La Tierra y su situación actual: una historia de barcos
Por David Topí
www.davidtopi.com
17 de Junio 2014
Es
complicado explicar, muchas veces, como es posible que estemos hablando
de tantos cambios positivos, de que el proceso evolutivo avanza sin
pausa, de que estamos incrementando nuestra vibración, que vamos a
cambiar de nivel de conciencia, etc., y luego seguir viendo que, en
general, la situación global del planeta, así, mirando por encima la
cosa, parece indicar todo lo contrario.
El
concepto de separación en dos de la realidad general, las dos
“Tierras”, es complejo de comprender, y mucho más complejo de ponerle
palabras a lo que significa que diferentes realidades convivan unas con
otras, y que, lo que pasa en una de ellas, no sucede en la otra. Voy a
intentar hacer una analogía de lo que está pasando, en estos momentos, a
nivel macro, usando una historia :—), y a ver si sale algo que sirva
para comprender los tiempos tan convulsos que estamos viviendo.
Una de barcos
Bienvenidos
a nuestro planeta, un barco surcando las aguas infinitas del océano que
es nuestro universo. Todos vamos a bordo del mismo. El timón lo dirige
la consciencia colectiva de los que van a bordo, pero también el mismo
barco como tal, pues es consciente de si mismo y puede orientar sus
velas y su dirección según le convenga. Mientras el barco y sus
pasajeros se lleven bien, no hay problema. A pesar de que estos últimos
han desmontando más de una vela, quemado más de un mástil, perforado
alguna cubierta o destrozado algún que otro remo, de momento, el barco
les permite seguir a bordo y los lleva en su periplo por las
maravillosas aguas de la Creación.
La
vida en el barco, en general, no es fácil. La mayoría de pasajeros no
se enteran de lo que pasa, ya que el barco es muy grande y permite que
haya multitud de recovecos y lugares donde pasar tranquilamente la
travesía, ocupados en pequeños quehaceres. Además, desde hace mucho
tiempo, la mayoría tampoco sabe que el barco fue asaltado por piratas,
que, escondidos en lo más alto de los mástiles y tras las sombras de las
velas, se han ido apoderando de todo lo que había en el barco,
dirigiendo a ciertos tripulantes que tenían anhelos de mando, para que
pusieran a los pasajeros a hacer ciertas cosas, a que trabajaran para
ellos de forma sutil, que se pasaran todo el día limpiando las
cubiertas, ordenando las bodegas, haciendo los trabajos de
mantenimiento, etc., con tal de que no prestaran atención a nada que no
fuera su pequeña parcela de terreno dentro del barco, sobre la que les
habían hecho creer que tenían algún tipo de derecho o control. Además,
algunos de los tripulantes, muy hábiles ellos, se pusieron de acuerdo
con los piratas para que les dejaran mandar completamente en el velero
“sin que se notase mucho”, a cambio de ciertos poderes y favores, así
los piratas no tendrían que preocuparse de gestionar ellos mismos a la
masa de pasajeros.
Con
el tiempo, el barco fue cruzando diferentes mares, pasando por zonas de
tormenta y por zonas de calma, haciendo que las aguas, el viento y las
energías del océano fueran poco a poco cambiando la estructura del
velero. El barco mismo ya sabia dónde tenia que ir y lo que le iba a
suceder, pues era su deseo llegar a cierto puerto y sufrir una
transformación y renovación total, pero los pasajeros en general no
tenían ni idea, y tanto los piratas como los tripulantes que intentaban
dirigir el velero por su cuenta, no hacían más que mover el timón a
escondidas para ir en dirección opuesta a donde esas corrientes
evolutivas les llevaban sin remedio.
Este
tira y afloja duró mucho tiempo, pues algunos pasajeros del barco que
sabían lo que estaba pasando, colaboraban activamente para ayudarle a
llegar a su destino, luchando primero contra los tripulantes amigos de
los piratas, y contra los mismos piratas luego, pues ya habían
descubierto sus escondrijos en lo alto de los mástiles, y ya eran bien
visibles para unos cuantos que sabían mirar hacia arriba y entender que
es lo que estaba pasando.
Como
el barco en si también quería continuar con su camino sin mas dilación,
decidió pedir más ayuda a barcos vecinos, para que otros pasajeros de
esos barcos, que tenían sed de aventuras y una ganas de ayudar enormes,
pudieran subir a bordo y colaborar con los que ya estaban allá para
pararles los pies a los piratas. Estos, por su parte, se resistían a
abandonar el lugar, y se peleaban entre ellos creyendo que, ilusamente,
algún día se quedarían con el barco por completo. Mientras tanto, los
tripulantes mandones con los que tenían acuerdos empezaron a no entender
nada, pues las guerras internas se hacían cada vez más patentes y ya no
se sabia quien mandaba a quien y quien era quien, ni siquiera entre los
piratas. La llamada de ayuda siguió atrayendo a bravos marineros de
otros veleros que ya se colaban por todas las pequeñas escotillas poco
vigiladas, y decenas de pequeñas balsas, embarcaciones y algún que otro
portaaviones, de otros lados del océano empezaron a acumularse alrededor
del barco, a una distancia segura, para intervenir si la cosa se ponía
muy fea, o simplemente para permitir que sus marineros entraran y
salieran del velero a medida que iban cumpliendo sus misiones.
