Conceptos
preliminares:
“La
Chispa Divina y el Fuego de la Conciencia”
Para entender correctamente
el tema a tratar aquí, en este ‘blog satélite’ de esta Escuela Interna, el
estudiante deberá tener una idea clara sobre la constitución humana completa.
Este tema ha sido tratado por muchos estudiosos y se enseña en las diferentes
escuelas esotéricas (teosóficas, rosacruces, gnósticas, etc.), y aunque con
clasificaciones un tanto diferentes conservan la esencia verdadera del asunto.
Por lo tanto aquí se dará por sentado que el estudiante que lee estos escritos
ya conoce sobre la constitución humana ‘bio-psico-espiritual’ (material, álmica y espiritual), que en esoterismo suele estudiarse
desglosada como una “constitución septenaria”, por ser siete los tipos diferentes
de ‘materia-energía’ que componen al hombre integral (y a la vez, cada uno de los 7 planos
de la constitución se subdividen en 7 subplanos o gradaciones de energía…). De no tener el lector
conocimientos de esta índole se recomienda leer el siguiente enlace, de esta
escuela: http://el-alma-humana-y-divina.blogspot.com/2015/01/2-el-alma-una-resena-esoterica.html
El ser humano es esencialmente una “chispa de vida divina”, no nacida,
porque ‘siempre fue, es y será’, siendo por lo tanto ‘eterna’, o bien
“atemporal”, y es indestructible. El propósito de esta “chispa” indestructible
de Vida es insertarse en el campo de la vida temporal y espacial para
‘empaparse’ de las múltiples experiencias cíclicas de la EVOLUCIÓN en las
múltiples esferas materiales. Para ello es que existen gran cantidad de
“esquemas evolutivos” solares y planetarios en el Universo capaces de generar y
albergar múltiples formas de vida en diferentes planos (esferas, mundos o
dimensiones);
siendo estas “formas” los vehículos transitorios de experimentación de ‘las
chispas’ divinas. El planeta Tierra es uno de tales “esquemasevolutivos planetarios”, generador de vida multiforme y
multidimensional, y es un planeta generador y contenedor de “vida química y
biológica”, lo cual no todos los ‘esquemas planetarios’ tienen por encontrarse
en ciclos evolutivos diferentes que no rozan la materia físico-química de 3D.
La vida biológica (la única que la ciencia empírica
humana considera ‘vida’), tan rica y multiforme como es, es tan solo una
manifestación material densa de la Vida
planetaria terrestre, existiendo, sin embargo, muchas más regiones,
suprafísicas, y especies de vida en cada región.
Las “chispas” espirituales deben lograr experiencia en las
diferentes esferas o moradas de la vida planetaria. Esta es regla general, aunque
existen varios caminos o senderos evolutivos, y las “chispas-almas” no deben
transitar todos los senderos…, sino el de la línea que les corresponde, (pero
este es un tema aparte, que no se desarrollará en esta ocasión).
En espiritualidad y
esoterismo, se han empleado corrientemente símbolos figurativos para referirse
a la esencia de Divinidad en el hombre y en todos las cosas, como por ejemplo
la “gota” del Océano, la “semilla”, el “Átomo Divino”, la “Partícula Divina”,
etc., y la palabra “chispa” es una
de las más usadas como símbolo, ya que así como de un gran fuego ardiendo pueden
observarse desprendimientos de chispas minúsculas y brillantes constituidas de
la esencia de la misma llama de la cual nacieron, a nivel espiritual se podría
decir, metafórica y figurativamente, que: Del “Gran Fuego de la Vida Absoluta” surgen incontables
“chispas” de vida, que evolucionarán como entidades independientes en los
mundos distantes, pero sin perder jamás la esencia fulgurante del Gran Fuego
Absoluto del cual fueron emanadas… Por eso se dice, en la tradición
de las escuelas esotéricas, que: en toda forma de vida material existe una “chispa”
espiritual que da vida e impulso a la evolución de dicha forma… y de la cual, a
la vez, se sirve para generar ‘nuevas cualidades de conciencia’.
El proceso de la evolución consiste en la
transmigración de ‘las chispas’ de forma en forma hasta completar los ciclos.
