Continuamos en pleno vórtice de transformación
El
miércoles 11, el Sol emitió una llamarada de clase X2.2. Las llamaradas
solares se clasifican, según su intensidad, en A,B,C, M y X. Cuando va
un número junto a la letra, por cada número hay una indicación de más
fuerza y poder. Así es que estamos navegando una de las máximas
emisiones solares en mucho tiempo.
Esta llamarada coincidió con los fieros encuentros de Urano, Marte y Plutón, impactando el grado 15 de Aries.
Según
los estudiosos del fenómeno solar, cada llamarada reduce el campo
electromagnético de la Tierra. El Sol físico, responde a los impulsos
del Sol Espiritual, el Sol detrás del Sol.
El sistema energético humano necesita adaptarse a estas enormes
oleadas de partículas fotónicas, y dormir es una forma de asimilarlas,
ya que la estática mental queda interrumpida.
Pero también puede darse lo contrario, estar cansados de día pero despiertos por la noche.
No encontramos las palabras, quedamos a veces como en suspenso antes de responder.
Los cuerpos físico, mental y emocional, realizan los movimientos
necesarios para integrar la recepción de energía, y nos sentimos raros.
Los campos electromagnéticos de nuestros aparatos también pueden
presentar cambios, y todos los sistemas pueden ponerse caprichosos
(eventos que podemos aprovechar para reconocerles consciencia a ellos
también y honrarlos y agradecer su eficiencia y servicio).
Literalmente,
una llamarada es como un reseteo. Es emitida una luz extra que
prácticamente nos obliga a meditar, porque interrumpe el ruido habitual
del planeta, y detiene el movimiento de nuestros cuerpos sutiles.
Inmersos en este “apagado”, podemos aprovecharlo para:
Hacer Silencio varias veces al día, aunque sea en períodos breves.
Desprendernos, en escaso tiempo, de patrones-votos-contratos- programas que han detenido nuestro avance.
Visualizar nuestras metas y verlas cargadas de partículas de luz.
Descubrir, "bajar", nueva información acerca de cómo resolver problemas.
Reprogramar nuestra salud y nuestro cuerpo.
Reconocernos como energía, dejando rápidamente atrás el concepto de nuestros cuerpos como objetos.
Incrementar nuestra frecuencia utilizando todos los medios de que disponemos.
Unirnos, fundirnos, respirar, oler, tocar, saborear todo lo que la Naturaleza nos ofrece.
Dormir pequeñas siestas, si es posible, en el momento en que el cuerpo lo pide.