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sábado, 12 de marzo de 2016

UN CURSO DE MILAGROS DE SALVINGTON. CAPÍTULO 11. DIOS O EL EGO. El problema y la respuesta (Parte 2). Micael de Nebadon. ¡Compartir!!!


Mientras creas, así será para ti, porque tus pensamientos crean sentimientos y obras que buscan substanciar tu núcleo de creencias. Ven... camina de Mi Mano... cree como Yo creo, mi niño. Luego te convertirás en Nuestra Creencia. Nuestro Pensamiento Iniciático de Perfección a través de la Gracia y Misericordia.


- Micael de Nebadon.


CAPÍTULO 11
DIOS O EL EGO
El problema y la respuesta (Parte 2)

Criatura de Dios, no entiendes a tu Padre. Crees en un mundo que arrebata porque crees que arrebatando puedes obtener lo que quieres. Y esa percepción te ha costado perder de vista el mundo real. Tienes miedo del mundo tal como lo ves, pero el mundo real sigue siendo tuyo sólo con que lo pidas. No te lo niegues a ti mismo, pues únicamente puede liberarse. Nada que proceda de Dios puede esclavizar a Su Hijo, a quien Él creó libre y cuya libertad está al amparo de Su Ser. Bienaventurado tú que estás dispuesto a pedirle la verdad a Dios sin miedo, pues sólo así podrás aprender que Su respuesta es la liberación del miedo.

Hermosa criatura de Dios, estás pidiendo solamente lo que te prometí. ¿Crees que yo te iba a engañar? El Reino de los Cielos está dentro de ti. Ten fe en que la verdad está en mí porque yo sé que está en ti. Los Hijos de Dios no tienen nada que no compartan. Pídele la verdad a cualquier Hijo de Dios, y me la habrás pedido a Mí. Cada uno de nosotros tiene dentro de si la respuesta para poder dársela a cualquiera que la pida.

Pídele cualquier cosa al Hijo de Dios y su Padre te lo concederá, pues Cristo no se engaña con respecto a Su Padre, ni Su Padre se engaña con respecto a Cristo. No te engañes, pues, con respecto a tu hermano, y considera sus pensamientos amorosos como lo único que constituye su realidad, pues al negar que su mente esté dividida sanarás la tuya. Acéptalo como su Padre lo acepta y cúrale en Cristo, pues Cristo es su curación así como la tuya. Cristo es el Hijo de Dios que no está en modo alguno separado de Su Padre y cuyos pensamientos son tan amorosos como el Pensamiento de Su Padre, mediante el cual fue creado. No te engañes con respecto al Hijo de Dios, pues, si lo haces, no podrás sino engañarte inevitablemente con respecto a ti mismo. Y al engañarte con respecto a ti mismo te engañarás con respecto a tu Padre, para Quien cualquier engaño es imposible.

En el mundo real no hay enfermedades, pues en él no hay separación ni división. En él sólo se reconocen los pensamientos amorosos, y, puesto que todo el mundo dispone de tu ayuda, la Ayuda de Dios va contigo a todas partes. A medida que, por el hecho de pedir esta Ayuda estés dispuesto a aceptarla, la ofrecerás porque la desearás. Nada estará fuera del alcance de tu poder sanador porque nada que pidas te será negado. ¿Qué problema puede haber que no desaparezca en presencia de la Respuesta de Dios? Pide, entonces, conocer la realidad de tu hermano porque eso es lo que percibirás en él, y en su belleza verás reflejada la tuya.

No aceptes la percepción variable que tu hermano tiene de si mismo, pues su mente dividida es la tuya, y no aceptarás tu propia curación sin la suya. Compartís el mundo real de la misma manera en que compartís el Cielo, y la curación de tu hermano es tu curación. Amarte a ti mismo es curarte a ti mismo, y no puedes percibir una parte de ti mismo como enferma y lograr tu objetivo. Hermano mío, sanamos juntos al vivir juntos y al amar juntos. No te engañes con respecto al Hijo de Dios, pues él es uno consigo mismo y uno con su Padre. Ama a aquel a quien su Padre ama, y te darás cuenta del Amor que tu Padre te profesa.

Si percibes que un hermano te ha ofendido, arranca la ofensa de tu mente, pues es Cristo el que te ofende y estás engañado con respecto a Él. Sana en Cristo y no te sientas ofendido por Él, pues la ofensa no tiene cabida en Él. Si lo que percibes te ofende, te ofendes a ti mismo y condenas al Hijo de Dios a quien Dios no condena. Deja que el Espíritu Santo elimine todas las ofensas que el Hijo de Dios comete contra sí mismo y no percibas a nadie si no es a través de Su consejo, pues Él quiere salvarte de toda condenación. Acepta Su poder sanador y extiéndelo a todos los que Él te envíe, pues Su Voluntad es sanar al Hijo de Dios, con respecto al cual Él no se engaña.

Los niños perciben fantasmas, monstruos y dragones espantosos y se aterran. Mas si preguntan a alguien en Quien confían cuál es el significado de lo que perciben, y están dispuestos a abandonar sus propias interpretaciones en favor de la realidad, su miedo desaparece junto con ellas. Cuando se ayuda a un niño a que se dé cuenta de que lo que pensaba que era un fantasma es en realidad una cortina, el "monstruo" una sombra y el "dragón" un sueño, deja entonces de tener miedo y se ríe felizmente de su propio miedo.

Hijo mío, tienes miedo de tus hermanos, de tu Padre y de ti mismo. Pero estás simplemente engañado con respecto a ellos y con respecto a ti mismo. Pregúntale al Maestro de la realidad lo que son ellos y lo que eres tú, y al escuchar Su respuesta, tú también te reirás de tus miedos y los reemplazarás con la paz. Pues el miedo no se encuentra en la realidad, sino en las mentes de aquellos niños que no entienden la realidad. Es únicamente su falta de entendimiento lo que les asusta, y cuando aprenden a percibir correctamente dejan de tener miedo. Y así, cuando vuelvan a tener miedo preguntarán de nuevo cuál es la verdad. No es la realidad de tus hermanos, ni la de tu Padre ni la tuya lo que te asusta. No sabes lo que son y debido a ello los percibes a ellos y a ti mismo como fantasmas, monstruos y dragones. Pregúntale cuál es su realidad a Aquel que la conoce, y Él te dirá lo que ellos son. Pues tú no entiendes lo que ellos son, y, puesto que estás engañado con respecto a lo que ves, necesitas la realidad para poder desvanecer tus miedos.

¿No intercambiarías tus miedos por la verdad, teniendo en cuenta que puedes lograrlo sólo con pedirlo? Pues si Dios no está engañado con respecto a ti, únicamente tú puedes estar engañado con respecto a ti mismo. Puedes, no obstante, aprender del Espíritu Santo cuál es la verdad acerca de ti, y Él te enseñará que, al ser tú parte de Dios, el engaño no tiene cabida en ti. Cuando te percibas a ti mismo sin engaño alguno, aceptarás el mundo real en lugar del mundo falso que fabricaste. Y entonces tu Padre descenderá hasta ti y dará el último paso por ti, elevándote hasta Él.
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                                                      Micael de Nebadon
Micael Sananda Esu
Espíritu de la Verdad, Santo Consolador
                                          
FAMILIA UNIVERSAL DE CRISTO MICAEL
Y EL ESPIRITU DE LA MADRE, NEBADONIA
                                                              
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Traducciones al español:

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