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Me encuentro una vez más en vuestro medio para compartir con ustedes el principio de la Misericordia, para comulgar con ustedes en la Esencia silenciosa.
Benditos frutos de la Misericordia, benditos frutos de la redención de este planeta, el rayo de Mi compasión, el rayo de Mi misericordia, desde mi Corazón los alcanza, envolviéndolos en sublime mansedumbre, envolviéndolos en amorosa dulzura, porque son los herederos, son los herederos de este mundo que es tejido continuamente por la acción compasiva del Espíritu divino.
El Amor que a todos nos anima, teje por medio de nosotros, expresión de este Amor, Mundos luminosos y sublimes, jardines bellísimos donde se refleja la gloria y la majestad de la riqueza universal, de la Fuente Padre-Madre. Nosotros somos las flores donde la Luz del Sol primordial se refleja y encuentra expresión objetiva y a través de nosotros estos mundos son tejidos. En este planeta un jardín en particular es tejido y ustedes son los frutos de este jardín, son los frutos de esta misericordia.
Pequeñitos, la paz de este mundo no es la paz del corazón. La paz de este mundo no es la paz del alma. La paz de este mundo es frágil. La paz de este mundo está construida sobre bases débiles y fallas. La paz de este mundo depende de la concordancia.
La paz de este mundo depende de la aquiescencia hipócrita. Pero la paz del corazón, la paz de éste Sagrado Corazón que es el nuestro, esta paz trasciende todas las diferencias, esta paz se mantiene a pesar de las adversidades. Esta paz se sustenta a sí misma, a pesar del escenario contorsionado y torcido de este mundo. Es a esta paz que yo los invito a coalición. Es en esta paz que yo los invito a la invocación. Y es en esta paz que los invito al reconocimiento.
Esta invocación a la paz no debe ser un pedido para una paz en otro lugar, en otro mundo. Esta invocación a la Paz debe ser una afirmación y un reconocimiento de la paz siempre presente, subyacente al escenario distorsionado de sus ojos. Esta invocación a la Paz, no debe ser una confirmación del estado de guerra y conflicto. Esta invocación a la paz ante todo debe ser el reconocimiento de la ilusión y engaño del conflicto y de la guerra. Porque si depositan su energía en el conflicto y la guerra, la paz que producirán será la paz frágil de los sentidos, la paz momentánea de los conceptos, la paz fugaz de sus emociones. Pero cuando reconocen la ilusión y el engaño del conflicto, del estado aparente de la no paz y por la invocación la reconocen siempre presente e inmutable subyacente en todos los fenómenos, entonces sí, colaboran para que la ilusión del mundo torcido se disipe ante la Luz radiante del Corazón Ardiente.
Este corazón es Fuego, este corazón es núcleo flameante, energía motriz de la vida. El corazón es el corazón de las galaxias, el corazón es el Sol, corazón de este sistema solar. El corazón es el núcleo ardiente de la Tierra, el corazón es la chispa en vuestro interior, el rayo inextinguible de la Divinidad, de la cual somos su expresión. En este corazón deben recogerse en invocación y reconocimiento de la Paz inconmensurable del Espíritu. Este corazón debe reconocer como la Fuente de donde brota el agua de Vida y la paz para todas las naciones. Este corazón debe reconocer y conocer efectivamente como la fuente de la Gracia que disipa la ignorancia, que deshace la distorsión y que limpia la expresión planetaria de todos los vicios y distorsiones de la mente.
Este corazón finalmente, es la expresión universal de aquel aspecto de la Esencia luminosa y eterna, que es compasión, y en este planeta este Corazón ardiente manifiesta un aspecto único de esta compasión. Esta Compasión divina se revela como Misericordia, el rayo penetrante todopoderoso e implacable de la compasión que ve más allá de la apariencia de la miseria, que ve más allá de apariencia del conflicto, que ve mismo más allá de la apariencia de ignorancia y de la muerte y que, por tanto rescata la expresión divina, perfecta y primordial de la viada planetaria, disipando la sombras y neblinas de la ignorancia, permitiendo que brille la expresión y fase original de esta vida planetaria.
