que hemos examinado fue realizado en el año 1.603, según consta en el mismo, utilizando un lenguaje oculto del iniciado para transmitir de forma encubierta una tradición considerada herética, cuyos depositarios en Europa occidental habían sido los Caballeros Templarios, y anteriormente los cátaros. Sinceramente, creo que las evidencias hablan por sí solas. Más si tenemos en cuenta que se trata de un retablo de principio del siglo XVII y que, con anterioridad a esa época, ya existían diversas iconografías e imágenes sobradamente conocidas de San Juan Evangelista, entre éstas las ya citadas de Tiziano, El Greco y Velázquez, por poner sólo algunos ejemplos, que proyectan sin excepción una imagen acusadamente viril de esta figura. Esta tradición excluye que dicho personaje pueda corresponderse con la imagen femenina representada en el retablo de la iglesia del Monasterio de les Santes Creus. Me parecía increíble que aquel retablo no hubiese llamado anteriormente la atención de nadie (por lo menos, no tengo constancia de ello). Pero como dijese Hermes (mi enigmático informante): “Todo tiene su momento”. Y quizá ahora había llegado el momento propicio. Extraído del libro El Legado de María Magdalena, de José Luis Giménez Publicado por Arkantos @ diciembre 26, 2013 1 comentarios Etiquetas: descendencia , grial , jesus , magdalena ,

Artículo publicado en MysteryPlanet.com.ar: El Legado de María Magdalena ¡La evidencia física definitiva! http://www.mysteryplanet.com.ar/site/?p=5582&utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+MysteryPlanet+%28MysteryPlanet.com.ar%29
El Legado de María Magdalena ¡La evidencia física definitiva! 1 El éxito de la novela El Código Da Vinci ha convertido en tema de debate la cuestión de si existió una descendencia de Jesús. José Luis Giménez, el autor del libro El legado de María Magdalena, ha realizado una fascinante investigación de documentación iconográfica que se saldó con importantes descubrimientos inéditos. En este artículo extractamos algunos de sus hallazgos. Mi fuente de información, me había emplazado a realizar un enigmático viaje. Un viaje que me llevaría a descubrir aspectos insólitos y desconocidos sobre la figura de María Magdalena, el nombre que la tradición cristiana dio a la Myriam Migdal judía, o Myriam la de Magdala, que desempeña un papel tan relevante en el Nuevo Testamento de la Biblia. Mucho se ha escrito sobre Jesús el Nazareno, nombre que algunos atribuyen a la aldea de Nazareth. En cambio, otros autores sostienen que indicaba su pertenencia a la secta judía de los Nazaritas o Nazareos, entre cuyos votos se incluía no cortarse el cabello ni la barba. Sin embargo, muy poco sabemos con certeza sobre su vida. El Nuevo Testamento recoge algunos momentos fundamentales de la vida de Jesús en los cuatro Evangelios canónicos. Pero éstos solo hacen referencia a su vida pública con el objetivo de demostrar que era el Mesías prometido a Israel, y de una manera sesgada en lo referente a su vida privada. En otros textos, conocidos como apócrifos, podemos obtener una información complementaria. Entre éstos destacan los descubiertos en 1945 en Nag Hammadi (Alto Egipto). En evangelios apócrifos de cuño gnóstico se habla de un Jesús íntimamente vinculado con María Magdalena, e incluso se afirma que Pedro mostraba cierto recelo y envidia hacia esta mujer, negándose a aceptar que, tras su muerte, Cristo resucitado le hubiese confiado sus enseñanzas secretas y el primado sobre la comunidad de sus seguidores. Según alguno de estos textos, como el Evangelio de Felipe, Magdalena era la compañera o consorte de Jesús, e incluso se menciona la existencia de una descendencia de ambos en términos claros: “existe el misterio del Hijo del Hombre y el misterio del hijo del Hijo del Hombre”. Más aun: este evangelio desarrolla esta afirmación, sosteniendo que Cristo tenía la capacidad de crear y la de engendrar, para culminar sugiriendo que su unión con Magdalena fue un “matrimonio sagrado”, al que diferencia del profano calificado y califica de auténtico misterio. No cabe duda de que estos textos apócrifos —perseguidos y destruidos por la Iglesia desde los años que siguieron al Concilio de Nicea en el siglo IV d.C.