Así,
el tiempo fue pasando y el rumbo original se fue más o menos
manteniendo, hasta que la situación se hizo mucho más complicada.
Sabiendo
el barco, como ser consciente que era, que sus pasajeros, si querían
acompañarle a su nuevo destino, tenían que tener unas ciertas
condiciones físicas, para no marearse, para aguantar las nuevas aguas,
para poder hacer frente a las vicisitudes del nuevo rumbo, se dio cuenta
de que, desafortunadamente, muchos pasajeros, como se habían pasado el
trayecto metidos en sus camarotes y preocupados por sus pequeños
quehaceres en el barco, jamás se habían asomado a cubierta, no habían
conocido el mar, no se habían ni siquiera relacionado con el barco como
ser que los acogía, etc., y no tenían las condiciones necesarias para
seguir con él en su camino. Esto, por supuesto, no se hacia con animo de
sentar juicios de valor o morales, pues el barco sabia que cada
pasajero llega siempre a su destino, no importa el tiempo que se tarde
en ello. Pero algo había que hacer, pues por un lado, el velero ya
cansado quería poner rumbo directo y las velas hacia unas nuevas aguas,
más turquesas, cristalinas y calmadas, y por otro lado tenia que
proporcionar a los pasajeros una forma de que estos siguieran con su
rumbo evolutivo hasta que estuvieran listos para reunirse con él, en
aquellas nuevas aguas, cuando estos estuvieran preparados para ello.
Así
que, el barco, tras mucho jaleo interno y con mucha ayuda exterior de
todos los que habían venido desde los cuatro mares a asistir, decidió
separarse en dos. Este, que era muy sabio, hizo una copia de si mismo,
se hizo un doble, y decidió que poco a poco ese doble se iría separando,
y llevaría con él a aquellos que quisieran ir a navegar por lugares más
apacibles y empezar un nuevo viaje sin piratas, tripulantes
controladores y demás. Lo que pasa, es que el proceso de separación no
podía ser instantáneo, tenia que hacerse suavemente y con cuidado,
moviendo discretamente y sutilmente a los pasajeros según la versión del
barco en la que debían estar por derecho evolutivo. Además, se ayudó a
que todo el mundo supiera que era lo que estaba pasando, para que
aquellos que, ejerciendo su libre albedrio, decidieran prepararse para
irse con el nuevo barco, y no seguir ya con el antiguo pirateado.
Mientras
tanto, en este último, las cosas iban de mal en peor. Los piratas no
paraban de pelearse entre ellos, y además se peleaban con los marineros
recién llegados de otros barcos, en un intento de estos últimos de
evitar que bloquearan el proceso de separación y que los pasajeros
pudieran subir al nuevo velero. Los marineros venidos de fuera querían a
toda costa preservar el velero como tal, su bienestar era lo más
importante, así como mantener abierta la posibilidad de saltar al nuevo
barco. Para ello, se instauró un gran tablón de madera que, firmemente
sujeto, conectaba la baranda de un barco con otro, una gran pasarela
que, a la vez, separaba ambos barcos pero los mantenía por otro lado
interconectados hasta que el proceso de separación total se hubiera
completado. Aquel gran tablón permitía, si se mantenía estable, que las
cosas se fueran dando poco a poco y paulatinamente, consiguiendo que
muchos pasajeros empezaran a saltar de un lado a otro, y también
permitía que los que ya estaban en el nuevo barco, pero querían volver a
ayudar a otros a cruzar, pudieran hacerlo temporalmente con relativa
seguridad.
Esto
era lo más difícil. En el viejo barco había muchas cubiertas, muchos
niveles, y los que estaban en las cubiertas más profundas eran los más
difíciles de alcanzar. Ahí, en esas cubiertas más profundas, había toda
clase de choques, peleas y batallas por los recursos del barco, que los
sistemas de información que existían por todo el velero viejo se
encargaban de transmitir al resto de cubiertas y pasajeros. Realmente,
si no vivías en una de esas cubiertas todo aquello no te afectaba mucho
(excepto por los ruidos y las preocupaciones de que no se extendiera
todo aquel jaleo a tu zona), pero mantenía la tensión constante entre
los pasajeros que, pendientes del sistema de información global, no
dejaban de mirar siempre hacia la cubierta inferior olvidándose de que
el otro barco se iba separando cada vez más y que la gran pasarela
intermedia no iba a durar para siempre conectada entre ambos veleros.