En teosofía se le ha
llamado a esta ‘chispa espiritual’ “Mónada”,
en el cristianismo rosacruz “Espíritu Virginal”,
en India “Atman” o “Purusha”, etc., y en la más reciente literatura
de ‘El Libro de Urantia’ se le
denomina “Ajustador del Pensamiento” y “Monitor Divino” o “Monitor Misterioso”, pero en todos los casos la referencia es a la
“Chispa espiritual”, la esencia Divina inmanente en todas las cosas
evolucionantes.
(Aclaración: En Teosofía se explica
que la Chispa o Mónada evoluciona desde el estado de la vida mineral en
adelante, por eso se habla en términos de “mónada mineral”, “mónada vegetal”,
“mónada animal” y “mónada humana”, haciendo de esta manera referencia al tiempo
y ciclo por el cual está pasando la Chispa espiritual en su ‘viaje evolutivo’.
Cuando la Chispa atravesó ya los reinos inferiores (infrahumanos) y penetra,
con la individualización, en el reino humano, recibe el nombre de ‘Mónada
humana’ o “Espíritu virginal” del hombre. En El Libro de Urantia, en cambio, siempre la referencia al “Ajustador
del Pensamiento” es a la Chispa de conciencia espiritual únicamente en el ser
humano.)
Si bien esta “chispa
espiritual” conserva todos los atributos intactos del Absoluto, es sin embargo,
al inicio del gran ‘viaje evolutivo’, una “chispa virgen” en conciencia (al
menos en lo que respecta a la conciencia de los mundos materiales del tiempo y
el espacio), por lo cual al viajar a las esferas materiales generará, con las
fricciones de las experiencias múltiples, un nuevo “fuego” o energía que
imantará a ‘la Chispa’, dejando esta de ser “virgen” para adquirir una nueva
condición. Este nuevo “Fuego” que se genera en la Chispa con las experiencias es
“LA CONCIENCIA”. Al referirnos a esta palabra no se debe pensar solo en el ser
humano, ya que existe “la conciencia mineral”, “la conciencia vegetal” y “la
conciencia animal” (además de, por otro ramal, “la conciencia elemental y
dévica” y “la conciencia angélica” en sus diferentes niveles, “la conciencia
planetaria”, etc.) . Por lo tanto, y según lo explicado, se puede afirmar que: “todo el camino de
la evolución, de todas las entidades vivientes del universo (desde el mineral,
al hombre, y del hombre al astro) es un sagrado sendero para la generación del ‘Fuego
de la Conciencia’, la cual con cada progreso, de reino en reino de vida, irá en
expansión”.
‘El
fuego de la conciencia’, llena de cualidades, es “el Tesoro” que la Chispa
recoge en su paso por las evoluciones cíclicas de las esferas y esquemas
evolutivos planetarios que visita; ‘Tesoro’ que no puede perderse ni destruirse
y que ‘el ladrón no puede robar’…
El
anterior ha sido tan solo un breve repaso de conceptos esotéricos, bien
conocidos por los estudiantes con cierta trayectoria de estudio y reflexión,
pero la reseña es necesaria para iniciar ahora el tema sobre “el
átomo
nous y el cuerpo de luz”. Este tema está relacionado a “la chispa
divina en la forma hombre”, (dejando de lado los procesos de ‘la chispa’ en los
demás reinos, infrahumanos y suprahumanos).
-
¿Qué sucede con ‘la
Chispa’ durante la etapa humana…?
Durante la etapa humana la ‘Chispa’ o ‘Mónada’
se recubre de envolturas que, funcionando como ‘vehículos’, serán el campo de
experimentación para generar todo el “Fuego de la conciencia” que en el reino
humano pueda ser capaz de generar.
Así como en el reino
mineral, la chispa espiritual debe recoger las experiencias de las diferentes
afinidades químicas de los elementos y de las grandes presiones y temperaturas
geológicas a las cuales se someten los minerales siendo este el campo de vida
experiencial del Espíritu en el mineral; y así como el reino vegetal y luego el
campo de vida que ofrece el reino animal presentan condiciones diferentes y
apropiadas para el desarrollo de la conciencia de la Chispa en esos reinos; así
también, en el reino humano, la Chispa se dispone a transitar un campo de
experiencias diferente que, asentándose sobre el cimiento de las conciencias
mineral, vegetal y animal ya logradas, debe ahora sumar nuevas experiencias de
conciencia.