— dieron lugar a una leyenda que circuló ampliamente durante la Edad Media. Pero, ¿hasta qué punto era posible documentar la persistencia de esta tradición? Mis primeros hallazgos se situaron en “El Camino de Santiago”, al que yo considero más apropiado llamar de Prisciliano, “el Obispo hereje” nacido en Galicia, en el año de 340 d.C. Prisciliano predicaba una doctrina gnóstica, que tuvo un notable éxito en el norte de Hispania y en el sur de la Galia. Casi todos los lugares relacionados con el Camino están salpicados de referencias toponímicas a Oc. No es casual que una a Compostela con María de Magdala y el Secreto del Grial, en el Languedoc francés, situándonos en el entorno de Rennes le Château, una de las claves del enigma. Fue en el Monasterio de Santa María de Oia, en su iglesia monacal cisterciense del siglo XII, donde encontré la primera pista. Allí se encontraba un retablo que describía la venida del Espíritu Santo. Por un lado, llamó mi atención su gran parecido con el sello de los Caballeros Templarios de la abadía de Notre Dame du Mont Sion. Por otro, la figura central representaba a Magdalena rodeada por los apóstoles, mientras el Espíritu Santo en forma de paloma descendía sobre ellos. IZQUIERDA: Retablo de Maria Magdalena con los apóstoles. CENTRO: Sello templario de la abadía du Mont de Sión. DERECHA: Monasterio de Santa María de Oia (Pontevedra). Muy cerca de donde yo vivía descubrí otro elemento significativo. Se trataba del Reial Monestir de Santes Creus, perteneciente a la orden del Císter, situado en Aiguamurcia, el Alt Camp, provincia de Tarragona. Al margen de la indudable calidad artística de los diferentes estilos representados en esta iglesia monacal, atrajo mi atención una de las dos capillas dispuestas en los laterales del templo, junto a la puerta de la entrada principal. Esta capilla, denominada de San Juan Evangelista, me iba a deparar grandes y gratas sorpresas ya que, en la imagen central del retablo, aparece la figura de un San Juan Evangelista con aspecto señaladamente femenino, de largos y rizados cabellos pelirrojos, labios de color carmesí carnosos y sensuales y que sostiene una copa o grial con la mano izquierda, a la altura del pecho. JUAN EVANGELISTA. Obsérvese el color pelirrojo del cabello. Conforme me fui acercando y contemplando con detenimiento el retablo, realizado en madera policromada y pintada al óleo, descubrí que había siete iconos adicionales en la parte inferior del mismo y, al observarlos con detenimiento, vi que reproducían diferentes pasajes bíblicos sobre Jesús y María Magdalena. Aunque la figura central del retablo pretende ser la de San Juan Evangelista, demasiados aspectos lo contradecían. Tradicionalmente a éste se le representaba con un aspecto varonil, barba poblada y edad madura, casi siempre con un libro en las manos. Baste recordar los lienzos sobre San Juan Evangelista de pintores como El Greco, Tiziano o Velázquez. En cambio, la imagen central del retablo era indudablemente femenina. Yo la identifiqué como María Magdalena, por la larga melena de color cobre-rojizo y el tipo de vestimenta y colorido más utilizado en su representación, con predominio del rojo. También por el hecho de sujetar en la mano izquierda la urna donde se guardan los óleos con que ungió de Jesús, un dato inequívoco, pues así es como se la ha representado mayoritariamente. Como hemos mencionado, debajo del icono central hay siete iconografías de menor tamaño, cuatro de cuyas figuras se identifican con María Magdalena, y otras tres centrales de mayor tamaño, que representan episodios de la vida de Jesús : el nacimiento, la crucifixión y el descendimiento de la cruz. Exponer y describir en detalle lo representado en todos los iconos resultaría imposible en el presente articulo, por la gran cantidad de datos y fotografías. Pero como la principal evidencia a la que nos hemos estado refiriendo se encuentra precisamente en algunos de estos iconos, vamos a referirnos en concreto a estos últimos resumidamente. En el icono central aparece la escena de la crucifixión de Jesús, junto