Por
el libre albedrio y el trabajo de cada uno, muchos pasajeros al ser más
y más conscientes de la situación abandonaban las cubiertas inferiores,
y empezaban a descubrir lo que empezaba a suceder en las otras partes
del velero viejo, algunos descubrían la pasarela de paso, y conseguían
con esfuerzo personal cruzar al nuevo barco, donde también llegaban las
noticias de lo que sucedía en el fondo del barco viejo, pero ahí ya no
tenían ningún influencia. Otros pasajeros, lamentablemente, en vez de
huir hacia las cubiertas superiores, se dejaban arrastrar por el lio que
había formado abajo del todo, y terminaban bajando de su cubierta a
otras más profundas, haciendo casi imposible que los marineros venidos
de fuera y los pasajeros que sabían lo que pasaban pudieran echar
cuerdas y sogas suficientemente largas como para que estos se pudieran
enganchar y ser izados hacia cubiertas superiores.
Y
eso duró y duró, el barco no cejaba en su empeño de mantener ambas
opciones todavía juntas, separándose lentamente, pero intentando
alcanzar a cuantos más pasajeros mejor. Cuando los piratas se dieron
cuenta del papel que tenia la gran pasarela entre barcos, intentaron
también desestabilizarla, romperla, quitarla, ya que si se iban todos
los pasajeros al nuevo barco, donde ellos tenían prohibida la entrada,
¿a quien iban a gobernar? ¿quien se iba a quedar en el barco viejo para
hacer todas las tareas de mantenimiento? Ellos no, por supuesto, era
necesario mantener a cuantos más pasajeros mejor ahí atrapados. Los
piratas ordenaban más y más a los tripulantes compinchados para que la
liaran más gorda en los pisos inferiores del barco viejo, aunque había
tal descontrol que muchos de estos tripulantes empezaron a pensar si no
era mejor abandonar ya el velero de una vez por todas, pues parecía que
se les estaba yendo de las manos el control. De todas formas, la mayoría
de ellos, como no conocían otra forma de vida, y no sabían existir sin
ser manejados y guiados por los piratas, seguían acatando ordenes y
seguían moviendo sus piezas en el viejo barco.
¿Y
que sucedía mientras tanto en el nuevo velero? Pues que muchos de los
pasajeros que habían cruzado la pasarela se mantenían cerca de la misma,
se resistían a creer que el barco donde habían vivido siempre ya no iba
a ser su hogar, porque no entendían que ese mismo barco ahora se iba a
convertir en un súper-crucero de lujo, y no acababan de creérselo.
Estando tan cerca de la pasarela, algunos iban y venían entre las dos
versiones del barco que existían en esos momentos casi solapadas por
completo, aunque la mayoría empezó a comprender que, para seguir
adelante, había que acelerar el proceso de separación entre ellos.
Muchos de los que habían cruzado al nuevo barco en las primeras
oportunidades de paso, estaban ya tan alejados de los ruidos del velero
viejo que ni notaban su presencia, y oteaban al horizonte viendo como se
iban acercando a las aguas cristalinas a las que iban a llegar, y como
una parte de la embarcación, la más alta, como por arte de magia,
empezaba a transformarse en ese nuevo crucero de lujo que sería su
futuro hogar.
Así,
los que estaban más preparados, empezaron a percibir ya las nuevas
habitaciones y camarotes, la nueva cubierta, las nuevas velas y la nueva
decoración que había en el nuevo crucero que empezaba a asomar por la
proa, ¡que maravilla!! Y no hacían más que gritar a los que estaban en
la parte más baja del nuevo barco que se olvidaran del viejo, de sus
peleas, de sus tejemanejes, y que subieran más y más arriba, que
empezaran a contemplar la transformación y a disfrutar del nuevo crucero
que poco a poco se iba manifestando.
Algunos
les hacían caso, y por fin se liberaban de las tribulaciones del viejo
barco, que no es que no existieran, sino que los ecos de lo que sucedía
en él ya no tenían importancia, y ya no valía la pena preocuparse por
ello. Mientras tanto, montones de marineros y pasajeros valientes
seguían manteniendo firme la pasarela de paso, ayudando a saltar de un
lado a otro a la gente, y dejando que aquellos que por su propia
iniciativa deseaban seguir en el viejo barco así lo hicieran.
¿Y
que pasó luego?. Pues el final de la historia aun os lo tengo que
contar, pero permitidme que lo deje para otro momento, porque no es
cuestión de chafar el final de la película cuando la puedes vivir en
primera fila. Solo os diré que, al final, los dos barcos se separaron, y
que el viejo barco se fue por las mismas aguas por las que había
navegado toda su existencia, y, pasado un tiempo de navegación prudente,
pasó por unos astilleros, donde lo desguazaron por completo, y lo
volvieron a reconstruir, sin piratas, sin tripulantes y sin pasajeros
(ya que estos habían ido abandonando poco a poco el viejo barco
encarnando en otros con características parecidas), solo con plantas,
animales y vida fresca, para que iniciara otra ruta por las mismas aguas
que tanto tiempo había surcado en una nueva rueda evolutiva. Por otro
lado, el nuevo velero, convertido ya en crucero de lujo, hacia lo mismo,
en otras aguas, y con parte de los pasajeros, mientras servían cócteles
de piña colada y todos cantaban el himno de la alegría por la gran
aventura que todos habían vivido.
Y así, colorín colorado… este cuento no ha más que comenzado…
¡Saludos!
David