En el reino humano lo
primero a lograr es la “AUTOCONSCIENCIA” o “conciencia del yo”. En esta conciencia el hombre se reconoce
primeramente como un yo personal, separado del resto, con gustos, ideas,
atracciones y repulsiones particulares que hacen del sí mismo “una persona” ‘diferente’
a las demás. Es decir que primero el ser humano necesita ‘diferenciarse’. Este
campo de experiencia para este proceso ‘psicológico’ (considérese
que ‘psique’ es ‘alma’) es el de “la materialidad”, en el cual el ser humano experimenta
principalmente su ‘ser material’ (habiendo olvidado por el momento su esencia
Divina, es decir ‘su Chispa’, que proviene del Reino de la Unidad). Esta
“materialidad” en el proceso incluye, además del cuerpo físico, al cuerpo de
deseos y a la mente concreta. En este campo de experiencia, el del campo
sensorio y de los deseos, con sus atracciones y repulsiones, el alma humana
pasará muchas reencarnaciones, hasta que, con la maduración de las desafiantes experiencias
kármicas, llega a despertarse en su interioridad la necesidad de experimentar
en otro campo de vida: “el mundo de las
ideas”. Allí comienza el desarrollo verdadero del intelecto y de la inteligencia,
el primer aspecto que, al despertarse en el ser humano, lo diferenciará con
claridad de la ‘psique instintiva animal’ y de los demás reinos menores. No es
que antes su mente no funcionaba (ya que, como ya se
dijo, la mente concreta ya formaba parte activa en el ‘ser material’), sino que la mente tan
solo respondía, mecánicamente, a los
destellos emocionales e impulsos del cuerpo de deseos. Pero en este nuevo campo
de experiencias, ‘el campo mental’, la mente adquiere vida nueva y propia
y se va independizando del los impulsos y requerimientos del infatigable cuerpo
de deseos. Nace así la mente razonadora,
con sus facultades para el pensamiento lógico, analógico y filosófico, y
comienza una lucha interior entre las demandas insistentes del cuerpo de deseos
y la conciencia mental, la cual comienza a recibir, poco a poco, los efluvios
de energías supramentales provenientes de la olvidada “Chispa Divina” (Atma-Buddhi).
Durante estos dos campos
de vida experiencial humana (el campo material y el campo mental), que ocurre
durante muchas reencarnaciones del alma, el hombre tiene en ocasiones destellos
de su “chispa espiritual”, a manera de recuerdo esencial…, lo cual le produce ‘experiencias
internas’ que lo llevan a replantearse su vida y lo van acercando a una vida
religiosa de alguna clase. Pero no se vuelve auténticamente “religioso”, en el
verdadero sentido de la palabra (“re-ligar”-se), hasta que el Llamado de la Chispa Interna no se hace sentir en forma
clara y potente, produciendo algún tipo de experiencia mística y/o
auténticamente creativa. En estos casos, el peregrino se vuelve religioso (aunque no necesariamente
prosélito de alguna religión organizada), artista, filósofo, amante de la
verdad, filántropo, o un poco de todas estas cosas a la vez…, y en etapas
posteriores encuentra el sendero interno en las enseñanzas de esoterismo u
ocultismo espiritual, lo cual le trae paz al recibir, poco a poco, respuestas claras
a antiguos interrogantes sobre temas de la vida aparentemente incongruentes,
paradójicos o que parecían irreconciliables…
En esta etapa ‘el campo de
experiencias’ ya no será tan solo el material y el mental, sino que se incluirá un campo de experiencias que
podríase llamar “espiritual”, ya
que el caminante deberá ir más allá de la mente concreta y más allá inclusive
de la mente abstracta, (con la cual habrá progresado en el mundo de los
significados e interpretaciones de las causas). Este ‘nuevo campo experiencial’
es el de las esferas búddhica
(intuicional) y átmica (espiritual) y
tiene que ver con una realización más directa de la Verdad, ya no solo a través
de la creencia, sino de la naciente y creciente “fe intuitiva” y la vivencia
experiencial.
