Las
sacerdotisas y el culto a Vesta
Los
orígenes de las sacerdotisas ,
fueron muy diversos y
variados, podemos destacar orígenes,
egipcios , también griegos,
y en este caso romanos.
El culto a Vesta
Vesta era una Diosa, El culto a Vesta es muy antiguo,
específicamente en Roma, los romanos adoraban
a esta diosa, su legado es tan importante que tenía sus
propias sacerdotisas, llamadas “vestales”.
Vesta
–también conocida como Hestia en la mitología griega- es la diosa del hogar y
del fuego familiar, como la protectora
de la humanidad. Es representada como una mujer de gran belleza, con una
antorcha en la mano. Su fuego era considerado el centro de la casa porque antes
los sacrificios a los dioses se ofrecían en las chimeneas de los hogares.
Vesta, diosa del fuego sagrado, los romanos la adoraban, para
mantener ese fuego que correspondia a la familia, la unión familiar.
Debemos recordar, que antiguamente los romanos, el rol de las mujeres era sumiso a la energía masculina, o sea el varón, y en
especial en este caso los grandes
emperadores romanos, estaban
interesados, en cultivar ese orden de la
mujer, que solo tenían derecho a
procrear y permanecer en su hogar,
y su culto, era esencial para mantener ese orden
primordial, que necesitaban en
todo sentido, los romanos.
Quienes eran
las vestales?
Jóvenes
hermosas, educadas e inteligentes que le entregaban –involuntariamente- su vida
al servicio de la diosa del hogar. Eran
escogidas por el pontífice máximo cuando apenas eran unas niñas sin derecho a
negarse. Admiradas por todos y
envidiadas por muchas, su vida llena de lujos no era siempre fácil de llevar.
Las
vestales son unas jóvenes elegidas desde la cuna de entre las más hermosas y
nobles del pueblo, cuya función principal es mantener ardiendo el fuego eterno
de Vesta. Sus servicios duraban exactamente 30 años: 10 de formación escolar y
religiosa, 10 de ejercer la profesión de la Vesta y 10 de enseñar a las nuevas
generaciones.
Las
vestales vivían en palacios muy lujosos y con todas las comodidades, eran
consideradas mujeres sagradas y tenían muchos beneficios, pero su tarea no era
nada sencilla: debían mantenerse vírgenes y sin ningún tipo de relación amorosa
por 30 años y mantener la llama ardiendo por toda la eternidad.
Si
descubrían que algunas vestales habían perdido su virginidad, eran castigadas
con una terrible muerte: las encerraban en una cámara de agua, leche y aceite
hirviendo hasta su muerte, algunas veces las enterraban vivas y otras las golpeaban
frente al pueblo hasta morir.
Perder
la virginidad no era el único castigo, si el fuego eterno se apagaba, las
vestales de turno lo pagarían con su vida.
¿Dónde
vivían las vestales?
En
el “Atirum Vestae” un increíble palacio lleno de lujos, de 84 habitaciones que
se encontraba al lado del hogar del máximo pontífice de Roma, quien las
vigilaba y controlaba constantemente con el propósito de mantener la reputación
de las vestales lo más sagrada y pura posible.
Sin duda las vestales, eran
sacerdotisas, y sus vidas
estaban limitadas, a no poder
desarrollarse en su totalidad y poder.
Se
conoce que en la antigua Roma, estas a escondidas, realizaban rituales sagrados del fuego, para protegerse de los atropellos, que la energía masculina, deseaba sobre ellas,
pues como eran sumamente bellas y
deseadas sexualmente, su virginidad debía permanecer pura e
inmaculada ante los ojos de la Diosa Vesta.
Adehanna María Rosa R.