a los dos ladrones y a los pies encontramos la mayor de las sorpresas: ¡María Magdalena embarazada! Contemplé la escena desde todos los ángulos posibles para excluir la posibilidad de una ilusión óptica. Pero no se trataba de ningún error de apreciación. La Magdalena representada a los pies de la cruz de Jesús, totalmente desolada, con el cabello pelirrojo suelto y el pañuelo en la mano izquierda enjuagándose las lágrimas, había sido evocada como mujer embarazada, con sus pechos hinchados, remarcando los pezones y su vientre abultado en la forma característica de la preñez. Es un vientre muy bajo, a punto de parir, en la posición que adoptaban antiguamente las mujeres de Oriente para dar a luz. Junto a ella aparece una calavera, tradicionalmente asociada a Magdalena en la iconografía. Para no dejar ninguna duda respecto de su embarazo, el autor del icono pintó una especie de cíngulo —tal como se hacía entonces para remarcar los pechos en las embarazadas, tal como tuvo a bien indicarme mi amigo Manuel de Perea, pintor, orfebre y escultor y por tanto capacitado para aportar tales referencias—, que va desde el hombro hasta la cintura, remarcando claramente el pecho hinchado de la Magdalena. María Magdalena embarazada al pie de la cruz. En el icono solo aparecen las dos mujeres que tradicionalmente son identificadas con María la Virgen (madre de Jesús) y María Magdalena, lo que despeja cualquier duda sobre la identidad y el estado de embarazo de la figura representada. El tercer personaje representado es el apóstol Juan. Esta era la prueba o evidencia definitiva que había estado buscando. ¿Sería posible que nadie antes lo hubiese advertido? ¿Durante cuanto tiempo había permanecido oculto el mensaje del retablo? Ahora empezaban a encajar todas las piezas del rompecabezas. Necesitaba observar con atención el resto de la iconografía, desafiando el tiempo transcurrido desde su ejecución hasta este triunfal momento. Un momento que nunca habría podido ni imaginar. En la siguiente escena, correspondiente al icono de la derecha, podemos ver el descenso de la cruz de Jesús ya fallecido, rodeado de varios personajes. De izquierda a derecha aparecen María, esposa de Cleofás y prima de la madre de Jesús; José de Arimatea, con barba y el típico turbante que llevaban algunos fariseos; Magdalena, quien aparece con la urna de los óleos en sus manos; Lázaro-Juan, sujetando por los brazos a la Virgen María; Juana, hermana de la Virgen María y tía de Jesús, quien aparece arrodillada, recogiendo los pies del crucificado; y por último y subido en la escalera que hay apoyada en la cruz, un personaje que bien podría ser Nicodemo. Icono del descenso de Jesús de la cruz. En la iconografía del descenso de la cruz, el autor nos da un detalle de suma importancia: todos los personajes que aparecen en el icono, por fuerza tenían que ser parientes de Jesús. Según la Ley de Moisés no estaba permitido tocar a los muertos, a menos que fuesen parientes, como podemos confirmar en Números1 9,11: “El que tocare un muerto, el cadáver de un hombre cualquiera, seré impuro por siete días”, un tabú de contacto con el cadáver reiterado en Números 19, 14 y 19 : 16. En Levítico 21, 1-3, tenemos una mayor precisión: “Yahveh dijo a Moisés: ‘Habla a los sacerdotes, hijos de Aaron, y diles: Ninguno se contamine con el cadáver de uno de los suyos, excepto si es de alguno de sus parientes más próximos: su madre, su padre, su hijo, su hija, su hermano. Podrá también hacerse impuro por el cadáver de su hermana, todavía virgen, si, por no haber pertenecido a ningún hombre, era su pariente próxima’”. Un pasaje que corrobora Ezequiel 44, 25: “No se acercaran a persona muerta para no contaminarse, pero por el padre, la madre, el hijo, la hija, el hermano, la hermana que no tenga marido, si podrán contaminarse”. Como vemos, sólo estaba permitido tocar a los muertos a los familiares más cercanos. En este caso, el autor del icono dejaba claro una vez más la relación de pariente cercano que ostentaba María Magdalena con respecto a Jesús. El resto de la iconografía también hacía referencia a la relación entre ésta y Jesús. De hecho, vuelve a