Claro es que el campo
experiencial de manas (mente), en especial de la mente superior o
abstracta, estará muy interrelacionado al campo experiencial de buddhi (mente
espiritual) y de atma (espíritu puro), debido a que “atma-buddhi-manas”
conforman la expresión trina, o ‘Tríada espiritual’ de la Chispa o Mónada
Divina. En este campo de vida experiencial, el campo ‘álmico-espiritual’ que el
peregrino transitará como místico y ocultista, el hombre estará, por lo tanto,
regresando a su esencia y verdadera “identidad” como ‘Chispa espiritual’, la
cual había olvidado al iniciar su viaje experiencial evolutivo por los senderos
de la materia.
El objetivo de la
inmersión de la Chispa Divina en la
materia y de la subsiguiente evolución a través de los distintos reinos de vida
es adquirir “conciencia”, como ya de dijo, en sus diferentes cualidades, pero
en el reino humano existe el propósito especializado de:
1-
Volverse autoconsciente de cada plano y de cada
envoltura de la Mónada (envolturas: búdica o intuicional, mental, astral, etérica
y física). Esto significa, con entendimiento amplio, “autoconocimiento”.
2-
Aprender a dominar la
materia de cada envoltura, hasta crear con la materia de cada plano “un
cuerpo” especial para funcionar a consciencia en dicho plano.
3-
Recoger todas las experiencias de los distintos mundos o
esferas y de los vehículos creados en cada mundo o esfera, transformando todo
este campo unificado de experiencias en “Sabiduría”, lo cual es lo único que
perdurará al final de la experiencia de la Chispa en la etapa humana, una vez
que todos los vehículos materiales sean disueltos.
Hasta la actualidad el
cuerpo más desarrollado de la constitución humana es el cuerpo físico denso,
pues es el de más larga data en la historia de la evolución del hombre. Bastará
decir que el ser humano ya tenía un cuerpo físico bastante bien constituido y
complejo, el cual llevó millones de años obtener, cuando apenas empezaba a
tener ‘materia mental’ para poder ‘pensar’ (al
final de la 3° raza). Y no fue hasta después de millones de años más tarde que el ser humano
pudo elaborar pensamientos abstractos con su recién nacida mente. Aún hoy, en
la actual 5° raza (aria), un no menor porcentaje de humanos no tiene aún
construido su cuerpo mental, pero en cambio, a nadie le falta un complejo
organismo biológico y un cuerpo emocional (aunque este último no está igual
desarrollado en todos los humanos). La mente es ‘el principio’ o aspecto, en la
constitución humana, que debe ser fomentado en el transcurso de la actual raza
aria hasta el punto de desarrollar el ‘cuerpo mental’. Por este motivo a la
actual raza podríase llamar “raza mental”, pero sin embargo solo
un porcentaje de la humanidad actual se podría decir que es “mental”, ya que un
gran porcentaje de humanos no superó
todavía la etapa correspondiente al “campo experiencial material” donde
predomina lo sensorio, el deseo y la irracionalidad por encima de la mente. El
‘hombre mental’ es el que emplea todas ‘las facultades mentales’ y que ha
adquirido el buen y necesario hábito de discernir y reflexionar siempre y cada
vez con más hondura, tomando sus deciciones según los dictados de su conciencia
racional y no de sus bajos impulsos instintivos y emocionales. El verdadero
“hombre mental” es el iniciado de 3° grado.
La futura raza, la que se
podría denominar “raza búddhica o solar”, estará destinada a fomentar especialmente
el desarrollo del cuerpo búdico-átmico,
o ‘Cuerpo de Luz’. Tal ‘cuerpo sutil’ está en vías de desarrollo en la
actualidad en un número menor de individuos, y corresponde a lo que en
esoterismo se llama “4° Iniciación” del alma (la Iniciación de ‘la Crucifixión’
del ego inferior para que nazca el Ego Solar o Crístico). Es sobre este punto
que tratarán los siguientes escritos, los cuales, a diferencia del presente,
fueron, en su mayor parte, precipitados al papel en forma de ‘canalización’.