Vuestro rostro original y expresión original siempre presente, se halla apenas oculta por una máscara; una máscara que se forma con esta neblina de la ignorancia, pero esta máscara no posee substancia ni existencia propia, esta máscara se mantiene allí, cuando un determinado conjunto de circunstancias se mantienen.
La misericordia, es esta energía del corazón compasivo, que viendo y tocando más allá de la apariencia, por una fe pura y una intención inocente, rescata el rostro original de la vida, ya sea la vida humana o la vida plantearía no hay diferencia ni distención, la vida es una sola. La misericordia, es el rostro de la vida universal, esta virtud del poder divino que somos, disipa la ignorancia y sacraliza la vida planetaria.
La misericordia es el poder de invocación de la memoria original jamás teñida por la noción de separatividad. Esta misericordia que no ignora la realidad relativa, esta misericordia que no ignora la realidad relativa del sufrimiento y de la muerte, esta misma realidad que no está limitada por el sufrimiento y la muerte, pero que se expande más allá de esta apariencia, es la realidad que la misericordia invoca, disipando estos velos aparentes y superficiales que distorsionan la expresión original de la vida planetaria.
Hermanos y hermanas míos, la misericordia no ignora su sufrimiento. La misericordia no ignora la realidad relativa y efímera, pero la misericordia no se deja engañar por esta apariencia. La misericordia ve más allá, y al ver más allá, invoca por el reconocimiento de la Esencia, el reconocimiento de la verdadera la expresión aquí presente, eternamente presente.
Yo pido que abran sus mentes para comprender que el espíritu jamás se distanció, que la Divinidad jamás se retiró, que el Fuego primordial es omnipresente, aquí y ahora. No es sino la organización material, más externa y superficial que creó un velo para la percepción directa y clara, de la presencia insondable, ilimitada y siempre presente de la Divinidad. Y es esta organización material que por la misericordia, que ve más allá de esta estructura efímera y pasajera, esta materia es redimida, rescatada, sacralizada.
Recuérdense, su invocación de la paz debe ser un reconocimiento a la paz siempre presente. Su invocación a la paz debe ser un reconocimiento a la Divinidad siempre presente. Y la irradiación de la misericordia debe ser su percepción aguda y penetrante que va más allá de la apariencia del sufrimiento, de la de muerte y de la ignorancia para rescatar la expresión original de la vida planetaria.
Mi presencia en este medio se manifiesta como un portal para el acceso a la conciencia planetaria, pues muchos de mis hermanos y hermanas ya llegaron a la hora de trascender el límite de la conciencia humana, y reconocerse a sí mismo como conciencias planetarias.
El primer corazón fue atravesado, el segundo corazón debe ser realizado. Y este segundo corazón es el corazón del planeta. Pero para que este segundo corazón o este segundo portal del Corazón Ardiente, sea abierto y penetren en el, es necesario que se reconozcan como la propia Humanidad.
Así como yo me hice sangre y carne de la humanidad de este planeta y ofrecí mi existencia en sus múltiples expresiones, como oferta simbólica y viva de toda esta humanidad, frente a la vida universal y cósmica, así también deben ofrecer su existencia y sus múltiples facetas, en sus múltiples momentos históricos de expresión en esta línea de tiempo y espacio, como una oferta simbólica pero viva de toda la humanidad.
Al reconocer su unidad indisociable a la humanidad de este planeta y de la humanidad cósmica, entonces el portal de la conciencia planetaria se abre para ustedes y la misericordia a través de ustedes se expande hacia otro nivel de actuación y de servicio.
Permitan que algunos pétalos más de la flor de su corazón se abran y una fragancia más potente y balsámica se manifieste en este mundo.
Yo les dejo mi Paz, Mi Paz les doy. No se la doy como la da el mundo. Que vuestro corazón no se perturbe y no se atemorice.
Yo soy Jesús y estas son mis palabras.
Transcripción hecha por colaboradores de la ELV.
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Traducción: H. N.