insistir en la misma idea, como podemos ver en otro icono donde aparece ella con los signos inequívocos del embarazo. Finalmente, la posible descendencia de Jesús y María Magdalena quedó testimoniada por el autor del retablo en otro de los iconos, donde podemos observar a Magdalena acompañada ya de sus dos vástagos, en este caso, de dos niñas gemelas. IZQUIERDA: María Magdalena embarazada con la cruz. DERECHA: Iconografía correspondiente a Magdalena con las dos niñas gemelas, llevadas de la mano y en brazos. ¿La evidencia de la descendencia de Jesús y María Magdalena? Este retablo dejó constancia, en forma iconográfica, de una tradición antiquísima que, a pesar de la hostilidad de la Iglesia, se transmitió a lo largo de toda la Edad Media. Básicamente, recogía el mensaje siguiente: Estatus social de María Magdalena en el icono de la princesa, con la inscripción de IVSTICIA. Esposa de Jesús, vestida de luto tras la crucifixión, con la palma de martirio, igualmente testigo del martirio al que fue sometida su memoria, al ser presentada como una prostituta, cuando en La Biblia no existe ninguna base para identificarla con el personaje de la pecadora evangélica. Esta arbitraria identificación se consolidó en los siglos V y VI, proyectando una imagen de descrédito que veló su verdadero valor y significado histórico. Grial viviente en calidad de portadora de la sangre de Jesús, a través de su descendencia (icono que la presenta embarazada, soportando la cruz, la carga). Confirmación de la descendencia (icono con los dos niños gemelos en brazos, mostrando claramente su parecido con los progenitores). No es posible detallar en un artículo toda la información que recabé con respecto al autor del retablo —tarea que abordo en mi libro—, pero baste recordar que el Monasterio de Santes Creus pertenecía al Císter, la Orden fundada por San Bernardo de Claraval, quien a su vez intervino de manera decisiva en la creación de la Orden de los Caballeros Templarios. Posteriormente, éstos llegaron hasta el Monasterio de Santes Creus, a través de la Orden Militar de Santa María de Montesa, fundada en 1.319 por el rey Jaime II de Aragón para acoger a los Caballeros de la Orden del Temple que consiguieron huir de la persecución del Rey Felipe IV el Hermoso de Francia, con el beneplácito del Papa Clemente V. Los Caballeros Templarios que consiguieron huir de Francia, se refugiaron en otras órdenes, como la de Montesa o la de Calatrava. Con ellos también llegarían los conocimientos secretos de la Orden, por los cuales habían sido acusados de herejes. Entre estos secretos siempre se ha destacado el de la existencia de una sangre real (Santo Grial) que reivindicaba una ascendencia sagrada y se remontaba a Jesús y Magdalena. El retablo que hemos examinado fue realizado en el año 1.603, según consta en el mismo, utilizando un lenguaje oculto del iniciado para transmitir de forma encubierta una tradición considerada herética, cuyos depositarios en Europa occidental habían sido los Caballeros Templarios, y anteriormente los cátaros. Sinceramente, creo que las evidencias hablan por sí solas. Más si tenemos en cuenta que se trata de un retablo de principio del siglo XVII y que, con anterioridad a esa época, ya existían diversas iconografías e imágenes sobradamente conocidas de San Juan Evangelista, entre éstas las ya citadas de Tiziano, El Greco y Velázquez, por poner sólo algunos ejemplos, que proyectan sin excepción una imagen acusadamente viril de esta figura. Esta tradición excluye que dicho personaje pueda corresponderse con la imagen femenina representada en el retablo de la iglesia del Monasterio de les Santes Creus. Me parecía increíble que aquel retablo no hubiese llamado anteriormente la atención de nadie (por lo menos, no tengo constancia de ello). Pero como dijese Hermes (mi enigmático informante): “Todo tiene su momento”. Y quizá ahora había llegado el momento propicio. Extraído del libro El Legado de María Magdalena, de José Luis Giménez Publicado por Arkantos @ diciembre 26, 2013 1 comentarios Etiquetas: descendencia , grial , jesus , magdalena ,

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