El Átomo
Nous, el Cuerpo de Luz,
y la
meditación como proceso vinculador
El desarrollo de los
cuerpos del ‘hombre interno’ (la Mónada) es un proceso de la evolución. El
“Cuerpo Búdico-Átmico” o “Cuerpo de Luz” se
empieza a formar cuando ya se han desarrollado y purificado lo suficiente los
cuerpos de la personalidad humana (físico-etérico, emocional y mental).
El
sendero de la meditación es iniciado,
sondeado y puede ser profundizado recién después de que cierto nivel de
purificación y desarrollo han acontecido en el ‘triple mundo personal’. Recién
allí el aspirante ‘siente’ y experimenta un verdadero interés por la
meditación. Tal ‘interés’ no es un entusiasmo pasajero de la personalidad, sino
un interés serio y perdurable, el cual llevará consigo hacia las subsiguientes
reencarnaciones futuras.
El
despertar de tal ‘interés’ proviene del alma y lo alinea con la investigación
sobre el tema “meditación”, conectándolo además, por Ley de Atracción, con las
enseñanzas y prácticas necesarias para su progreso.
Cuando
el aspirante ya preparado emprende el sendero de la meditación da así su primer
paso en lo que es ‘un extenso camino interno de cambios vibracionales’, lo cual
implica “purificación y armonía” cada vez mayores de los cuerpos inferiores y
“construcción e iluminación” de los superiores (cuerpo causal y cuerpo de luz).
El Átomo Nous(1) es el punto
de anclaje, dentro del corazón, de las energías dévicas y elementales que construirán
el Cuerpo de Luz en el ser humano.
Mientras
este acontecimiento suprafísico sucede, cambios de entendimiento se
manifiestan, viéndose el estudiante impulsado a efectuar cambios en su vida, lo
cual ‘se siente’ como una necesidad y tendencia hacia la liberación de trabas y
limitaciones. El estudiante se ve
entonces impelido a abandonar hábitos nocivos, no saludables y limitantes, sean
estos físicos, emocionales y/o mentales. Se ve movido a cuestionarse sus
creencias, muchas de las cuales siente como “insuficientes” para su creciente
despertar y necesidad de comprensión. Estos ‘eventos internos en la conciencia’
transforman al individuo y detonan en decisiones objetivas produciendo muchas
veces cambios en sus antiguos modelos y planes de vida. Una profunda autotransformación de ha puesto en
marcha…
El
ser humano pasa por varios procesos de autotransformación
interior durante el camino iniciático del alma (en cada Iniciación vive un
proceso), y el proceso correspondiente a la decidida construcción del Cuerpo de
Luz con la transfiguración de la conciencia, es uno de los últimos antes de
alcanzar la Liberación del samsara (el ciclo de renacimientos
sucesivos).
La
meditación científica, esotérica, despierta entonces el interés del estudiante,
no bastándole tan solo el aspecto místico del tema. Comienza así un estudio filosófico
y metafísico sobre el alma, la conciencia, el despertar espiritual, la
evolución de la vida, y temas afines a los mencionados, que lo conducirán, paso
a paso, a nuevas comprensiones que darán ‘propósito claro’ a su meditación y
que lo llevarán con el tiempo rumbo a expansiones de conciencia mayores.
El desarrollo y purificación de los
vehículos de la personalidad ocurren mayormente durante las primeras tres “iniciaciones”
de la conciencia o alma. La construcción del Cuerpo de Luz comienza con la
vitalización y excitación del “Átomo
Nous” (átomo simiente espiritual) en la 2° iniciación y completa su
desarrollo en la 4° iniciación.
El Anclaje de Energías solares y cósmicas en el corazónde la Tierra está produciendo un ajuste vibracional planetario tendiente
a modificar la vibración de los ‘átomos permanentes o simientes’ en los humanos
que ya iniciaron el proceso ascensional de la conciencia. Es por este motivo
que, en estos tiempos, existe “un motivo planetario” especial para la elevación
de las almas ascendentes, lo cual facilita en el presente ciclo, como nunca
antes, los “despertares iniciáticos” de la conciencia espiritual.
------------------
1. Nous: (del
griego). Así designaba Platón al
Alma racional o espiritual del ser humano (en contraposición al alma apetitiva,
instintiva o pasional). ‘Nous’ proviene de “nout” que, en el antiguo Egipto
significaba “el Uno”. Es el núcleo de Divinidad en el hombre o “el Hombre
mismo” en esencia; es la “chispa espiritual” que, dentro de su aspecto trino (atma-buddhi-manas) contiene al ‘Adam
celestial’, arquetipo del Hombre perfecto.
En
síntesis, el “Nous” sería la Chispa
Divina en el ser humano, pero en su aspecto de “Arquetipo” y “Constructor”, ya
que esta ‘Chispa Virginal Espiritual’
(el Atman) es, además de Esencia primordial, un “chip divino” (en buddhi-manas) continente del programa
evolucionario de la Humanidad y del resultado final del proceso.
Es decir que todos los seres humanos tienen en su interior un
“Maestro Constructor” del Arquetipo del Hombre Ideal creado y sostenido en la
Mente del Logos Solar universal; pero este ‘Maestro Constructor’ está ‘dormido’
dentro del corazón y así permanece hasta que el alma humana, en su largo
peregrinaje reencarnatorio, madura lo suficiente, momento en el cual ‘el Oculto Constructor’ despierta de su
sueño para efectuar la Gran Obra de la construcción del Cuerpo de Luz Álmico, que será el cuerpo sutil permanente de la
Chispa Divina para proseguir, a partir de allí, su ascenso morontial en otros
mundos evolucionarios. Por lo tanto, contactar
con ese “Átomo Simiente Primordial” en el corazón, e integrarse a sus
propósitos (que son los del Logos), es la tarea de todo discípulo-estudiante.
Este es el sendero de la ciencia oculta.
El Átomo Nous y el Cuerpo de Luz en los
seres descendentes
El
Átomo
Nous es el ‘átomo búdico permanente’, actualmente el núcleo central
principal de la esencia espiritual en el ser humano, el cual contiene un
reflejo del arquetipo divino del “hombre perfecto”; arquetipo que raza tras
raza, y ciclo tras ciclo, se va acercando al Ideal proyectado por el Logos.
La
elevación vibracional del hombre se va produciendo a partir del ÁTOMO NOUS. La
vibración de este ‘átomo’, el Constructor arquetípico en la evolución interna
del Hombre, se va transfiriendo a los átomos simientes ‘físico’, ‘astral’ y ‘mental’;
pero el verdadero proceso ascensional ocurre en BUDDHI.
Los
seres descendentes tienen ya activado, en
parte (según
sea la naturaleza del ‘ser descendente’) el Átomo Nous al encarnar en la forma humana, porque traen luz de
conciencia desde ‘el más allá’ (las correspondientes moradas suprafísicas desde
donde ‘descienden’) y al tomar encarnación humana terrestre la vibración de la
conciencia crística o conciencia solar que traen se transfiere al Átomo Nous; pero deben actualizar en al
plano búdico de la constitución humana su condición de “seres de luz”.
Los
seres ascendentes (Mónadas virginales en peregrinaje ascendente), en cambio,
deben recorrer un camino más largo y arduo en la materia del esquema evolutivo
terrestre hasta lograr activar el Átomo
Nous, a partir del cual podrán construir y desarrollar su MerKaBa o Cuerpo
de Luz.
El
Cuerpo Solar o de Luz es de conciencia pura, es Buddhi activado y organizado como “cuerpo” de energía-conciencia;
vibra de una manera muy especial y luminosa expresando esencias de “comprensión
dorada” de distintos matices. Este Vehículo supersutil o Cuerpo de Luz presenta
diferencias en cada ser, pues expresa la Sabiduría lograda por cada entidad
evolucionante, con cualidades propias. En los planos ‘búdico’ y ‘átmico’ los
seres se identifican y reconocen por su vibración, y ninguno es igual a otro…